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Sin armas para guerra comercial

Especialistas coinciden en que México no está preparado para hacer frente a una guerra comercial global por la imposición de aranceles al acero y aluminio por parte de Estados Unidos

“El proteccionismo se combate con apertura comercial”
Guillermo BarbaTop Money Report

México está en una encrucijada. La segunda mayor economía de América Latina está atada de manos en caso de que el presidente Donald Trump cumpla con su amenaza de imponer cuotas a la importación de acero y aluminio, ya que no tendría la posibilidad de aplicar medidas espejo sin que esto afecte a la industria nacional.

“Sería muy arriesgado que México implemente una medida similar a la de Estados Unidos. Eso representaría un freno a la industria”, advierte José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).

25
Por ciento sería el arancel para el acero importado

La semana pasada, el mandatario republicano anunció que impondrá un arancel del 25 por ciento sobre las importaciones de acero y un arancel del 10 por ciento sobre las de aluminio. La Casa Blanca ha dicho que ningún país será excluido de estos impuestos, declaración que ha provocado la molestia de todo el mundo, particularmente de México y Canadá, con quienes actualmente sostiene un diálogo abierto en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

México no es culpable

De la Cruz explica que en la parte económica no hay una justificación para imponer aranceles, debido a que Estados Unidos tiene un superávit estructural con México en fundición de acero, productos manufacturados de hierro y acero, así como en las manufacturas.

En 2017, nuestro país exportó al mercado estadounidense 1,972 millones de dólares de hierro y acero, es decir 6.2 por ciento del total. Esto representó un saldo a favor de 2,766 millones de dólares, de acuerdo con datos de Census Bureau de Estados Unidos, citados por el también presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (Concamin).

Asimismo, explica que el año pasado, México exportó 4,532 millones de dólares de manufacturas de hierro y acero hacia el país vecino del norte, equivalente a un 11.6 por ciento del total. En este sentido, la balanza comercial fue positiva para Estados Unidos por 665 millones de dólares.

En el mismo periodo, México exportó cuatro mil 532 millones de dólares de manufacturas de hierro y acero a Estados Unidos, 11.6% del total. La balanza comercial fue positiva para el gobierno de Donald Trump por 665 millones de dólares.

En acero, el superávit de Estados Unidos con nuestro país en los últimos dos años ha alcanzado 3.6 billones de dólares, de acuerdo con cifras de la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero (Canacero).

3.6
Billones de dólares es el superávit que EU ha acumulado con México en los dos últimos años

La Cámara ha mostrado su preocupación por la imposición de aranceles argumentando que el sector nacional no representa ningún riesgo para la seguridad de Estados Unidos.

“Somos una industria que no recibe subsidios gubernamentales, no somos parte del exceso de capacidad global. Como ya se mencionó la industria del acero de Estados Unidos tiene superávit con Mexico y hemos apostado a la integración regional de las cadenas de valor”, destaca Canacero en un posicionamiento oficial.

Para el director del IDIC la amenaza del presidente Trump es un arma de manipulación política dirigida, en particular, a sus socios del TLCAN. “El presidente busca presionar para que México y Canadá acepten los términos que él quiere imponer en el pacto”.

El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, dijo que la propuesta del presidente estadounidense es un “incentivo” para que se concluyan las negociaciones del Tratado de Libre Comercio.

Sin embargo, Ildefonso Guajardo, titular de la Secretaría de Economía, insistió durante la séptima ronda del pacto que nuestro país debe ser excluido de la medida.

En las guerras “todos pierden”, dijo el funcionario como una respuesta a la afirmación del presidente Donald Trump de que las guerras comerciales son “buenas y fáciles de ganar”.

Canadá y México rechazaron la sugerencia del mandatario de que podrían ser eximidos de los aranceles al acero y aluminio si firman un nuevo y “justo” acuerdo del TLCAN, poniendo más tensión en el final de las últimas conversaciones para actualizar el pacto comercial.

Los dos socios comerciales de Estados Unidos han amenazado con tomar represalias a menos que se les exima de los aranceles propuestos, que han sacudido los mercados financieros.

Juntos, Canadá y México envían más del 75 por ciento de sus exportaciones a Estados Unidos.

75
Por ciento de las exportaciones de México y Canadá tienen como destino Estados Unidos

“México no debe ser incluido en los aranceles de acero y aluminio. Es la manera equivocada de incentivar la creación de un #TLCAN moderno”, escribió el secretario Ildefonso Guajardo en su cuenta de Twitter.

El ministro de Finanzas canadiense, Bill Morneau, dijo que Ottawa está negociando el Tratado de Libre Comercio con un socio que ha “cambiado los términos de la discusión”, refiriéndose a Estados Unidos.

José Óscar Valdéz, director general del despacho Abogados en Amparo, considera que el principal problema del gobierno mexicano fue “dejarse doblegar por las amenazas de Donald Trump”. Y asegura que una mentalidad de no dependencia con Estados Unidos daría legitimidad, pero, en este año electoral “lograr eso será muy complicado”.

¿Camino sin salida?

Guillermo Barba, editor del boletín financiero Top Money Report, comparte que sería un error si México trata de presionar a Estados Unidos con la misma moneda, ya que el costo de la decisión lo absorberían los productores a quienes se les encarecerían dos materia primas que son indispensables para su industria y también los consumidores al pagar los productos finales.

Si el gobierno mexicano toma la misma postura radical que el presidente Donald Trump “trasladarán ese costo al consumidor final porque el productor no tendrá de otra más que elevar sus precios o salir del mercado porque se volvería menos competitivo”, detalla Barba.

El también economista explica que la forma correcta de neutralizar la amenaza del mandatario republicano sería a través de una mayor apertura comercial. “En México también existe un proteccionismo”, argumenta.

El especialista pone de ejemplo que los productores de acero mexicano han aplicado restricciones comerciales al metal proveniente de China, “es una doble cara del gobierno al pedir apertura comercial cuando están implementando el mismo modelo que Estados Unidos quiere establecer. El proteccionismo se combate con apertura comercial real sin pretextos y sin miedo. No hay país al que le haya ido mal por abrirse al mundo”.

Por su parte, José Luis de la Cruz, director del IDIC, comparte que México se encuentra a destiempo para intentar encontrar una solución a este problema, debido a que el proteccionismo en el acero se ha arrastrado desde que Barack Obama era presidente.

“México llega tarde para querer solucionar este problema de aranceles”
José Luis de la CruzIDIC

Ante este complejo panorama, De la Cruz considera que la única salida que ve, al menos por ahora, es que el gobierno mexicano acepte las condiciones que Estados Unidos quiere conseguir para que esto no termine por afectar a la industria nacional del acero y aluminio. “Ante las medidas de presión, México deberá empezar a formar parte de la agenda que se le ha querido imponer en el TLCAN”.

China no quiere una guerra comercial

Autoridades chinas declararon que no buscan enfrentarse a una guerra comercial con Estados Unidos, pero sí defenderán los intereses del dragón asiático.

Las tensiones comerciales entre las dos mayores economías del mundo han crecido desde que el presidente Donald Trump llegó a la Casa Blanca en 2017, y aunque China representa solamente una pequeña porción de las importaciones estadounidenses de acero, su expansión industrial ha ayudado a generar un exceso global que hizo caer los precios.

“China no quiere una guerra comercial con Estados Unidos, pero no nos vamos a sentar a ver cómo se dañan los intereses del país”, sostuvo Zhang, un exembajador en Estados Unidos.

Especialistas aseguran que el impacto de las alzas de precios para quienes usan acero y aluminio, como la industria automotriz y petrolera, destruirá más puestos de trabajos que los que se ganarán al impedir las importaciones.

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