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Si Thatcher fuera mexicana…

Para bien o para mal, dependiendo a quién le preguntes, las políticas económicas de Margaret Thatcher y su ideología neoliberal se convirtieron en un ícono histórico que transformó para siempre al Reino Unido. 

Durante sus 11 años como primera ministra, “La Dama de Hierro”, quien falleció el lunes, nacionalizó a diversas empresas públicas, enfrentó al poder de los sindicatos y redujo la carga del gobierno sobre la economía. Sus detractores apuntan a un mayor desempleo durante su periodo, mientras que sus seguidores defienden sus políticas económicas hasta estos días.

"Ser poderoso es como ser una dama. Si le tienes que decir a la gente que lo eres, no lo eres”
Margaret ThatcherExprimera ministra del Reino Unido
"Soy extraordinariamente paciente, con tal de que se haga lo que yo quiero al final”
Mientras Margaret Thatcher se estrenaba como primera ministra del Reino Unido, el presidente mexicano José López Portillo ejercía un gobierno populista, con una deuda excesiva y una inflación galopante

Para bien o para mal, dependiendo a quién le preguntes, las políticas económicas de Margaret Thatcher y su ideología neoliberal se convirtieron en un ícono histórico que transformó para siempre al Reino Unido. 

Durante sus 11 años como primera ministra, “La Dama de Hierro”, quien falleció el lunes, nacionalizó a diversas empresas públicas, enfrentó al poder de los sindicatos y redujo la carga del gobierno sobre la economía. Sus detractores apuntan a un mayor desempleo durante su periodo, mientras que sus seguidores defienden sus políticas económicas hasta estos días.

Las políticas “Thatchernomics”, como se le bautizó a los consejos económicos de la primera ministra, fueron copiados en muchos países, como en Estados Unidos y Chile, mientras que en ese periodo (1979-1990), México siguió políticas muy diferentes a las británicas. 

¿Cómo sería el panorama actual si el país hubiera adoptado la ideología de Thatcher, o incluso, si hubiera tenido a una “Dama de Hierro” con la banda presidencial? 

Austeridad y disciplina

Cuando Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, entró a un gobierno que, en búsqueda de reducir el número de desempleados, estaba gastando en subsidios para industrias ineficientes. 

A su llegada, Thatcher impulsó la austeridad y disciplina en el gasto gubernamental, con la intención de poner un fin a la inflación del 25 por ciento que aquejaba al país. 

A costa de ello, diversas industrias llegaron pronto a la quiebra sin los subsidios gubernamentales. Le puso un alto a la creciente emisión de deuda gubernamental, para limitar qué tanto pedía prestado el gobierno británico. 

Alrededor de esa época, el gobierno mexicano encabezada por el presidente José López Portillo, era reconocido como un gobierno populista, con una deuda excesiva y una inflación galopante. 

La saturación de las finanzas federales debilitaron la capacidad de enfrentar crisis económicas y aumentó nuestra dependencia en el precio del petróleo. 

Tal mal manejo de las finanzas estatales llevó a la constante devaluación del peso, y a tener que suspender el pago de la deuda externa, cuando los precios petroleros ya no nos favorecían. 

“La Thatcher Mexicana” hubiera impuesto una austeridad en México. El probable resultado hubiera sido una disciplina en el gasto gubernamental más apropiado para evitar una crisis como la que vivimos al principio de los 80. 

La empresa es primero

Una de las principales doctrinas de “Thatchernomics” es que la empresa privada puede producir mejor que el gobierno y más eficientemente servicios y bienes. 

Ante tal premisa, se vuelve necesario liberar al gobierno de muchas empresas estatales, decisiones que tomó Margaret Thatcher sin vacilar. 

En México, Pemex hubiese sido privatizada desde entonces, importando poco las consideraciones políticas del día. 

El efecto inicial muy probablemente sería ser comprado por una empresa transnacional, quizás Exxon; la empresa petrolera más grande en ese entonces sería uno de los competidores más importantes en el mercado mexicano.

La Comisión Federal de Electricidad, otra empresa estatal en México, tampoco sobreviviría al vigilante ojo de Thatche: privatizada, abriendo el mercado a competidores. 

Lo anterior significaría mejores servicios, pero no necesariamente precios más bajos, al menos en el corto plazo. 

“La Dama de Hierro Mexicana” no aceptaría los subsidios que actualmente se otorgan a los usuarios y que mantienen los precios menores de su costo de producción. La competencia tendería a bajar estos costos, pero es difícil decir que hubiera funcionado sin contratiempos. 

La historia en México resultó ser muy diferente. En 1982, en su último informe de gobierno, el presidente José López Portillo nacionalizó la banca, política que Margaret Thatcher no hubiera aprobado en lo más mínimo.

El fin de los sindicatos

Bajo la perspectiva de “La Dama de Hierro”, gran parte de lo que limitaba la gobernabilidad del Reino Unido era el poder de los sindicatos, que mantenían la ineficiencia en diversas industrias subsidiadas. 

A través de su gobierno, buscó desmantelar el poder de diversos sindicatos de trabajadores, en especial la Unión Nacional de Mineros (NUM), que con más de un millón de agremiados y un líder carismático, tenía un impresionante control sobre la política industrial. 

Al querer combatir su poder, la NUM entró en huelga en 1984, pero finalmente tuvieron que ceder una gran parte de sus concesiones y trato preferencial. 

La victoria de Thatcher liberó a la industria para poder atraer mayor inversión foránea y marcó las limitaciones que tendrían los sindicatos para las siguientes décadas. 

“La Thatcher Mexicana” no dudaría en enfrentar con mano dura a los sindicatos que dominan en ciertos aspectos la política del país. Que sus tácticas hubiesen funcionado en México es debatible, pero es innegable que al menos hubiera tratado. 

De haberlo logrado, “La Dama de Hierro” versión mexicana pudo haber limitado el poder económico y político de los diversos sindicatos que existen en nuestro país desde el principio de los 80. El panorama industrial de México probablemente sería muy diferente.

Cinco acciones de la  ‘Thatcher Mexicana’

PEMEX
Una de las primeras metas de un gobierno thatcherista hubiera sido privatizar a la enorme empresa estatal de petróleo. En corto plazo hubiera significado menos ingresos para la tesorería y austeridad en gasto.

CFE
La Comisión Federal de Electricidad también habría visto su fin bajo un mandato de una “Dama de Hierro” mexicana. Su insistencia en privatizar las industrias habría creado mayor competencia, aunque no necesariamente precios más bajos.

Fin de subsidios
Como la empedernida mujer que fue, la versión nacional de Thatcher hubiera eliminado una serie de subsidios que desde entonces mantiene el gobierno federal. Entre ellos el subsidio a la gasolina, a los alimentos y medicinas y otros privilegios fiscales a diversas industrias.

Alto a sindicatos
Quizás por lo que es más dividida la opinión sibre su legado es por su afectación a los sindicatos de trabajadores. México tendría sindicatos más pequeños y menos poderosos si Thatcher hubiese gobernado aquí.

Gasto y deuda menor
El énfasis de las políticas económicas de Thatcher recaía fuertemente en la disciplina fiscal. Quizás cientos de programas se hubiesen cancelado y más candados se hubieran puesto sobre el endeudamiento en México durante el mandato de un gobierno thatcherista.

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