Rebelión de las letras

La industria editorial en México juega un papel fundamental no solo por las ganancias que genera, la lectura también sirve como un escudo para prevenir que los niños y adolescentes sean víctimas de la violencia

La lectura permite que los niños se imagen un mundo mejor
Juan Luis Arzoz ArbidePresidente de la Caniem

El descubrimiento ocurre desde la infancia. En medio de una librería, una niña sentada en el piso vestida con una playera negra, jeans azules y tenis rojos sostiene con ambas manos un libro: el protagonista es Cinco semanas en globo, creación del escritor francés Julio Verne y uno de los autores más significativos para millones de lectores en todo el mundo

Aunque existen 156 años de diferencia entre la fecha de publicación y el momento en que la pequeña de 12 años conoció el ejemplar, tal vez, ese libro se convertirá en un buen escudo para protegerla.

México vive tiempos complejos en materia de seguridad y, a pesar de que la industria editorial avanza a marchas forzadas, la lectura es un buen aliado para evitar que más niñas, niños y adolescentes sean víctimas de esta situación que azota al país desde hace una década.

La escalada de violencia en el país suscitada desde 2009 dio como origen acciones de diversos colectivos en todo territorio nacional. Desde entonces, los libreros ponen en marcha esfuerzos para acercar lectura a menores de 18 años, ya que son uno de los segmentos de la población más vulnerables.

Durante el primer trimestre de este año, se reportaron 285 homicidios dolosos contra niñas, niños y adolescentes de entre cero a 17 años, esto quiere decir que cada día ocurrieron tres delitos de este tipo en el país, de acuerdo con datos de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim).

A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el homicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo de 10 a 29 años de edad, y el 83 por ciento de estas víctimas son del sexo masculino

Al tiempo de que la industria editorial busca proteger a esta población, también lucha por recuperar el brillo que ha perdido desde hace años, a causa de menores ventas de ejemplares.

A finales de 2017, el sector facturó 10 mil 125 millones de pesos, que equivalen a 136 millones de ejemplares, de acuerdo con las cifras del último reporte de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).

Aún cuando el dato parece atractivo, la realidad es que las ventas fueron menores en los últimos cinco años, periodo en que se han dejado de comercializar 11 millones de ejemplares.

En el mismo lugar donde se encuentra la pequeña lectora de Julio Verne, Alberto Achar Abadi, gerente de Mercadotecnia de la cadena de Librerías Gandhi, habla sobre los esfuerzos que desde su trinchera ha impulsado.

Una de las iniciativas es Libro Abierto, un programa social que va dirigido a apoyar escuelas marginadas con niños entre 4 y 12 años de edad, y con el que se convierte al maestro en un promotor de lectura.

Cuando los niños ya tienen curiosidad, Gandhi les habilita un espacio con un acervo inicial de 250 libros con el objetivo de que puedan estar en contacto con los ejemplares y con ello mejorar su vida a través de la lectura.

En la actualidad, el proyecto, que nació hace cuatro años, atiende a más de 15 mil niños en escuelas donde al menos tres veces a la semana el maestro realiza diversas actividades.

El artífice de las populares frases de Gandhi es un fiel creyente de que la lectura debe utilizarse para fomentar un cambio social y, en los tiempos actuales, funciona como un mecanismo de protección.

“Es fundamental acercar la lectura a las niñas, niños y adolescentes para poder protegerlos y generar un cambio en la mentalidad que tenemos. Este hábito es un contrapeso para el entorno tan adverso que se vive en el país en materia de seguridad y si hay una posibilidad de cambiar algo es a través de la educación, por eso es donde más debemos participar”, comparte el sobrino de Mauricio Achar, fundador de Librerías Gandhi.

La violencia ha penetrado en todos los rincones de la sociedad mexicana, al grado de que millones de mexicanos dejan de realizar actividades o modifican algunos de sus hábitos por temor a ser víctimas de algún delito.

La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del Inegi revela que el 70.1 por ciento de la población dejó de permitir que sus hijos menores de 18 años salieran a la calle.

Debemos concebir a los libros como un mecanismo de cambio social con el cual podemos proteger a los niños. Desde pequeños, la lectura les permite tener una mejor capacidad en el procesamiento de sus ideas
Alberto Achar AbadiGerente de Mercadotecnia de Librerías Gandhi

Páginas por leer

México carga con la etiqueta de que es un país que no lee. Para muestra de ello las cifras del último Módulo sobre Lectura (MOLEC): solo 42 personas de cada 100 leyeron un libro en los últimos 12 meses, en tanto que a nivel mundial, la Unesco ubica al territorio mexicano en el lugar 107 de 108 países en su índice de lectura.

42
por ciento de los mexicanos leyeron un libro en el último año

Sin embargo, Juan Luis Arzoz Arbide, presidente de la Caniem, asegura que la industria mexicana está a la altura de cualquiera a nivel internacional, pero la gran diferencia es que en algunos países existen incentivos fiscales que los hacen ser más competitivos, caso contrario a México en donde aún se está trabajando para lograr esto.

Para el líder de la industria uno de los mayores retos a los que se enfrentan los jugadores del mercado es que cada vez hay menos puntos de venta. No obstante confía en que el segmento infantil y juvenil seguirá creciendo apoyado de los libreros.

A la fecha, este rubro representa el 9.9 por ciento del valor de venta neta en el país, por encima de otras categorías como literatura y ficción; economía, finanzas y empresas, así como salud y desarrollo personal.

9.9
por ciento de las ventas de la industria las aporta la categoría infantil

Arzoz Arbide reconoce que los últimos años han sido complicados para la industria editorial y el horizonte no es muy alentador, pero asegura que los libreros mantienen firme su convicción de continuar trabajando para mantener esta rebelión de las letras a favor de la niñez.

“La lectura es una medicina para el alma, les ayuda a las niñas, niños y adolescentes a alejarse de situaciones que los puedan poner en riesgo y a la larga los convierte en adultos más conscientes, responsables de ellos mismos y de su entorno”.

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