La imagen que se tiene de México en el exterior es ambivalente. Por un lado, no solo se percibe al mexicano como un ser alegre y folclórico, sino que también se vislumbra una democracia aceptable, o en ocasiones casi envidiable.
Especialmente si se le compara con los países de Medio Oriente, que recientemente han pagado con sangre la remoción de sus dictadores (o están pagando, como es el caso de Siria).
Esa misma democracia que inclusive nos permite a los mexicanos residentes en el exterior ejercer fácilmente nuestro voto para los próximos comicios federales.
José Almaraz