La crisis financiera del 2008 dejó dos lecciones claras para los mercados: que caer en la complacencia puede ser un error fatal y que sólo es necesario un pequeño cambio para iniciar un catastrófico efecto dominó.
El mercado global de bonos, valuado en más de 56 billones de dólares y comúnmente percibido como más seguro que el de las acciones, está en un terreno peligroso en el que estas dos lecciones podrían ponerse a prueba, arriesgando billones de dólares en pérdidas para los inversionistas.
Rolando Hinojosa