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México, el más desigual

En cuestión económica, México sigue siendo un país de contrastes. Hogar de Carlos Slim, actualmente la segunda persona más rica del mundo con una fortuna de 67.1 mil millones de dólares, el país también alberga a 53.3 millones de personas que viven en pobreza. 

Por lo tanto no sorprende que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reporta que México es el país más económicamente inequitativo entre sus miembros.

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Por ciento aproximadamente, fue el crecimiento en los ingresos reales del 5 por ciento más rico de la población mundial entre 1988-2008
En México, la distancia entre los ingresos de la clase media y la clase alta es mayor que en cualquiera de los otros 33 miembros de la OCDE
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En cuestión económica, México sigue siendo un país de contrastes. Hogar de Carlos Slim, actualmente la segunda persona más rica del mundo con una fortuna de 67.1 mil millones de dólares, el país también alberga a 53.3 millones de personas que viven en pobreza. 

Por lo tanto no sorprende que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reporta que México es el país más económicamente inequitativo entre sus miembros.

En un reporte al respecto, la OCDE indica que a pesar de que los niveles de inequidad y pobreza han caído significativamente en México en la última década, éstos siguen siendo aproximadamente 1.5 veces mayores que los del promedio de la OCDE, y el doble de altos que en países con baja inequidad, como Dinamarca o Bélgica. 

Debido a esto, el 10 por ciento más rico de la población mexicana recibe ingresos que son 27 veces mayores que los que recibe el 10 por ciento más pobre, el triple del promedio de la OCDE, que es de nueve veces.

Así, aunque la velocidad de la caída en la inequidad de ingresos es mayor en México que en cualquier otro país de la OCDE, el ingreso promedio del 10 por ciento más pobre de la población Mexicana, por debajo de mil dólares en términos de paridad de poder adquisitivo, es el más bajo en la OCDE. 

Al mismo tiempo, la distancia entre los ingresos de la clase media y la clase alta es mayor que en cualquiera de los otros 33 miembros de la organización.

Para lograr su diagnóstico, la OCDE utilizó el coeficiente Gini, una medida estadística que mide la distribución estadística de los ingresos de un país. 

Un coeficiente Gini de 0 expresa equidad perfecta, es decir donde todas las personas reciben exactamente el mismo ingreso. 

Por otro lado, un coeficiente de uno expresa máxima inequidad entre los ingresos de la población, donde solo una persona recibe todos los ingresos.

El Banco Mundial y la OCDE reportan que México tiene un coeficiente Gini de 0.475, con lo cual rebasa en inequidad a países como Estados Unidos (0.378), Portugal (0.353), Reino Unido, (0.342), y Grecia (0.329).

Cabe aclarar que globalmente el país no es el mayor perdedor en este sentido, ya que fuera de la OCDE economías como Nigeria (0.488) y Sudáfrica (0.631) son aún más desiguales que México.

Parte de la variación en desigualdad tiene que ver con los distintos ritmos de crecimiento en los ingresos de las diferentes clases socioeconómicas. 

Donde el crecimiento en los ingresos de la clase alta es más veloz que el del resto de la sociedad, la desigualdad aumenta. Pero a nivel global una curiosa tendencia ha emergido en las últimas décadas.

¿Y la clase media?

Bloomberg Businessweek reporta que un estudio económico realizado por Branko Milanović, uno de los principales investigadores del Banco Mundial, y Christoph Lakner, profesor de economía en la Universidad de Oxford, señala que los ingresos reales, es decir ajustados a la inflación, alrededor del mundo han crecido considerablemente en 20 años, pero no lo han hecho de forma equitativa.

Los ingresos reales de las personas más ricas y las más pobres del mundo son las que han observado los niveles más altos de crecimiento en conjunto, mientras que los de la clase media-alta se han estancado. 

Los ingresos reales del 5 por ciento más rico de la población mundial crecieron casi 65 por ciento entre 1988 y 2008, y se ven niveles similares de crecimiento en la clase baja y media-baja. En contraste, los ingresos de la clase media-alta crecieron tan solo 5.33 por ciento.

Este grupo, denominado por Milanović como la “clase media-alta global”, se encuentra entre los percentiles 75 y 90 de la distribución global de ingresos, e incluyen a habitantes de muchos expaíses comunistas y países latinoamericanos, al igual que habitantes de clase media de países desarrollados cuyos ingresos se quedaron estancados.

El dónde también importa

No todos los pobres son iguales. En la actualidad, el lugar en donde las personas viven influye directamente en sus ingresos y calidad de vida. 

Una persona de escasos recursos que vive en un país emergente se enfrenta a mayores dificultades que uno que vive en el primer mundo.

Según reporta un estudio económico diferente publicado también por Branko Milanovic del Banco Mundial, el lugar donde las personas viven influye cada vez más en la desigualdad de ingresos, aun más que la clase socioeconómica a la cual pertenecen.

La desigualdad global se compone principalmente de dos factores. El primero tiene que ver con la diferencia de ingresos entre los ricos y pobres que define lo que llamamos las clases socioeconómicas. En otras palabras, la suma de los ingresos entre las personas de diferentes países. 

El segundo componente es la ubicación o lugar y se refiere a las diferencias que existen entre los ingresos medios de todos los países del mundo, con los países desarrollados teniendo ingresos más altos y los países emergentes teniendo ingresos más bajos. 

Mientras que alrededor de finales del siglo 19 la desigualdad mundial se explicaba esencialmente mediante el primer componente, es decir solo por los ingresos, ahora la ubicación es la razón principal. 

Antes era más probable que una persona rica en un determinado país fuera rica en todos los demás países, pero ahora la clase alta de una sociedad puede ser considerada como media en otro lugar.

Más del 50 por ciento del ingreso de una persona en la actualidad depende directamente del país en el que se encuentra. 

Sin embargo, se deben considerar también otros factores externos de la persona, como son el género y la educación de los padres, así como los componentes personales de preparación y esfuerzo.

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