Líbano está sumergido en una severa crisis económica y política

Líbano a la deriva en crisis económica y política

Líbano está sumergido en una severa crisis económica y política desde hace años, y los últimos sucesos que ocurrieron en su capital provocaron una mayor inestabilidad tras la dimisión de su gobierno

El futuro es incierto. La explosión en el puerto de Beirut en Líbano hace unos días evidenció la crisis en la que está sumergida la economía libanesa, no solo porque el incidente dejó un saldo mortal que lamentar, también por las 300 mil personas que fueron desplazadas y caminarán hacia un destino poco claro.

A pesar de que en algún momento Líbano fue considerado como el corazón financiero de Medio Oriente, hoy el país con 7.4 millones de habitantes sufre los estragos de un sistema político y financiero devastado.

La conjugación en términos financieros es compleja. Desde 2018 la nación está en recesión, debido a que su Producto Interno Bruto (PIB) retrocedió 1.92 por ciento a tasa interanual y para el año siguiente la herida se profundizó al desplomarse 5.63 por ciento.

Y no solo eso, la que algún momento fue llamada la “Suiza del Mediterráneo” carga con una pesada deuda que asfixia sus finanzas. El monto total asciende a 92 mil millones de dólares, es decir que el 170 por ciento de su PIB está comprometido, de acuerdo con datos del propio gobierno.

Sin embargo, cifras actualizadas en Trading Economics revelan que la deuda se disparó a inicios de este año: en febrero se ubicó en 124 mil 464 millones de dólares y en marzo subió hasta los 125 mil 432 millones.

Líbano se encuentra casi a la par de una situación virtual de quiebra como la que vive Venezuela desde hace tiempo.

Oxfam Internacional considera a Líbano dentro de la lista de los países con mayor desigualdad, ya que solo un 0.3 por ciento de la población posee la riqueza total.

El deterioro de la situación financiera ocasiónó que en marzo de este año, el gobierno libanés se declarara en impago por primera vez en la historia. Como respuesta las principales agencias calificadoras (Moody’s, Standard and Poor’s  y Fitch  Ratings) recortaron la calificación soberana del país.

Otro de los problemas que azotan a la economía libanesa es su alta inflación que crece a un ritmo sin precedentes, pues entre abril y junio se diparó a más de 150 por ciento.

En lo que va del año la libra libanesa ha perdido más del 80 por ciento de su valor y solo el mes pasado se depreció 60 por ciento. En el mercado negro de divisas vale el doble del tipo de cambio oficial.

En materia social se estima que 50 por ciento de la población vive debajo del umbral de pobreza y 20 por ciento se ubica en condiciones de pobreza extrema.

50
por ciento de la población vive debajo del umbral de pobreza

Kevin Ary Levin, sociólogo especializado en Medio Oriente, considera que el país arrastra un problema que estaba presente antes de la pandemia que se relaciona con la poca producción de alimentos y la dependencia de las importaciones para el funcionamiento básico de su sociedad.

“Lo que sucedió ahora en el puerto genera una crisis además de infraestructura de comercio porque el centro neurálgico quedó destruido. Por lo tanto habrá problemas en las importaciones y exportaciones que le dan al país ingresos necesarios para subsistir”, comenta.

Crisis desde adentro en Líbano

Varios países, incluido México se comprometieron a apoyar con recursos a la población, incluso en una cumbre humanitaria encabezada por la ONU y el gobierno francés al menos 30 jefes de Estado pactaron la movilización de 298 millones de dólares para ayudar a Líbano.

El sociólogo comenta que, aun cuando la ayuda es valiosa, esta es insuficiente dada la magnitud de la situación y opina que si en algún momento llegan recursos por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) es muy probable que esto derive en la obligación de aplicar nuevas medidas de austeridad.

A la serie de problemas que en este momento enfrenta la economía destaca la crisis política que, derivado del incidente en Beirut, dejó todas las sillas vacías en el gobierno.

El primer ministro libanés Hassan Diab anunció la disolución de su gabinete el lunes en medio de protestas derivadas de la explosión y tras la renuncia de varios miembros de su equipo horas antes.

Después de las manifestaciones del fin de semana los ministros de Información, Manal Abdel Samad, y el de Medio Ambiente, Damianos Kattar, anunciaron su salida y ayer le siguieron sus homólogos de Finanzas, Ghazi Wazni, y de Justicia, Marie-Claude Najm.

Al respecto, Kevin Ary Levin cree que la catástrofe en la capital del país puso en evidencia la negligencia y corrupción del gobierno, pero el siguiente reto será definir lo que deberá hacer el que quedó de manera temporal para responder a la crisis económica y humanitaria, y a la pandemia al mismo tiempo.

De ninguna manera Líbano podrá salir solo de esta crisis y, por ahora, es una incógnita la ayuda que necesita el país. Y sobre su futuro político toda conversación sobre la transformación de su sistema político debe ser manejado con mucha cautela porque los libaneses todavía tienen en su memoria recuerdos dolorosos de la guerra civil
Kevin Ary LevinSociólogo especializado en Medio Oriente

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