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Las tres izquierdas de América Latina

Frente a la fuerte posibilidad de que la política económica de México gire a la izquierda en el próximo sexenio; Chile, Brasil y Venezuela ofrecen tres diferentes modelos económicos de corte heterodoxo

“Una de las desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo”
Gilbert Keith Chesterton Escritor británico

Ante la creciente posibilidad de que Andrés Manuel López Obrador gane las elecciones presidenciales, emerge la pregunta de cuál será el modelo económico que seguirá el que sería el primer gobierno de izquierda en el país en casi 40 años. 

En ese sentido, América Latina, la región con la distribución de ingreso más desigual en el mundo, ofrece tres modelos de izquierda diferentes: Chile, Brasil y Venezuela. Cada país presenta matices en términos de calidad democrática, diseño de la política económica y fortaleza institucional.

Sin embargo, estas tres economías representan casos de una desviación de la ortodoxia económica que ha caracterizado a los gobiernos de derecha en la región, regularmente asociados a la doctrina del llamado consenso de Washington.La pregunta en torno a Andrés Manuel López Obrador no es trivial. De acuerdo a Oraculus, un sitio especializado en elecciones que fue fundado por el analista Leo Zuckermann y un grupo de expertos en estadística en México, el candidato de Morena cuenta con una ventaja en la intención de voto promedio de más de 10 puntos porcentuales sobre sus rivales más cercanos.

La campaña de López Obrador no ha realizado planteamientos concretos que reflejen un giro radical en materia de política fiscal, monetaria y comercial

José Antonio Meade, el candidato oficialista, se encuentra en el tercer lugar de seis de las siete encuestas más recientes y más relevantes que recopila este sitio.

Esto sugiere que el proyecto económico vigente, inaugurado hace más de tres décadas, está en riesgo de ser modificado. Desde la administración de Miguel de la Madrid, la política económica mexicana ha procurado, con mayor o menor éxito, privilegiar un estado de estabilidad macroeconómica relativa a costa de los objetivos económicos relacionados con el crecimiento del producto interno bruto (PIB) y la redistribución del ingreso.

La candidatura de López Obrador no ha dejado claro hasta qué punto pretende dejar intactas las instituciones del modelo económico de apertura comercial y financiera del país, reforzadas con la aprobación de las reformas estructurales de este sexenio. Tampoco se han realizado planteamientos concretos que reflejen un giro radical en materia de política fiscal, monetaria y comercial. El documento de Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024 que publicó Morena y que fue coordinado por el empresario Alfonso Romo expresa a grandes rasgos que estos dos últimos campos de la política económica se apegarán al status quo.

VENEZUELA

La catástrofe económica

En palabras de Ricardo Hausmann, exministro de Planeación Económica de Venezuela, el colapso económico de ese país representa una crisis artificial, producida por un conjunto de políticas económicas radicalmente heterodoxas: control de cambios, control de precios, expansión del gasto público financiado por el banco central y petrolización total de la economía.

-15%
Caída del PIB en 2018

De acuerdo a un reporte reciente del Fondo Monetario Internacional, en el 2018, la economía se contraerá 15 por ciento y la inflación será de 13,000 por ciento. Desde el 2013, el producto interno bruto se ha reducido en 50 por ciento. Las cifras hablan por sí mismas.

BRASIL

Vulnerable a exportación

Durante la década pasada, Brasil fue la estrella emergente por excelencia. El país llegó a crecer a tasas anuales de dos dígitos. Entre el 2003 y el 2013, los años de los gobiernos de izquierda de Lula da Silva y del inicio de Dilma Rousseff , la pobreza extrema se redujo desde una proporción de 9.3 por ciento de la población a un 4.3 por ciento.

Este periodo estuvo marcado por el éxito de Bolsa Familia, un programa social de transferencia de efectivo para la población mas vulnerable. El Banco Mundial llegó a referir este programa como “una revolución silenciosa”. Bolsa Familia, cuyo costo total se calcula en alrededor de 0.6 por ciento del PIB, fue punta de lanza de un gobierno que puso al centro de sus prioridades la expansión del gasto público, particularmente en lo que se refiere a gasto social.

No obstante, gran parte de este gasto se financió con déficits fiscales.

Por otra parte, la fuerte injerencia del Estado en la economía generó ineficiencias que aún pesan sobre la economía brasileña.

Después de una crisis política que sacó del poder al Partido de los Trabajadores, el nuevo gobierno de derecha fue orillado a implementar un agresivo programa de austeridad y control de inflación que derivó en la peor crisis económica del país desde la Gran Depresión.

Esto se debió en gran medida a la falta de diversificación económica del país, cuya dependencia de la exportación de commodities se acrecentó durante los gobiernos de izquierda. En el 2016, estos productos representaron el 63 por ciento de las exportaciones brasileñas.  La dinámica de la economía brasileña se volvió altamente vulnerable frente a los cambios en el ciclo de mercado de los commodities.   La caída generalizada en el precio de las materias primas de 2014 sepultó las intenciones del Partido de los Trabajadores de crear un Estado de Bienestar en América Latina.

Bolsa Familia, cuyo costo total se calcula en alrededor de 0.6 por ciento del PIB, fue punta de lanza de un gobierno que puso al centro de sus prioridades la expansión del gasto público

Hoy, Lula da Silva, el artífice de la izquierda brasileña moderna, enfrenta un proceso judicial por corrupción y ha quedado descalificado para participar en las próximas elecciones presidenciales.

CHILE

La agenda liberal

Chile es el país de América Latina con el mayor ingreso per cápita. Aunque su nivel de desarrollo depende en gran medida de la exportación de cobre, la economía chilena es considerada un ejemplo regional en términos de apertura comercial (signatario del Acuerdo de Asociación Transpacífico), fortaleza institucional (menor carga regulatoria y mayor facilidad para hacer negocios entre las grandes economías de América Latina) y calidad democrática. El país se ha alternado entre gobiernos de derecha e izquierda sin alguna interrupción radical en su proyecto económico desde que Augusto Pinochet dejó el poder.

El segundo mandato de la presidenta Michelle Bachelet es ejemplo de ello. Durante su gobierno, la política económica se apegó en gran medida al status quo de responsabilidad macroeconómica de la administración anterior, pero se implementó una agenda de marcado corte progresista: mayores impuestos para los sectores socioeconómicos más ricos del país, un aumento en las transferencias para los pobres, educación superior gratuita y una propuesta de reforma al sistema de pensiones.

Bachelet implementó una agenda de corte progresista: mayores impuestos para los más ricos, un aumento en las transferencias para los pobres y educación superior gratuita

En diciembre, el candidato conservador Sebastián Piñera derrotó al candidato oficialista en las elecciones presidenciales. El electorado castigó el bajo nivel de crecimiento durante la administración de Bachelet, fuertemente asociado a la caída del precio del cobre.

A pesar de ello, esto representa un reflejo de la compatibilidad democrática de Chile con la continuidad de políticas liberales que se sesgan hacia la izquierda o la derecha según quien gane las elecciones.

En los últimos 30 años, el ingreso per cápita de Chile en términos de dólares del 2010 prácticamente se ha triplicado.

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