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La brecha de confianza

La semana pasada estuvo marcada por un tono de advertencia por parte de las principales autoridades de política económica de México. Agustín Carstens, gobernador del Banco de México (Banxico), insistió en la necesidad de realizar un ajuste al gasto público para garantizar la estabilidad económica.

25%
es el riesgo de que ocurra una recesión en Estados Unidos este año,
de acuerdo a Bank of America-Merrill Lynch

La semana pasada estuvo marcada por un tono de advertencia por parte de las principales autoridades de política económica de México. Agustín Carstens, gobernador del Banco de México (Banxico), insistió en la necesidad de realizar un ajuste al gasto público para garantizar la estabilidad económica.

Luis Videgaray, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), reafirmó la postura de Carstens al señalar que existe plena coincidencia con el diagnóstico de Banxico y que la coyuntura obligaba a una reacción del gobierno que necesariamente incluirá un programa de austeridad.

La caída de 48 por ciento de los ingresos petroleros del gobierno federal en 2015 y un entorno externo cada vez más deteriorado por la debilidad del crecimiento mundial y la creciente volatilidad financiera obligaron al gabinete económico a ponerse a la defensiva.

Esta postura se hizo patente en el reporte semanal que publicó ayer la SHCP. El comunicado hace hincapié en que la incertidumbre prevalece en los mercados financieros y que el gobierno estará “atento para tomar las medidas que permitan preservar la estabilidad económica”.

Los sólidos fundamentos macroeconómicos, las coberturas petroleras y un incremento en 2015 de 27 por ciento de los ingresos tributarios ofrecieron margen de maniobra al gobierno. La urgencia para recortar el gasto pasó a segundo término.

Sin embargo, la política económica mexicana se enfrenta a una ventana de oportunidad cada vez más estrecha para evitar un aterrizaje forzoso de la economía. El precio del barril de petróleo de la mezcla mexicana de exportación cotiza a 24 dólares y no se prevé un rebote en el corto plazo.  Las coberturas petroleras ya no garantizarán la reposición de una parte significativa de los ingresos perdidos.

Por otra parte, la sensación de pesimismo, evidente en el hecho de que 40 mercados accionarios se han ajustado más del 20 por ciento respecto a sus precios máximos, ha minado la confianza en los países emergentes y podría transformar un sentimiento de aversión al riesgo en un sentimiento de pánico de manera súbita.

México, un país en el que el 71 por ciento de la deuda externa del sector público está financiada por el mercado de bonos, es vulnerable a un redireccionamiento masivo en el flujo de capitales. Esto explica la importancia de la estabilidad macroeconómica, uno de los principales factores que anclan la confianza de los inversionistas en activos mexicanos.

Claroscuros económicos

Ante este escenario, la economía mexicana no muestra signos evidentes de deterioro. Más bien, los indicadores económicos presentan claroscuros que responden a la trayectoria de avance gradual que se ha transitado desde la salida de la crisis global de 2008: una recuperación rápida, pero poco duradera, tal como lo describe Everardo Elizondo, ex subgobernador de Banxico.  

La tasa de crecimiento anual del producto interno bruto aún ronda el nivel promedio de los últimos treinta años, 2.3 por ciento.  No obstante, la actual coyuntura exhibe un cambio entre los componentes de la actividad económica que favorecen el crecimiento y aquellos cuya desaceleración se ha convertido en un obstáculo.

Frente a la desconfianza y el pesimismo que prevalece a nivel global, particularmente en las economías emergentes, el mercado interno mexicano sobresale por su optimismo.

Tradicionalmente, el mercado interno mexicano se ha desempeñado mediocremente. Ahora, el consumo interno representa el motor más dinámico de la economía mexicana.  De acuerdo a la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), las ventas de automóviles en México crecieron 15.4 por ciento anual en enero, alcanzando un nivel récord.

Asimismo, en el mismo periodo, la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) registró el mayor avance de ventas comparables en una década (8.6 por ciento).

La sólida confianza del consumidor contrasta con la desaceleración del sector exportador, otrora motor de crecimiento, y con la caída en la inversión.

El índice de confianza empresarial hace eco de esta divergencia. En los últimos catorce meses se ha encontrado debajo de los 50 puntos, lo que significa que prevalece un ambiente de pesimismo por el lado de la oferta. 

Peligrosa desaceleración

Desde el 2008, las exportaciones no-petroleras de México han crecido casi 50 por ciento. Sin embargo la reciente debilidad de la actividad industrial estadounidense, destino del 81 por ciento de las exportaciones mexicanas, se ha traducido en una baja en el ritmo del sector exportador.

En los últimos cuatro meses, el índice de manufacturas estadounidense ISM se ha encontrado en terreno de contracción. 

Pese a que la recuperación económica de Estados Unidos ha sido una constante en el mundo post-crisis, el ciclo económico ya alcanzó el plazo promedio de expansión de ocho años. Es por esto que Bank of America-Merrill Lynch considera que existe una probabilidad de 25 por ciento de que el país caiga en recesión.

En México, la debacle del sector minero, la inmovilidad del sector de la construcción y un aletargamiento del sector de manufacturas coincide con la caída anualizada de 1.5 por ciento en la inversión fija bruta en noviembre, la primera baja en 21 meses.

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