Pese a su glamurosa fachada, la industria de la moda en el país mantiene en situaciones muy precarias a su empleos

Industria de la moda, precariedad detrás de las pasarelas

Pese a su glamurosa fachada, la industria de la moda en el país mantiene en situaciones muy precarias a su empleos, conductas que incluso violan la ley

Los anuncios en medios de comunicación y redes sociales de la industria de la moda o fashion muestran glamour, prestigio y venden un estatus social elevado pero, fuera de foco, los procesos de producción de las prendas en tierras mexicanas generan una amplia huella de pobreza laboral que en gran medida afecta a las mujeres.

Hasta 2021 en este sector laboraban dos millones 821 mil personas, de las cuales un millón 776 mil (63 por ciento) no ganan lo suficiente para comprar dos canastas básicas, es decir, no pueden mantenerse a sí mismas y a otra persona.

No sólo se trata de salarios precarios, sino condiciones que violan los derechos laborales. Por ejemplo, 52 por ciento de los empleados de esta industria en México no está afiliado al Seguro Social, señala el reporte “La precariedad laboral está de moda”, elaborado por la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza.

Cada uno de los detalles y datos que aporta este informe los experimentó en carne propia Michelle Muñoz (a quien se cambió su nombre para proteger su identidad), ingeniera textil que pese a sus estudios profesionales nunca rebasó un sueldo de 10 mil pesos durante los cinco años que trabajó en el sector.

“Me daban las prestaciones más básicas, con un contrato que tenía que firmar cada mes para no generar antigüedad, esa es una de las cosas que más le pegan a los trabajadores del sector y me pagaban el mínimo a una tarjeta y era con lo que me registraban ante el IMSS y lo demás, sobre todo las horas extra, que era lo que más nos ayudaba a elevar el suelo, nos lo daban literalmente en un sobre amarillo y en efectivo.

El alivio que representa hacer más tiempo al horario base se esfumó con el periodo álgido de confinamientos en 2020 debido a la pandemia por COVID-19, tiempo en el que  sus compañeros y ella tuvieron que trabajar sin cobrar los turnos extra.

“La empresa para la que trabajaba en ese entonces era de confección de uniformes, obvio que cuando pasó lo de la pandemia pues no tenían muchos pedidos, entonces nos decían que nos teníamos que poner la camiseta, que ellos no se podían arriesgar y que tomáramos en serio las medidas de seguridad, pero si teníamos un síntoma relacionado con el COVID nos mandaban a hacer una prueba para poder seguir trabajando pero que nosotros teníamos que pagar y en esos meses las pruebas eran muy caras”, explica la joven profesionista.

De acuerdo con el informe, del total de los empleados de esta industria se detectaron a 629 mil que trabajaban subcontratados por otra razón social, que actúa como “patrón sustituto”, en el modelo de outsourcing abusivo.

El reporte destaca que el modelo de subcontratación abusiva permite evadir el reparto de utilidades, pues la razón social que contrata tiene ingresos equivalentes a sus gastos; además de especializarse en generar contratos con múltiples cláusulas de protección, que dejan en indefensión a las y los trabajadores.

Mujeres, las más afectadas en la industria de la moda

El reporte hace especial énfasis en que este tipo de trabajo sin derechos afecta sobre todo a las mujeres, de hecho, hay 582 mil contabilizadas bajo esta situación, que representa 57 por ciento del total de trabajos contados sin derechos.

Además destaca que la mayoría de las  mujeres subcontratadas trabajan en supermercados y tiendas departamentales, en específico, son 256 mil mujeres en condición de outsourcing abusivo en este tipo de cadenas comerciales.

Bajo este panorama, el organismo hace un llamado para que las empresas relacionadas con la industria de la moda adapten la agenda de trabajo digno como única forma de contratación válida, que las autoridades laborales promuevan el respeto a la legalidad vigente y, en particular, para verificar la erradicación de la subcontratación abusiva y que la sociedad lleve a cabo un consumo responsable.

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