Hay crisis de confianza

En la víspera de un rescate a los bancos españoles se esconde un problema más preocupante. Más allá de sus efectos o sus consideraciones políticas, se nota que los rescates, como este último, no han podido eliminar la incertidumbre de los mercados.

Lo que los economistas conocen como rendimientos decrecientes, está tomando vida frente a nuestros ojos.

Según este concepto, los beneficios de tomar cualquier decisión económica al principio son altos, pero a medida que la decisión se sigue tomando, cada vez se obtienen menos.

1.3
Por ciento cayó el S&P 500 el día que se anunció el rescate a la banca de España.
"Entre menos sabe un hombre del pasado y del presente, más inseguro será su apreciación del futuro”.
Sigmund Freud Psicoanalista austriaco

En la víspera de un rescate a los bancos españoles se esconde un problema más preocupante. Más allá de sus efectos o sus consideraciones políticas, se nota que los rescates, como este último, no han podido eliminar la incertidumbre de los mercados.

Lo que los economistas conocen como rendimientos decrecientes, está tomando vida frente a nuestros ojos.

Según este concepto, los beneficios de tomar cualquier decisión económica al principio son altos, pero a medida que la decisión se sigue tomando, cada vez se obtienen menos.

El ejemplo típico es el de tomar agua en un desierto: el primer vaso será muy cotizado, pero su valor será menor a medida que se toma más y más agua.

Últimamente, en el drama europeo que se vive en los mercados, se están notando resultados similares.

Los primeros rescates fueron altamente beneficiosos.

El primero de éstos, a Grecia en el 2010, provocó un sentido de alivio a los mercados y un rally de compras.

El índice de Standard & Poor’s 500 creció un 1.3 por ciento el día siguiente.

Como el mundo se daría cuenta, las ganancias que se obtuvieron ese día tardaron un mes en erosionarse.

Lo mismo sucedió con los rescates de Irlanda, Portugal y, hasta cierto punto, Grecia en 2012.

En los mercados de CDS, que son básicamente seguros que cubren la probabilidad de que un país deje de pagar, la situación también fue similar: las primeras dos semanas hubo una caída en los costos de asegurarse contra una eventual morosidad soberana, aunque alcanzaron su nivel inicial o inclusive mayor después de un mes.

España da la pauta

Sin embargo, el último rescate español pareció vislumbrar claramente el problema de los rendimientos decrecientes, pues trajo menos beneficios por la cantidad de dinero que se invertirá en solucionar al problema bancario.

Tan solo en un día, lo que parecía una progresión en la bolsa, fue revertido.

Es decir, lo que en otros rescates bancarios tardó un mes en depreciarse, esta vez tomó menos de 24 horas para ser borrados.

Ese día el índice de Standard & Poors cayó 1.3 por ciento y el euro se depreció 0.2 por ciento.
Los índices europeos también se mostraron a la baja.

Ciertamente, resultados tan negativos como estos no serían esperados en un día de rescate anterior.

El patrón es preocupante, pues significa que ya no hay mucho espacio para más rescates, pues estos ya son cada vez menos eficientes.

Los mercados saben que no hay soluciones mágicas a un problema que es profundo.

Forzados a tomar medidas de emergencia, solo para pasar del abismo temporal, los banqueros centrales y políticos de la zona euro se han empeñado en dejar las decisiones dificiles para otros momentos.

Con ese enfoque, no han podido solucionar los problemas fundamentales que aquejan a sus economías.

Por ejemplo, un reporte del Banco Central Español muestra que los bancos en ese país son los principales compradores de deuda española.

Así que el gobierno es tan dependiente de los bancos como los bancos del gobierno, un enramado difícil de conciliar en poco tiempo y con un rescate.

En palabras de Joseph Stiglitz, economista ganador del Premio Nobel, “el gobierno español rescata a los bancos españoles y los bancos españoles rescatan al gobierno”.

En voz de otro destacadoanalista, Steven Johnson citado en la agencia noticiosa Reuters: los políticos europeos continúan tratando de dar “migajas de pan” a los mercados, pero estos esperan algo más grande.

Las soluciones “de largo alcance” son las que los inversionistas esperan –y no han llegado- por parte del Banco Central Europeo.

A los mercados tampoco les gustó que el rescate bancario agregaría un 10 por ciento aproximadamente a la razón de deuda entre producción de España, que ya se encuentra cerca del 80 por ciento.

El resultado podría ser que el rescate bancario sea solo la primera parte de un rescate más amplio a todo el país.

Por otra parte, los problemas en Grecia, que tuvo elecciones el domingo, tampoco parecen ayudar mucho a tranquilizar a los inversionistas.

Las soluciones de “largo alcance” que buscan los mercados tienen más que ver con solvencia, la capacidad de pago de los países y los bancos, que con liquidez, lo que los rescates han estado haciendo últimamente.

Si continúa el patrón, es cuestión de tiempo para que estalle otra crisis y sea necesario otro rescate.

El problema  es que, según la ley de los rendimientos decrecientes, el retorno sobre el rescate será todavía menor.

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