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Fugas sin freno

El 2015 fue “un año terrible” en lo referente a salidas de capital de los mercados emergentes, según indica el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, y el 2016 ha arrancado “muy, muy, muy mal”.

El resultado ha sido una fuerte depreciación de las monedas de estos países frente al dólar. El peso no es excepción en esto, con un valor que ronda mínimos históricos tras una depreciación de casi 22 por ciento contra la divisa estadounidense en el último año.

5.89%
es el valor
que ha perdido el yuan frente al dólar en los últimos cinco meses debido a devaluaciones competitivas, lo que podría iniciar una guerra de divisas
Las economías emergentes podrían tener que intervenir los mercados de bonos y valores locales para hacer frente a la volatilidad
"Hay una preocupación real de que, ante la desaceleración de la economía china, la respuesta de política pública sea iniciar una ronda de devaluación competitiva”
Luis VidegaraySecretario de Hacienda
y Crédito Público
"2015 fue un año terrible, probablemente peor que 2009. Por supuesto no tengo los datos de la primera semana de 2016, pero probablemente se vea muy muy muy mal”
Agustín Carstens Gobernador del Banco
de México
El fortalecimiento del dólar y las constantes devaluaciones del yuan se han traducido en una salida masiva de capitales para los mercados emergentes

El 2015 fue “un año terrible” en lo referente a salidas de capital de los mercados emergentes, según indica el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, y el 2016 ha arrancado “muy, muy, muy mal”.

El resultado ha sido una fuerte depreciación de las monedas de estos países frente al dólar. El peso no es excepción en esto, con un valor que ronda mínimos históricos tras una depreciación de casi 22 por ciento contra la divisa estadounidense en el último año.

Ante esta coyuntura, Carstens indica que en casos extremos las economías emergentes podrían tener que recurrir a intervenciones no-convencionales en los mercados financieros para frenar las fugas de capital y detener la caída de sus monedas.

Sin embargo el ciclo de alza de tasas de interés en Estados Unidos y la ronda de devaluaciones competitivas que podría desatar la caída del yuan chino dificultan la cooperación entre los emergentes, y complican las reformas necesarias para detonar el crecimiento de forma sostenible.

El pesimismo crece conforme avanza el 2016. 

El consenso de analistas encuentra en la combinación del estancamiento del crecimiento, la desaceleración comercial, la turbulencia proveniente de China, y la política de alza de tasas de interés en Estados Unidos un coctel que podría ser letal para la economía global.

En esta coyuntura, los mercados emergentes se están llevando la peor parte. El fortalecimiento del dólar y las constantes devaluaciones del yuan se han traducido en una salida masiva de capitales para estos países. La depreciación generalizada de las divisas emergentes da cuenta de este fenómeno.

La desaceleración de la economía china, que ha tenido considerables efectos globales, está intentando ser remediada mediante devaluaciones competitivas que estimulen la inflación y vuelvan las exportaciones más competitivas. 

Dado que el valor del yuan se encuentra atado al dólar y éste último se ha fortalecido considerablemente, la divisa china se fortaleció en la primera mitad del 2015 y las exportaciones del país asiático se volvieron más caras.

Con la finalidad de ganar parte del terreno perdido, las autoridades chinas han llevado al tipo de cambio a registrar niveles debajo de los 6.5 yuanes por dólar.  El mercado reaccionó inmediatamente: la mayoría de las economías emergentes de Asia depreciaron artificialmente sus monedas para mantener su posición competitiva.

Esta sucesión de devaluaciones competitivas o uso de “flotación administrada” exacerban la salida de capitales de la periferia emergente. En consecuencia, Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, expresó recientemente sus preocupaciones al respecto al indicar que las acciones de China podrían derivar en una guerra de divisas.

En este periodo de turbulencia, el riesgo para las economías emergentes está lejos de desvanecerse.

La advertencia de Carstens

Agustín Carstens ya ha lanzado advertencias respecto a la capacidad de reacción del mundo emergente. Su posición, en línea con la de un país que se ha caracterizado por seguir los lineamientos de la ortodoxia económica para asegurar la estabilidad macroeconómica, yace en que no hay atajos: hay que reformar o morir.

Sin embargo esto toma tiempo y capital político. Dado que el ajuste de los mercados puede ser violento, y considerando la magnitud de los flujos que están siendo retirados, es necesario actuar en el corto plazo.

Por ello Carstens sugiere que, como último recurso, se adopten medidas de política monetaria poco convencionales.

Cuando estalló la crisis global de 2008, la Reserva Federal de Estados Unidos se vio obligada a romper con la ortodoxia económica para estimular la demanda y la inflación.  Se puso en marcha un programa de compra de activos que inyectó 3.5 billones de dólares en la economía estadounidense. 

Romper con la ortodoxia

Más de siete años después, una coyuntura inusual vuelve a orillar a los bancos centrales a romper con la ortodoxia.  

Los argumentos de Carstens, propuestos durante una conferencia de banqueros centrales en París, representan el primer llamado a tomar medidas radicales en alguno de sus discursos públicos.

“Puede ser que tengamos que ser formadores de mercado de última instancia en nuestros propios mercados, no muy diferente de lo que las economías avanzadas hicieron en el momento de la crisis”, aseguró Carstens.

Asimismo, dijo que las economías emergentes podrían tener que intervenir los mercados de bonos y valores locales para hacer frente a la volatilidad de los flujos de capital.

Ante la fuerte depreciación del peso, la Comisión de Cambios ha activado mecanismos de subasta de dólares para aliviar la presión del tipo de cambio.

Las autoridades financieras insisten en que esta política no sugiere la defensa de un nivel de tipo de cambio, sino que asegura el funcionamiento correcto de la libre flotación para absorber choques externos y evita una depreciación desordenada que genere problemas de liquidez.

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