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En el peor momento

México es un país que depende de manera importante de la renta petrolera. Caídas en el precio dentro del mercado internacional han llegado a tener efecto catastróficos en el pasado para las finanzas públicas.

Aunque una menor cotización del barril siempre es una mala noticia para los mexicanos, la reciente caída podría ser más problemática debido a la recién aprobada reforma energética.

Esta apertura a la inversión extranjera en el ámbito energético no pudo haber llegado en peor momento, pues pocos quieren invertir en grandes proyectos que producen petróleo costoso.

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dólares por barril es el precio alrededor del cual cotizó ayer el Brent, referencia internacional del valor de crudo
Actualmente, pocos quieren invertir en grandes proyectos que producen petróleo costoso

México es un país que depende de manera importante de la renta petrolera. Caídas en el precio dentro del mercado internacional han llegado a tener efecto catastróficos en el pasado para las finanzas públicas.

Aunque una menor cotización del barril siempre es una mala noticia para los mexicanos, la reciente caída podría ser más problemática debido a la recién aprobada reforma energética.

Esta apertura a la inversión extranjera en el ámbito energético no pudo haber llegado en peor momento, pues pocos quieren invertir en grandes proyectos que producen petróleo costoso.

Hoy en día el mundo goza una inesperada abundancia del oro negro, lo que explica en parte la caída de los precios. 

Los yacimientos que permiten la extracción de petróleo a un bajo costo son los que sentirán un menor impacto y podrán seguir operando.

Por el otro lado, yacimientos como los ubicados en aguas profundas ocupan mayor inversión para ser explotados, lo que deja un menor margen de ganancia.

En otras palabras, ahora que se puede invertir en México, existen pocos incentivos para hacerlo. Diarios como The Wall Street Journal afirman que las propuestas en torno a la reforma están destinadas a decepcionar a los funcionarios mexicanos.

Todo es oferta y demanda

Aunque el sector energético es crucial para la economía mundial, los precios del barril de petróleo están sujetos a la ley tradicional de Adam Smith de oferta y demanda.

Es por eso que se formó en un principio la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como una fuerza de oposición ante los caprichos del mercado y prevención de una guerra de precios.

Ahora la dinámica parece haber cambiado de un precio que reflejaba un alta demanda, a uno donde los altos niveles de oferta son los que mandan.

En los últimos tres años, el precio del barril de petróleo rondó los 100 dólares gracias, en gran parte, a los conflictos en Libia, Sudán del Sur y las sanciones económicas impuestas a Irán. 

En contraste, ahora existe una mayor producción mundial, impulsada por Estados Unidos y Canadá, al mismo tiempo en que el crecimiento económico global comienza a entrar en un estancamiento.

Un menor crecimiento significa una menor demanda de energéticos. Para que los precios vuelvan a los niveles de antes es necesario romper con este nuevo equilibrio (reducir la oferta o incrementar la demanda).

La incapacidad de la OPEP para reducir sus niveles de producción indica que la oferta se mantendrá a la alza en los siguientes años y la desaceleración económica se afianza cada vez más alrededor del mundo.

Esta semana se espera que tanto la Secretaría de Energía como Pemex den a conocer los primeros contratos de la reforma. 

Primero se darán a conocer aquellos que ofrecen mayores márgenes de utilidad, para acabar a mediados del siguiente año con los yacimientos que ocupan más inversión.

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