El TLCAN y el Congreso

El poder legislativo de Estados Unidos, que tendría la última palabra en caso de que la administración de Trump decida retirarse del acuerdo, enfrenta un dilema: validar el creciente sentimiento anticomercio del electorado o asegurar la supervivencia de un tratado en un país en el que 32 estados tienen en México y Canadá a su principal destino de exportación
Lourdes González Lourdes González Publicado el
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La incertidumbre de que Donald Trump haga efectiva su solicitud de terminar con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha llevado al debate sobre el papel del Congreso para aprobar tal decisión, en un momento vulnerable de elecciones intermedias en el 2018.

Aunque el presidente estadounidense puede solicitar la salida del TLCAN no puede hacer leyes y por lo tanto no puede derogar las disposiciones legales que implementa el Congreso. Esto es importante ya que los tratados de libre comercio no son acuerdos de autoejecución, es decir que el Congreso puede revisar la autoridad del presidente para hacer efectiva la terminación del TLCAN en caso que así lo decida.

El Congreso puede revisar la autoridad del presidente para hacer efectiva la terminación del TLCAN en caso que así lo decida

Frente a esa situación, un reciente sondeo del Centro de Investigación Pew arrojó que el 56 por ciento de los estadounidenses considera que el pacto comercial es bueno para su país, mientras que el 33 por ciento opinó lo contrario.

Más de la mitad de los republicanos tienen un punto de vista negativo del acuerdo comercial; en contraparte, los demócratas tiene puntos de vista altamente positivos con 72 por ciento a favor y 18 por ciento en contra.

Por otro lado,  el estudio del Banco de Montreal “El día después del TLCAN”, señaló que el crecimiento y competitividad de Estados Unidos y Canadá sufriría menoscabo si termina el pacto comercial trilateral. 

Un escenario sin TLCAN llevaría a que el producto interno Bruto (PIB) de Estados Unidos se reduzca cada año en 0.2 por ciento, a lo largo de los próximos cinco años, reveló el documento publicado ayer.

Mientras que el impacto para Canadá se estimó en una baja de 1 por ciento para ese lapso de tiempo, lo cual sería un efecto moderado para una economía dinámica.

Consecuencias para 32 estados

Para el caso de Estados Unidos adelantó que los sectores más vulnerables son la industria de equipos de transporte y textiles. Los estados que sufrirían las consecuencias negativas serían los  fronterizos, con una alta exposición a industrias con cadenas de suministro estrechamente integradas y aquellos con una fuerte exposición agrícola.

“Es notable que la gran mayoría de los estados de Estados Unidos tengan a Canadá y México como su principal mercado de exportación de bienes”, precisó el informe.

Canadá es el principal destino de las exportaciones de 32 estados, incluida casi la totalidad de las regiones del medio oeste y noreste. Otros seis estados de Estados, incluidos de California a Texas cuentan con México como su principal mercado.

Entre los estados más vulnerables a una repentina interrupción del comercio son Michigan por el sector automotriz, donde las exportaciones a Canadá y México representaron el 7.3 por ciento de su PIB; Indiana, Alabama, Kentucky, Ohio donde las exportaciones más sensibles representan más del 1 por ciento del PIB. La lista de estados afectados se extiende a Dakota del Norte, Wisconsin, y Missouri.

Este resultado no era lo que tenía en mente el presidente Donald Trump en su intención de acabar con el “peor acuerdo comercial” para su país.

La pérdida de competitividad de los negocios en Estados Unidos llevaría a empeorar su déficit comercial con Asia y Europa; además, se perderían 0.1 por ciento de los empleos formales, lo que elevaría ligeramente la tasa de desempleo.

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