El gas que sí importa

Mientras que en Estados Unidos el boom en la explotación de gas de esquisto, o shale gas en ingles, ha apoyado la recuperación económica de ese país y disminuido sus costos energéticos, en México persiste el retraso por la falta de tecnología e inversión necesaria para aprovechar las reservas mexicanas.

A medida que el gas natural toma un rol cada vez más importante en la producción de energía en México, más y más voces piden que la reforma energética planeada esté a favor de la explotación del gas shale. 

10,000
millones de dólares anuales por los próximos 10 años 
es la inversión que Pemex tendría que hacer para duplicar 
la producción actual
El IMCO apunta que es crucial modificar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución para permitir la inversión privada en la exploración y explotación de hidrocarburos 
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Mientras que en Estados Unidos el boom en la explotación de gas de esquisto, o shale gas en ingles, ha apoyado la recuperación económica de ese país y disminuido sus costos energéticos, en México persiste el retraso por la falta de tecnología e inversión necesaria para aprovechar las reservas mexicanas.

A medida que el gas natural toma un rol cada vez más importante en la producción de energía en México, más y más voces piden que la reforma energética planeada esté a favor de la explotación del gas shale. 

Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), ha dicho que el recurso debe ser explotado a gran escala para cubrir las necesidades energéticas del país, y “Pemex no puede solo”.

El gas shale es el que se encuentra atrapado en formaciones rocosas sedimentarias de grano muy fino, como lo son las de esquisto o las de lutita. El interior de estas formaciones tiene muy baja permeabilidad, y esto impide que el gas ascienda hacia la superficie.

Para poder extraerlo es necesario emplear una técnica llamada fractura hidráulica, conocida en inglés como fracking. 

El fracking consiste en inyectar a presión una mezcla de agua, arena y productos químicos en estas formaciones para fracturar la roca y liberar los recursos que contiene.

Oportunidad energética

Según la Agencia de Información de Energía (EIA, por sus iniciales en inglés) de Estados Unidos, México ocupa el cuarto lugar mundial en reservas prospectivas de recursos no-convencionales (como lo son el esquisto bituminoso, las arenas petrolíferas,y el gas de esquisto, entre otros), después de China, Estados Unidos y Argentina. 

Pero desarrollar el potencial de estos recursos implicaría inversiones equivalentes a casi nueve veces el presupuesto anual de Pemex. 

La complicación respecto al gas shale viene al considerar que, como el IMCO apunta en su informe titulado “Nos cambiaron el mapa: México ante la revolución energética del siglo XXI”, explotar los recursos no-convencionales es más costoso, de mayor riesgo, e involucra mayor complejidad en su identificación y extracción. 

Si a esto se agrega el ahora relativamente bajo precio del gas natural, estos proyectos se vuelven poco atractivos, e incosteables para que una sola empresa los explote. 

Según un reporte publicado por la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la explotación del petróleo es ahora aproximadamente cinco veces más rentable que la del gas shale. 

Esto explica por qué Pemex ha disminuido la inversión en el proyecto de Burgos y en el proyecto Veracruz, y por qué en México se operan menos de 20 pozos de gas shale, mientras que tan solo en Texas ya existen más de 6 mil pozos.

Explotación atrasada

El retraso mexicano en la explotación del gas shale responde entonces a la falta de tecnología e inversión necesaria para aprovechar el recurso, pero también a condiciones de la industria del gas natural.

Desde el 2008, en parte a causa de la caída en los precios del gas, la producción mexicana de gas natural ha disminuido aproximadamente 15 por ciento. 

Pero lo que no ha disminuido es la demanda, ya que desde el 2001 el consumo de este recurso ha aumentado un 82 por ciento, y la demanda ahora crece 5.6 por ciento cada año. 

Sumándole a esto la caída significativa del precio del gas natural en Estados Unidos (una disminución de más del 57 por ciento en los últimos cinco años), las importaciones mexicanas de este han aumentado, y ahora son casi cuatro veces mayores que los niveles registrados en 2001. 

Según datos de la EIA, en 2012 las importaciones netas de gas natural para México fueron de 17.2 mil millones de metros cúbicos.

Parcialmente, el incremento en la demanda ha sido impulsado por los cambios en el uso de combustibles en la producción de energía.

En el 2012, el consumo de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) representó el 40 por ciento de la demanda total de gas natural en México. 

Además, mientras que en el 2000 sólo el 20 por ciento de la generación de energía utilizaba gas natural como combustible, para el 2007 esta cifra había aumentado al 50 por ciento.

El aumento en la demanda mexicana no es lo único que ha intensificado la importación de gas. La diferencia entre el precio del gas mexicano y el más barato gas estadounidense volvió sensata para Pemex la decisión estratégica de importar, en lugar de explotar para satisfacer la demanda doméstica.

El camino a seguir

Gracias a la magnitud del potencial de las reservas de gas shale en México, se ha ejercido presión sobre Pemex para aumentar la producción, y ahora tienen planeado cavar 175 pozos en los próximos cuatro años. 

El año pasado, Carlos Morales, director de exploración y producción de Pemex, predijo que el país dejaría de importar gas para el 2017. 

Pero a pesar del interés de la paraestatal en explotar este recurso, está muy lejos de alcanzar la producción estadounidense. 

Se estima que México necesita una inversión anual de 10 mil millones de dólares por los próximos 10 años para duplicar su producción actual, y todavía esto sería insuficiente para satisfacer el creciente consumo doméstico de gas natural.

Expansión reporta que David Shields, director de la revista Energía a Debate, declaró que es difícil que Pemex pueda solo con esta misión.

“Hay diferentes formas de elevar la producción de gas, pero la más viable es el shale gas. “Pero sería muy difícil que Pemex lo pudiera hacer sobre cualquier escenario. Los montos de inversión son muy elevados”, dijo el experto en energía.

El IMCO apunta que es crucial modificar los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución para permitir la inversión privada en la exploración y explotación de hidrocarburos. 

En ese sentido, la reforma energética que el presidente Enrique Peña Nieto planea enviar al Congreso no puede solo abordar el tema de la producción de crudo y del destino de Pemex: es crucial que se incluya el gas natural.

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La carrera de Browne en la industria energética data desde finales de los 60 cuando trabajaba como ingeniero petrolero para British Petroleum. 

Browne eventualmente se convirtió en CEO de la firma petrolera, desempeñándose en el cargo por 12 años.

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El interés del gobierno mexicano por explotar el gas shale se justifica al considerar que la producción mexicana de gas natural no ha podido satisfacer la creciente demanda por este recurso en los últimos años.

Mientras que en los últimos cuatro años la producción de gas natural en el país ha caído, la demanda ha continuado creciendo a una tasa anual de 5.6 por ciento. 

Del 2001 a la fecha, el consumo del gas natural en México ha aumentado aproximadamente 82 por ciento.