El fin del secreto suizo

La tradición suiza de la secrecía bancaria, que data desde la Edad Media, puede estar llegando a su fin.

Mientras que por siglos los gobiernos del mundo ignoraban las estrategias fiscales de la banca suiza, la reciente crisis ha presionado a que cada nación investigue a dónde se dirigen los evasores de impuestos.

En 1934, el Parlamento suizo pasó la ley bancaria actual, en la cual codifica las leyes de secrecía y criminzaliza la violación al secreto.

Se estima que la evasión de impuestos mundial le cuesta a los gobiernos alrededor de 3.1 billones de dólares anuales. En Suiza, se encuentra cerca del 27 por ciento del total de la riqueza offshore mundial.

La tradición suiza de la secrecía bancaria, que data desde la Edad Media, puede estar llegando a su fin.

Mientras que por siglos los gobiernos del mundo ignoraban las estrategias fiscales de la banca suiza, la reciente crisis ha presionado a que cada nación investigue a dónde se dirigen los evasores de impuestos.

En 1934, el Parlamento suizo pasó la ley bancaria actual, en la cual codifica las leyes de secrecía y criminzaliza la violación al secreto.

Tal ley hizo un delito el revelar la identidad  o detalles personales de un cliente con una cuenta bancaria en Suiza, el cual incentiva la atracción de evasores de impuestos.

Se estima que la evasión de impuestos mundial le cuesta a los gobiernos alrededor de 3.1 billones de dólares anuales. En Suiza, se encuentra cerca del 27 por ciento del total de la riqueza offshore mundial.

Desde 2007, los bancos suizos en general han visto cómo el valor de sus cuentas va decreciendo, auspiciado por las presiones internacionales.

Los fondos en todos los bancos suizos se han reducido en un 20.5 por ciento, y equivalen actualmente alrededor de 2.8 billones de francos suizos.

En contraste, se ha percibido un incremento sustancial en los fondos de banca privada, especializada en clientes de perfil sobresaliente. De 312 bancos totales en Suiza, solo 13 instituciones ofrecen banca privada, y en agregado manejan 54.3 mil millones de francos suizos.

El sueño de los gobiernos es buscar romper la secrecía suiza y con esto, dar un golpe brutal en torno a la desaparición de los paraísos fiscales.

EU busca sus impuestos

Bajo la administración de Obama, la presión de Estados Unidos hacia los bancos suizos ha sido implacable.

El erario estadounidense sabe que no está recopilando una fuerte cantidad de impuestos ya que ciudadanos distribuyen su ingreso hacia la banca suiza, donde los estadounidenses no pueden tocarlo.

En febrero de este año, Wegelin & Co, el banco suizo de mayor antiguedad, que data de 1741, fue acusado formalmente por el Departamento de Justicia de Estados Unidos de ayudar a estadounidenses a evadir impuestos valuados en 1.2 mil millones de dólares.

Con esto, se está buscando que estadounidenses con cuentas fuera de Estados Unidos legitimen el dinero que tienen fuera del país y paguen su impuesto correspondiente.

Ante esto, los estadounidenses han acusado intensamente a varias instituciones bancarias suizas de ser cómplices en operaciones de lavado de dinero.

Tales esfuerzos culminaron en que en el 2009, el banco UBS, el segundo banco más grande en activos privados, fuera forzado a revelar los detalles de cuentas de estadounidenses para avertir juicio criminal. UBS terminó pagando una multa de 780 millones de dólares y entregó los detalles de más de 4 mil 400 cuentas.

En agosto de este año, 11 bancos suizos fueron puestos bajo investigación por los Estados Unidos por alegaciones de esconder dinero del erario americano, incluyendo a Credit Suisse y Julius Baer.

Europa también presiona

Los demás países europeos parecen estar siguiendo el ejemplo, aunque con una estrategia más benevolente.

Después de casi 300 años de respetar las leyes de secrecía, países como Alemania, Francia y Gran Bretaña están persiguiendo a los evasores de impuestos que buscan usar a la banca suiza como su escape.

Se estima que cerca de 150 mil millones de euros de ciudadanos alemanes se encuentran en cuentas suizas.

Tanto Alemania como Gran Bretaña crearon un modelo donde los ciudadanos que guardan cuentas offshore deben de pagar un tipo de cuota por tenerla y un inpuesto anual.

La idea es que el gobierno suizo recolecte el dinero y lo pase al país de origen, pero sin tener que proveer los nombres de las cuentas.

Se espera que el Reino Unido obtenga cerca de 11 mil millones de dólares a través de tal operación.

Protegiendo la secrecía

Dentro de Suiza, aparenta haber una animada tendencia hacia la apertura de la información, anteriormente impensable en esa nación.

Los bancos suizos han disminuido la seguridad que antes ofrecían, debido a las acusaciones y multas que les ha aplicado Estados Unidos, aunadas a los crecientes incentivos que ofrecen a los empleados que se atrevan a denunciar prácticas de evasión de las empresas.

Este año, la agencia responsable del servicio de impuestos federales en Estados Unidos, la IRS, recompensó al ex banquero de UBS, Bradley Birkenfield, con 104 millones de dólares por apoyar en una investigación para encontrar a ciudadanos estadounidenses evadiendo impuestos.

Tal situación ha incrementado la percepción del riesgo en esas instituciones bancarias,  y ha puesto a dudar sobre si ofrecer secrecía para atraer fondos a la banca suiza podría ser sustituida al liberar la información y en cambio ofrecer seguridad y certidumbre.

Actualmente, una alianza de partidos de izquierda y sindicatos en Suiza está buscando crear un referendum para terminar con los privilegios fiscales para millonarios extranjeros.

Además, en referencia a la incertidumbre que ha surgido sobre el futuro de la banca suiza, se han incrementado la apertura de cuentas en sitios como Singapur, Panamá y Uruguay, para clientes que anteriormente estaban guardando su dinero en Suiza.

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