El dolor del bolsillo

Los indicadores económicos presentan una advertencia para los productores y consumidores mexicanos: el crecimiento del país se está desacelerando, pero los precios de los bienes y servicios no.

El entorno internacional luce cada vez más complicado, y para el mercado interno un frenón se vislumbra en el horizonte. El consumo, hasta ahora uno de los mayores motores económicos, está declinando justo en un momento en el cual los socios comerciales del país lucen frágiles.

2.54%
la inflación anualizada registrada en los precios de los consumidores mexicanos
durante junio
Si la depreciación del peso continúa presionando a los productores y este efecto se traspasa a los consumidores, esta tendencia inflacionaria podría dispararse
“Por un lado, aunque el traspaso del tipo de cambio a la inflación ha sido lento y ese continúa siendo el caso; también es verdad que hemos tenido una depreciación significativa y ya hay evidencia que esto se ha visto en el incremento de la inflación subyacente”
Agustín CarstensGobernador del Banco de México
El diseño de la política económica de México contempla al tipo de cambio como la válvula de ajuste para absorber choques externos como la actual volatilidad
https://youtu.be/q6SbYA5Kl5U

Los indicadores económicos presentan una advertencia para los productores y consumidores mexicanos: el crecimiento del país se está desacelerando, pero los precios de los bienes y servicios no.

El entorno internacional luce cada vez más complicado, y para el mercado interno un frenón se vislumbra en el horizonte. El consumo, hasta ahora uno de los mayores motores económicos, está declinando justo en un momento en el cual los socios comerciales del país lucen frágiles.

Pero gracias a la fuerte depreciación que el peso ha experimentado en los últimos meses, parece que esta desaceleración no se verá reflejada en los precios de los bienes y servicios.

El encarecimiento del dólar ha presionado los costos de los productores, y éstos no podrán absorber el impacto para siempre. Es por ello que aunque la inflación para los consumidores ha sido moderada, en los próximos meses ésta podría mostrar un repunte.

Con tal de moderar este fenómeno y defender al peso, el Banco de México ha reaccionado con alzas de tasas de interés. Pero aunque esto ha fortalecido a la moneda momentáneamente, también encarece el crédito, presionando a las empresas y al gobierno y debilitando el crecimiento.

El ejemplo del banco central muestra que tanto para el sector privado como el público, lidiar con estos retos durante la segunda mitad del año representará un reto importante y diferente de sortear, con soluciones contradictorias y que no están libres de riesgos.

Dólar golpea a productores

El peso, la divisa emergente más operada del mundo, se ha convertido en víctima de su propio éxito. En lo que va del año, ha perdido el 6.92 por ciento de su valor frente al dólar, la tercera caída más pronunciada entre las 31 monedas con mayor volumen de operación en el mundo.

A pesar de que la inflación al consumidor aún se encuentra debajo del objetivo de 3 por ciento del Banco de México (Banxico), el alza reciente de los precios al productor comienzan a dar señas de que la depreciación del peso está permeando en la economía real.

El diseño de la política económica de México contempla al tipo de cambio como la válvula de ajuste para absorber choques externos. La coyuntura de los mercados financieros globales en el periodo posterior a la crisis del 2008 se ha caracterizado por recurrentes episodios de volatilidad.

Sin embargo México, un país que es reconocido por organismos multilaterales e instituciones financieras como un referente de la estabilidad macroeconómica, ha aislado el impacto de estos episodios de volatilidad a través del tipo de cambio. En los últimos dos años, el peso se ha depreciado 42 por ciento frente al dólar.

Una caída de tal magnitud de la moneda nacional ha puesto de relieve el costo creciente que enfrentan los productores mexicanos. Hace dos semanas, el tipo de cambio alcanzó un máximo histórico de 19.50 pesos por dólar.

Esto coincidió con un incremento anual del índice de precios al productor en junio de 5.62 por ciento a tasa anualizada. Al interior del índice, el componente de mercancías y servicios finales presentó un alza anual de 6.3 por ciento, la más alta en los últimos siete años.

El peso, con un volumen diario de operación de 135 mil millones de dólares, no sólo es la octava divisa más líquida en el mercado, sino que se ha convertido en una activo de cobertura para balancear los portafolios de inversión que no pueden deshacerse de su exposición a otros activos emergentes.

Esto se ha traducido en una tendencia de depreciación que ha ganado una tracción más marcada desde el inicio del 2015, en detrimento particular del sector externo. En junio, la inflación anual del sector industrial de exportación fue de 11.6 por ciento. Lo anterior se explica por el hecho de que alrededor del 40 por ciento de los componentes de las exportaciones mexicanas se importan desde Estados Unidos.

¿Siguen los consumidores?

Contra la inflación anualizada de 5.62 por ciento experimentada por los productores mexicanos en junio, los precios de los consumidores se han mantenido mucho más estables.

En el mismo mes la tasa de inflación en este rubro fue de 2.54 por ciento – cómodamente dentro del objetivo oficial de Banxico, que contempla un nivel de 3 por ciento más/menos un punto porcentual.

Pero este bajo nivel de inflación, no tan alejado del mínimo histórico registrado en diciembre del año pasado, oculta una tendencia a la alza que podría acelerarse en la segunda mitad del 2016.

Dentro del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), la inflación subyacente en junio fue de 2.97 a tasa anualizada. Este indicador excluye los precios de los bienes y servicios más volátiles o que no son determinados por el mercado, por lo cual es útil para observar la tendencia inflacionaria.

Sumando junio, la inflación subyacente ya hila siete meses de aceleración, y a excepción de en febrero ha registrado niveles superiores a los de la inflación general desde noviembre del año pasado.

Si la depreciación del peso continúa presionando los costos de los productores y este efecto se traspasa a los precios de los consumidores, esta tendencia de alza inflacionaria podría dispararse en los próximos meses.

La caída del consumo

La tendencia inflacionaria va en dirección contraria a la del consumo del mercado interno mexicano, el cual se ha desacelerado en los últimos meses.

Esta tendencia resulta preocupante porque el gasto de los consumidores es uno de los principales motores económicos de México, representando casi el 70 por ciento del producto interno bruto (PIB) del país.

En abril el Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior registró un alza interanual de 1.2 por ciento, su peor desempeño desde julio del 2014. Mensualmente, el indicador cayó 2.2 por ciento – su peor declive desde mayo del 2009. Este enfriamiento del consumo se ha visto reflejado en las ventas minoristas del país.

La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) reporta que en junio las ventas nominales en las tiendas con más de un año de operación crecieron 5.3 por ciento interanualmente.

A pesar de que éste es su mejor desempeño para un sexto mes del año desde el 2012, el indicador cayó por debajo de las expectativas del mercado. Un sondeo de analistas de Bloomberg arrojó un pronóstico mediano de 6 por ciento. La cifra además cae por debajo de la tasa de crecimiento de 7.4 por ciento registrada en los primeros cinco meses del año.

El escudo de las remesas

Sin embargo no todo lo que ha traído la depreciación del peso es negativo, ya que el envío de remesas se ha beneficiado de este fenómeno.

Mientras que los importadores sufren ante el encarecimiento de los productos extranjeros, la depreciación ha resultado ser una bonanza para los migrantes mexicanos, que envían una proporción cada vez mayor de sus salarios de vuelta a México para aprovechar el mejor rendimiento que éste tiene al traducirlo a pesos.

Banxico reporta que en mayo de este año el monto total de remesas recibidas en el país registró un crecimiento interanual de 13.09%. Entre enero y mayo del 2016, las remesas en términos de dólares se han incrementado 9.54 por ciento en relación al mismo periodo del 2015.

El incremento nominal, aunado al fortalecimiento del dólar, representa un impulso significativo al ingreso de los 1.29 millones de hogares que reciben remesas, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Por otra parte, a pesar de que la desaceleración de la actividad industrial en Estados Unidos se ha reflejado en una caída del nivel de exportaciones mexicanas, el crecimiento de las remesas opera como la única variable que podría contrarrestar la baja reciente del consumo privado.

Además, el mayor ingreso de remesas ayuda a mitigar el impacto de la desaceleración exportadora en el déficit de cuenta corriente (la diferencia entre la exportación e importación de bienes y servicios) de México, aminorando los riesgos de choques externos para el país.

Crecimiento en riesgo

La economía mexicana ha llegado a un punto en el que convergen el deterioro reciente de sus principales indicadores de actividad económica, la vulnerabilidad derivada del bajo crecimiento que ha sido constante en los últimos veinte años, así como la amenaza de un alza en el nivel general de precios.

Estas variables han incidido en una revisión a la baja del grueso de los pronósticos de crecimiento para el 2016 y el 2017.

El alza en el nivel de precios al productor, un preludio de lo que podría observarse en la inflación al consumidor, ocurre en un momento en el que la mayoría de los indicadores apuntan hacia una desaceleración de la actividad económica, particularmente en el consumo y el sector externo.

Pese a que el balance de riesgos internos en la economía mexicana ha empeorado, las medidas del gabinete económico han privilegiado una postura a la defensiva, con implicaciones negativas para la actividad económica en el corto plazo.

La política económica reciente se ha caracterizado por seguir lineamientos apegados a la ortodoxia. Frente a la posible alza de tasas de interés en Estados Unidos para este año y el efecto que podría tener una profundización de la depreciación del peso, Banxico ha elevado su tasa de interés de referencia en cien puntos base en lo que va del 2016.

Las autoridades monetarias insisten en que aunque no se pretende defender algún nivel del tipo de cambio, existe una preocupación respecto al traslado de la depreciación hacia la economía real que se refleje en un repunte de la inflación que extralimite el objetivo del banco central.

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