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Economía sin salvavidas

“La economía mundial es como un trasatlántico sin botes salvavidas”, en la opinión del economista en jefe del banco HSBC, Stephen King.

Esto hace referencia a las dificultades a las que se enfrentan las autoridades de política económica, tanto fiscal como monetaria, alrededor del mundo, ya que en muchos países las herramientas tradicionales de estímulo están agotadas.

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billones de dólares ha inyectado la Reserva Federal a la economía estadounidense desde el 2007, una medida sin precedentes y cuyas consecuencias aún son discutidas por los expertos
Mantener por un periodo extendido las tasas de interés de referencia cercanas al 0 por ciento, provoca distorsiones inevitables en los mercados financieros
"Han pasado seis años desde la última recesión, lo cual sugiere que la próxima puede no estar muy lejos, pero hay una total ausencia de las herramientas tradicionales (de política económica)"
Stephen KingEconomista en jefe de HSBC
"Mientras todos se enfocan en el aquí y ahora, hay una tormenta, mucho, mucho más grande que se avecina"
Stanley F. DruckenmillerEx administrador de fondos de cobertura
y fundador de Duquesne Capital
https://www.youtube.com/watch?v=Yesuym_9Js8

“La economía mundial es como un trasatlántico sin botes salvavidas”, en la opinión del economista en jefe del banco HSBC, Stephen King.

Esto hace referencia a las dificultades a las que se enfrentan las autoridades de política económica, tanto fiscal como monetaria, alrededor del mundo, ya que en muchos países las herramientas tradicionales de estímulo están agotadas.

Después de la crisis del 2008, los gobiernos alrededor del mundo emprendieron programas de estímulo económico a gran escala, reduciendo sus tasas de interés a bajos históricos, inyectando dinero a sus mercados financieros e incrementando su gasto público.

Pero a más de seis años de la última recesión global, la recuperación aún no muestra señas de ser lo suficientemente sostenible como para retirar los estímulos. Es por esto que King apunta que “si otra recesión nos golpea, podría ser una lucha titánica para las autoridades”.

Por si fuera poco, la próxima crisis podría estar más cerca de lo que se piensa. 

“Han pasado seis años desde la última recesión, sugiriendo que la próxima podría no estar muy lejos”, dijo King en su reporte. El ejecutivo agregó, en entrevista con Bloomberg, que “probablemente estamos más cerca de la próxima (recesión) que de la pasada”.

Si se toma el desempeño de Estados Unidos, la mayor economía del mundo, como barómetro, la advertencia de King tiene mucho sentido: el espacio promedio entre las últimas cinco recesiones en ese país es de aproximadamente seis años.

Bancos agotados

Diversos bancos centrales alrededor del mundo respondieron a la crisis reduciendo sus tasas de interés de referencia a bajos históricos, y algunos incluso lanzaron programas de compras de activos para inyectar liquidez a sus economías. 

Esta tendencia de estímulo incluye a instituciones tanto de economías desarrolladas, como la Reserva Federal (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE), como de mercados emergentes, como el Banco de México y el Banco de Reserva de India.

El problema no es sólo el que las tasas cercanas al 0 por ciento que se ven en el mundo desarrollado no dejan espacio para responder a una nueva crisis, sino que además traen problemas por sí mismos.

Mantener por un periodo extendido tasas de interés tan bajas crea distorsiones en los mercados financieros, incentivando a los inversionistas a meter su dinero en activos más riesgosos con tal de obtener rendimientos más altos.

Es por esto que la Fed ahora intenta normalizar su política y alzar sus tasas apenas sea prudente, lo cual seguramente resultará en alzas similares en los mercados emergentes para reducir la fuga de capital y la depreciación excesiva de sus monedas.

Con riesgos financieros en aumento, poco espacio de maniobra en sus tasas de interés, y el banco central más influyente del mundo preparándose para alzar su propia tasa, a los bancos centrales se les acaban las opciones cuando más podrían necesitarlas.

El candado de la deuda

Por otro lado, las condiciones macroeconómicas actuales dejan a los gobiernos desprotegidos ante la amenaza de una nueva recesión e incapaces de usar estímulo fiscal para reavivar sus economías. 

Las reacciones ante una crisis están limitadas por factores como altos niveles de deuda y déficits fiscales, un entorno de bajas tasas de interés, y un estancamiento secular de la producción.

El deterioro de la posición financiera es una tendencia que incluye tanto a países desarrollados como a países emergentes. Tan sólo en México, el nivel de deuda pública se disparó desde un 21.2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2008 a 38.8 por ciento del PIB en 2014.

La respuesta natural e inmediata a una crisis consiste en un aumento del gasto público para estimular la demanda. Pero los altos niveles de deuda pública y déficit fiscal dificultan la ejecución de esta política.

Por un lado, incrementar la deuda para financiar gasto público puede dejar a los gobiernos con una pesada carga que se verá reflejada en mayores impuestos futuros, los cuales lastimarían el crecimiento.

Además los altos niveles de deuda reducen el efecto multiplicador del gasto público, volviendo menos efectivo su esparcimiento en la economía aún cuando éste crece gracias a los déficits.

Con pocas opciones disponibles, King concluye que la economía global se arriesga a irse a la deriva. Invocando la historia del hundimiento del Titanic, advierte que ningún banco es inmune a hundirse y que la falta de salvavidas en momentos clave puede resultar catastrófica

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