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Fantasía laboral

Ayer, en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, el presidente Peña Nieto celebró que al final de su sexenio podría romperse la barrera de los 20 millones de empleos formales. Este anuncio es consistente con la insistencia de la administración actual de señalar el desempeño del mercado laboral como uno de los mayores logros de este gobierno.

En un evento en Los Pinos, acompañado de líderes sindicales y de la cúpula empresarial, el presidente ofreció una perspectiva optimista respecto a “cómo han mejorado las condiciones laborales en México”.

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Creció el salario promedio en México en el 2016
“Ya hemos podido fijarnos una meta, que yo espero alcancemos para el 2018, que será tener al menos registrados en el Seguro Social 20 millones de empleos formales. Es una meta ambiciosa, y estoy convencido de que es viable y es realista”
Enrique Peña NietoPresidente de México

Ayer, en el marco de la conmemoración del Día Internacional del Trabajo, el presidente Peña Nieto celebró que al final de su sexenio podría romperse la barrera de los 20 millones de empleos formales. Este anuncio es consistente con la insistencia de la administración actual de señalar el desempeño del mercado laboral como uno de los mayores logros de este gobierno.

En un evento en Los Pinos, acompañado de líderes sindicales y de la cúpula empresarial, el presidente ofreció una perspectiva optimista respecto a “cómo han mejorado las condiciones laborales en México”.

Sin embargo, la realidad es otra. El discurso oficial omite por completo uno de los mayores problemas económicos del país: la debilidad salarial. El Consejo Nacional de  Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) refiere que el salario promedio nacional se encuentra debajo de la línea de bienestar. Ello permite construir el argumento de que la pobreza en México no obedece en gran medida al desempleo, sino a la baja remuneración de las personas que sí están ocupadas.  Datos oficiales muestran que cerca del 60 por ciento de la población percibe menos de dos salarios mínimos al día.

Ni siquiera el  cambio estructural que derivó de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha sido capaz de corregir esta tendencia. De hecho, los salarios del sector de manufactura de México han decrecido en términos reales en la última década y son ya más bajos que en China, de acuerdo a datos recopilados por la firma Euromonitor.

Ahora que el gobierno mexicano encara la renegociación o posible derogación del TLCAN, emerge la pregunta de si la única ventaja competitiva del país residen en sus bajos costos laborales.

Uno de los reclamos históricos de los detractores del TLCAN, cuyas voces se han exacerbado en la administración de Donald Trump, es el de la falta de convergencia salarial entre México y Estados Unidos.

Según datos del INEGI, en el 2005, el 27.7 por ciento de la población percibía más de tres salarios mínimos al día. En el 2016, la cifra descendió a 19.3 por ciento de la población.

¿Peor que Cuba?

En su discurso, el presidente Peña Nieto hizo referencia a un avance del 13 por ciento en el poder adquisitivo de los mexicanos. No obstante, éste se ha rezagado considerablemente respecto a otros países de América Latina.

El producto interno bruto (PIB) per cápita real medido a paridad de poder de compra en dólares constantes del 2011 es casi 30 por ciento mayor en Cuba que en México. La brecha comenzó a abrirse en el 2006 y ha continuado expandiéndose en este sexenio. Años atrás, en 1994, el ingreso mexicano per cápita medido en estos términos era 50 por ciento mayor al de Cuba.  Esto pone en evidencia el marcado estancamiento de la masa salarial del país sobre todo, luego la crisis global de 2008.

A pesar de que las condiciones del sistema económico de Cuba y México son diametralmente diferentes, la comparación arroja luz sobre el resultado parcial de los dos casos más extremos de política de ingresos de América Latina: un modelo socialista en el que se privilegia la distribución del ingreso a costa de la libertad económica frente a un modelo  de apertura que privilegia, en el papel, la libertad económica sobre cualquier esfuerzo mínimo de redistribución eficiente de la renta nacional.

Datos cuestionados

Jonathan Heath, un economista independiente, sostiene que los datos del IMSS, que son la base de referencia del argumento del presidente Peña Nieto, son poco confiables. Esto en el sentido de que, cuando se habla de creación de empleos, realmente se está aludiendo a empleos que ya existían y que están siendo formalizados.

Dada la precariedad de las condiciones laborales (de ingreso, productividad y acceso a seguridad social) del sector informal, esto ayuda a explicar por qué, como lo señala Heath, la tendencia es hacia la creación de empleos mal remunerados y existe cada vez una menor proporción de empleos que perciben más de cinco salarios mínimos al día.

El presidente Peña Nieto refirió que a inicio de su gobierno existían en el país 16.2 millones de empleos formales y que la cifra hoy supera los 19 millones de empleos.

 El año pasado, el nivel de empleo creció 3.8 por ciento, mientras que el salario real promedio únicamente lo hizo en un 0.9 por ciento.  Aunque éste representa el mayor avance desde el 2007, Heath argumenta que esta divergencia explica la debilidad del mercado interno y por ende la condición estructural de bajo crecimiento de la economía mexicana.

Por otra parte, a diferencia del resto de América Latina, el deterioro reciente del cuadro macroeconómico del país no se ha traducido en una mejora de ingresos para el grueso de la población. Los desbalances macroeconómicos de Argentina y Brasil estuvieron acompañados de un crecimiento  del ingreso real per cápita.  En México, el balance de riesgos de la inflación y de la deuda, aunque no han llegado a los niveles alarmantes de sus contrapartes sudamericanos, está lejos de ser la base sobre la cual México se convirtió en un referente de estabilidad emergente a principios de este sexenio.

Frente a este panorama, palidece el hecho de que el desempleo haya alcanzado su menor nivel en 15 años. Esta ecuación no incorpora los elementos de informalidad y bajos salarios, dos componentes clave de la pobreza endémica de México.

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