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México: la oveja negra

Este año, los mercados financieros han vuelto a resaltar la diferencia entre México y el resto de las economías emergentes. 

 

Los activos mexicanos han estado exiliados de una tendencia alcista en los mercados emergentes. 

19.03%
es la apreciación del real brasileño frente al dólar en lo que va del año

Este año, los mercados financieros han vuelto a resaltar la diferencia entre México y el resto de las economías emergentes. 

 

Los activos mexicanos han estado exiliados de una tendencia alcista en los mercados emergentes. 

Este auge se ha presentado incluso en países cuyo balance de riesgos incluye desde altos niveles de inflación hasta recesiones. 

 

El argumento de que México es considerado un país con fundamentos macroeconómicos sólidos, repetido de manera insistente por las autoridades de política económica, no ha encontrado respuesta en las decisiones de los inversionistas globales. 

 

En lo que va del año, el bono de deuda soberana a diez años de México registra un rendimiento negativo de 3.04 por ciento. Esto contrasta con el avance de 13.77 por ciento del índice de Bloomberg de bonos de deuda soberana denominados en dólares de países emergentes. 

 

En un momento en el que las tasas de interés de las economías avanzadas se encuentran en mínimos históricos, los inversionistas han privilegiado la toma de riesgo en activos de países en desarrollo. 

 

De acuerdo a HSBC, en el 2016, 11.5 mil millones de dólares han ingresado a fondos que invierten en bonos de deuda corporativa de países emergentes, una de las clases de activos de mayor riesgo en el mercado.

 

Este fenómeno se encuentra respaldado por los intermediarios de alto perfil del sistema financiero. El reporte de perspectivas de inversión para el cuarto trimestre de Blackrock, la firma de administración de activos más grande del mundo, mantiene una proyección positiva respecto a las acciones y a la deuda de países emergentes. 

 

Sin embargo, los activos denominados en pesos han sido removidos de esta ecuación. En lo que va del año, el peso ha perdido más del 10 por ciento de su valor frente al dólar. La cifra contrasta con la apreciación de casi 20 por ciento del real brasileño en relación a la moneda estadounidense. 

 

Aunque la posición fiscal de las finanzas públicas mexicanas se encuentra comprometida, los desbalances macroeconómicos de Brasil son de mayor magnitud. El año pasado, la economía brasileña se contrajo 3.8 por ciento. Asimismo, presentó una inflación de 10.7 por ciento y un déficit fiscal de 10.4 por ciento. 

 

En cambio, México, que se encuentra en medio de un proceso de consolidación de sus finanzas públicas, espera alcanzar un superávit fiscal primario para el siguiente año. 

 

Ganarse la confianza

 

Los mercados han sido particularmente críticos con el manejo económico de México en los últimos meses. 

 

En verano, el entonces secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dijo en una entrevista que el país tenía que ganarse la confianza del mercado todos los días. 

 

Las declaraciones de Videgaray hacen referencia a una característica que diferencia al peso mexicano respecto a otras divisas emergentes: la moneda nacional se ha convertido en el instrumento de cobertura por excelencia de los inversionistas. 

 

En momentos de estrés financiero, el peso mexicano es vendido para compensar las posiciones de pérdida de otros activos emergentes en un portafolio. Esto se debe a que la divisa mexicana cuenta con altos niveles de liquidez, es decir que es fácilmente intercambiable en el mercado. 

 

En consecuencia, el peso mexicano se ha vuelto una medida de riesgo global, una aproximación a un indicador de volatilidad. 

 

Ante la emergencia de un factor de incertidumbre, el tipo de cambio del peso frente al dólar registra una reacción exacerbada. 

 

Esto fue puesto de relieve el 23 de junio, cuando Reino Unido tomó la decisión de salir de la Unión Europea. Entonces, la incertidumbre se tradujo en turbulencia para los mercados financieros. El peso perdió más del 4 por ciento de su valor en una sola jornada, un movimiento inusual para el mercado de divisas, el cual suele registrar variaciones menores a un punto porcentual. 

 

Peso expuesto

 

El proceso electoral de Estados Unidos, considerado por Citi y Morgan Stanley como un componente relevante del balance de riesgos de la economía global, también ha reflejado su condición disruptiva en el peso mexicano. Resulta evidente la correlación entre el tipo de cambio pesos por dólar y las preferencias electorales en las encuestas del candidato republicano a la presidencia, Donald Trump.

 

Juan Carlos Rodado, director de investigación económica para América del Norte en el banco de inversión Natixis, considera que el peso mexicano mantendrá una tendencia descendente aún si Trump pierde las elecciones. 

 

El razonamiento de Rodado yace en que la divisa mexicana continúa reaccionando de manera directa a cualquier evento disruptivo. Dado el amplio abanico de riesgos de la economía global, las perspectivas para el peso no son optimistas. Los efectos sistémicos de una caída de Deutsche Bank, una recaída del mercado petrolero y el triunfo electoral de movimientos anti sistema en Europa o Estados Unidos son citados como algunos de los factores de desestabilización a la vista.

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