Comercio internacional excluyente para mujeres

La liberalización del comercio ha impulsado la integración de las mujeres a los empleos, sin embargo, esto ha ocurrido en condiciones precarias, que se podrían acentuar con la crisis provocada por la pandemia y la próxima automatización de procesos productivos
María Fernanda Navarro María Fernanda Navarro Publicado el
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La “feminización del trabajo” gracias a la expansión del comercio internacional no es garantía de mejores condiciones laborales a las mujeres, incluso es probable que la marginación y brechas salariales se incrementen con la automatización de procesos productivos y la incorporación de innovaciones tecnológicas en los sectores exportadores.

Si bien el comercio internacional ha impulsado las oportunidades laborales para las mujeres durante las últimas cuatro décadas, esta participación ocurre en condiciones de mano de obra a bajo costo, condiciones precarias y menor protección, apuntan estudios retomados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su reporte Perspectivas del Comercio Internacional de América Latina y el Caribe 2020.

Además advierte que la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 podría implicar un retroceso en los “escasos avances” en materia económica y laboral para las trabajadoras, así como profundizar las desigualdades de género en el acceso al empleo.

Lo anterior, explica la CEPAL, se debe a que los sectores que tradicionalmente emplean a mujeres fueron los que reportaron un mayor impacto negativo por el paro económico que significó la pandemia, como el turismo, el comercio al por menor y el sector textil.

Este organismo internacional estima que en 2020 el valor de las exportaciones regionales de bienes cayó 13 por ciento, mientras que el de las importaciones se contrajo 20 por ciento. Si se mide el impacto de la pandemia por subregión, Centroamérica fue la que exhibió un peor desempeño.

La participación de las mujeres en el comercio internacional ocurre en condiciones precarias y menor protección

Al escenario de caídas en exportaciones e importaciones entre los países de América Latina y el Caribe se agrega la tendencia de automatización de los procesos productivos y la incorporación de innovaciones tecnológicas sobre todo en áreas como la textil y la horticultura de exportación que si bien prometen revolucionar estos sectores, también podrían poner en riesgo el empleo de las mujeres.

El despliegue tecnológico en industrias como la manufacturera es inminente sobre todo con el acercamiento a la puesta en marcha de la tecnología 5G, advierten especialistas en la materia y representantes del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).

Algunos ejemplos de la transformación de la industria con esta tecnología son las líneas de producción que reaccionan de forma autónoma a la oferta y la demanda, procesos digitales que pueden advertir sobre fallas reales de maquinaria con anticipación, redes logísticas que enrutan mercancías de forma autónoma, trazabilidad completa del envío de los artículos del almacenes hasta su destino y la utilización del Internet de las Cosas en la agricultura para cultivar de manera eficiente.

Hasta el momento la red 5G se ha desplegado en 38 países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, algunas naciones europeas y en el este asiatico. En el caso de México, las inversiones en esta tecnología empiezan a llevarse a cabo y diversos pronósticos apuntan que a partir de 2025 podría iniciar su uso.

En contraste a la aproximación de los cambios tecnológicos, las trabajadoras en empresas manufactureras orientadas a la exportación se encuentran insertadas en gran medida en los trabajos manuales y de baja calificación y están subrepresentadas en empleos intensivos en tecnología o de conocimiento, que de acuerdo con la Cepal, son la clave para el cambio estructural progresivo y el desarrollo a largo plazo.

Pocas empresarias en el comercio

Las ventajas del comercio exterior y las cadenas globales de valor también están limitadas para las mujeres que encabezan una empresa y en todo caso depende de si se especializan en productos y servicios en sectores que se están expandiendo, detalla la Cepal.

Los hombres son dueños del 90 por ciento de las empresas manufactureras exportadoras y del 88 por ciento de las empresas de servicios exportadores, de acuerdo con una encuesta elaborada por el Banco Mundial en 76 países en desarrollo y emergentes.

Otro dato relevante en torno a la participación de las empresas que son propiedad de las mujeres es que exportan menos porque son más pequeñas, tienen menor acceso a capital y están concentradas en el sector de servicios, que resulta ser menos intensivo en exportaciones que el sector de bienes.

En ese sentido la Cepal hace un llamado a los países de América Latina y el Caribe a garantizar que las mujeres que participan en empresas exportadoras, accedan de forma igualitaria a los diferentes instrumentos y mecanismos de protección del empleo y el financiamiento orientado a la mitigación y reactivación.

Entre las acciones que propone el organismo destacan la inclusión de políticas de igualdad de género, el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres en el sistema multilateral del comercio, junto con el desarrollo de la agenda internacional para la facilitación del comercio con un enfoque de género. Además apunta a la incorporación de disposiciones sobre igualdad de género en los acuerdos de comercio preferencial.

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