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Un ascenso que duele

Agustín Carstens presentó su renuncia como gobernador del Banco de México al presidente Enrique Peña Nieto, la cual se hará efectiva a partir del primero de julio del 2017.

 

47%
se ha depreciado el peso frente al dólar en los últimos dos años, una muestra parcial del deterioro macroeconómico en el que se encuentra el país
De ninguna manera se debe leer mi salida (como respuesta) a una situación coyuntural o algún supuesto desencuentro con la Secretaría de Hacienda o el Gobierno federal. No hay nada de eso” 
Agustín CarstensGobernador del Banco
de México

Agustín Carstens presentó su renuncia como gobernador del Banco de México al presidente Enrique Peña Nieto, la cual se hará efectiva a partir del primero de julio del 2017.

 

La noticia ocurre en un momento crítico para la economía mexicana, en el que el cuadro macroeconómico del país presenta diversos signos de deterioro. La reacción inicial del mercado fue adversa: el peso presentó una depreciación de 1.4 por ciento frente al dólar en las horas subsecuentes al anuncio de la decisión.

 

Sin embargo,  contrario a la percepción generalizada de que “el capitán está abandonando el barco a media tormenta”, Carstens aseguró que su salida no es en ninguna manera una situación coyuntural derivada de algún supuesto desencuentro con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público o el gobierno federal.

 

El aún gobernador de Banco de México dejará su posición para asumir el cargo de gerente general en el Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), una de las instituciones que conforman el pilar de la arquitectura del sistema financiero internacional.

 

No obstante, en este sexenio, Banco de México ha sido uno de los críticos más visibles del manejo de la política económica de la administración de Peña Nieto. El choque de expectativas que significa la diferencia entre las proyecciones del banco central y las proyecciones de las autoridades fiscales no es la única señal de desencuentro. En las minutas de la decisión de política monetaria del Banco de México se exhortó de manera consistente a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a asumir una postura de disciplina y prudencia fiscal.

 

Pésimo timing

 

Agustín Carstens es, por excelencia, la figura de referencia de la política económica en México. Su mandato en el Banco de México, que inició en 2010, se caracterizó por llevar las tasa de interés de referencia a mínimos históricos con el fin de evitar que la política monetaria significara un lastre al crecimiento.

 

En su administración, la inflación se mantuvo debajo del objetivo del banco central de 3 por ciento durante diecisiete meses consecutivos. La racha se rompió el mes pasado.

 

El consenso de analistas refiere que la economía mexicana podría enfrentarse a una tormenta perfecta en el 2017. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, así como la incertidumbre derivada de su discurso proteccionista se conjuga con un deterioro en la salud macroeconómica del país.

 

Anteriormente, la mediocre tasa de crecimiento del país (2.3 por ciento anual promedio en las últimas tres décadas) era citada como el principal reto económico de México.

 

Ahora, a esta condición se agrega una política de austeridad cuya credibilidad se ha puesto en tela de juicio, la depreciación de más de 47 por ciento del peso frente al dólar en los últimos dos años, el traspaso de dicho efecto al nivel de precios, así como una tendencia creciente en los niveles de deuda pública como porcentaje del producto interno bruto y el déficit fiscal.

 

Por otra parte, el consenso de analistas descartó que la decisión de Carstens implique una crisis de credibilidad para el Banco de México; un organismo con fortaleza institucional, autonomía garantizada y cuadros profesionales que podrían ser considerados por el presidente Peña Nieto para suplir al actual gobernador del banco central.

 

Gabriela Siller, analista de Banco Base, dijo al diario The Wall Street Journal que la incertidumbre que actualmente pesa sobre el tipo de cambio se disipará cuando se presente la propuesta del nuevo perfil que será encargado de conducir la política monetaria en el país.

 

Un mexicano llega al BIS

 

El BIS, conocido como el banco de los bancos centrales, juega un rol fundamental en el mantenimiento de la estabilidad del sistema financiero global. La administración de Carstens, que iniciará en octubre del siguiente año, se desenvolverá en un escenario particularmente frágil para las acciones de los principales bancos centrales del mundo.

 

La institución, que por primera vez será dirigida por un funcionario proveniente de una economía emergente, argumenta que la persistencia crónica de bajas tasas de interés representa un factor de riesgo para la estabilidad financiera, de modo que la presencia de la política monetaria como única respuesta a la recuperación económica global es insostenible.

 

En el orden institucional y económico de Bretton Woods, el nombramiento de Agustín Carstens lo ubica en el mismo nivel que Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Institucional (FMI), Roberto Azevedo, director general de la Organización Mundial de Comercio, así como de Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial.

 

Carstens fue seleccionado por un comité integrado por Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra; Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo; Haruhiko Kuroda, gobernador del Banco de Japón; François Villeroy, gobernador del Banco de Francia; Ignazio Visco, gobernador del Banco de Italia y Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal.

 

El gobernador de Banco de México atribuyó el nombramiento al reconocimiento con el que cuenta la autoridad monetaria mexicana como institución de excelencia.

 

Éste es el segundo intento de Carstens para ocupar una posición de alto perfil en un organismo multilateral después de que en el 2011 hiciera campaña para convertirse en director gerente del FMI.

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