Aviación mexicana con ‘vuelos turbulentos’

La senda de recuperación que experimentaron las empresas de aviación mexicanas está siendo amenazada por los cercos sanitarios que empiezan a establecer diversos países ante la nueva variante de COVID, Ómicron
María Fernanda Navarro María Fernanda Navarro Publicado el
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En el porvenir de la industria de la aviación mexicana se espera un clima nublado y vuelos turbulentos. 

Aunque el tráfico aéreo se ha ido recuperando poco a poco desde la pronunciada crisis que vivieron las aerolíneas nacionales e internacionales por la pandemia de COVID-19 que generó cierre de fronteras y cancelación de viajes, la situación financiera de muchas de ellas está lejos de ser próspera. 

La poco atractiva situación financiera de las empresas ya se observaba desde antes de la pandemia, pero se exacerbó con el constante aumento del costo de la turbosina, el principal insumo operativo de las empresas aéreas; el encarecimiento de los costos de los servicios aeroportuarios y la disputa por las 10 rutas más rentables del país entre las aerolíneas mexicanas, explica Fernando Gómez Suárez, analista de aeropuertos y aviación. 

Gómez también señala que diversas aerolíneas emprendieron una batalla de ofertas “depredatorias” en tarifas con el objetivo de incrementar la demanda y ganar mercado, pero que al mantenerse por mucho tiempo no resultaban rentables. 

“Estos esquemas tarifarios les permitía captar pasajeros pero no ganancias. Al final de cuentas fue un efecto bumerán por mantenerlas tanto tiempo en aras de ganarle mercado a los demás o de generar nuevos mercados por lo que fue sustentando una serie de rutas no rentables que financiaban con sus rutas rentables. 

“Además todas las aerolíneas están compitiendo por las mismas rutas rentables en el país, en vez de crear una estrategia con el Gobierno federal que permita distribuir el mercado como sucede en otros países. Por ejemplo, en Estados Unidos, American Airlines controla el norte, United controla Chicago, Delta otro mercado y así se distribuyen regionalmente y así sucede en otros países”, detalla. 

A este contexto se agrega la nueva variante del COVID-19, Ómicron, por la que diversos países han decidido establecer cercos al tráfico aéreo, y que amenaza con impactar a través de nuevas medidas de confinamiento y cierres de fronteras. Hasta el momento las autoridades federales mexicanas descartan establecer cierres de actividades o fronteras y en cambio el Gobierno se enfoca en acelerar la aplicación de la vacuna en la población. 

La amenaza de Ómicron se presenta en un momento en el que el tráfico de pasajeros aéreos empieza a recuperarse. De enero a octubre de este año viajaron 35 millones 395 mil 379 pasajeros a través de aerolíneas mexicanas en vuelos nacionales, que representa 59.4 por ciento más de los tras- lados registrados en ese mismo periodo de 2020. En tanto que los pasajeros transportados en vuelos internacionales en empresas mexicanas sumaron siete millones 895 mil 281 pasajeros que representa 58.9 por ciento más que el año pasado. 

Esta recuperación es importante para un sector económico que aporta el tres por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional que equivale aproximadamente a 40 mil millones de dólares al año, apunta Gómez Suárez. 

Mala administración 

Sin embargo, el poco favorecedor panorama de la aviación mexicana no se debe únicamente a elementos adversos en el sector y la economía del país, sino a una mala gestión administrativa de las empresas, advierte Gómez Suárez. 

“Hay ejemplos en la aviación mexicana como Mexicana, Interjet, Aviacsa, que han desaparecido del mercado y que siguen en situaciones problemáticas, ahí destacan cuestiones administrativas internas”. 

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Actualmente Interjet, por diversos adeudos fiscales; y Aeroméxico, que se adhirió al capítulo 11 del Código de Bancarrota de Estados Unidos, presentan situaciones financieras adversas que están tratando de subsanar. 

Actualmente la aerolínea con mayor presencia en el país es Volaris con 40.9 por ciento de la participación de mercado, seguido de Vivaaerobus con 28.2 por ciento, ambas empresas enfocadas en el segmento de viajes de bajo costo. 

Sin embargo, dichas empresas no están exentas de conflictos durante los últimos años. Desde excesivas denuncias por parte de sus usuarios a través de redes sociales por fallas en los servicios y cancelación de vuelos sin previo aviso, hasta advertencias por parte de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) por el cobro de equipaje de mano que Aeroméxico, Vivaaerobus y Volaris, se suman a sus problemáticas.

En opinión del especialista aéreo estos eventos reflejan la delicada situación que viven las empresas aéreas del país, toda vez que al reducir su personal la calidad de servicios que ofertan ha disminuido notoriamente. 

“Se espera que para 2022 haya un incremento en el número de pasajeros, que se eleve la con- fianza, aunque también es un escenario muy incierto, de total incertidumbre, pero ante el llamado de posibles cercos sanitarios, la relativa recuperación de la aviación se vería estancada”. 

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