Agarrados a ‘tomatazos’

En una movida que se esperaría de un país menos desarrollado, el gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento del Comercio, se inclinó ante las circunstancias electorales del país y anuncio que podría cancelar un acuerdo para la importación de tomates con México.

Se trata de un sistema que está vigente desde 1996 mediante el cual el gobierno de Estados Unidos fija un precio mínimo para la importación de tomates mexicanos con el propósito de no inundar el mercado doméstico.

En una movida que se esperaría de un país menos desarrollado, el gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento del Comercio, se inclinó ante las circunstancias electorales del país y anuncio que podría cancelar un acuerdo para la importación de tomates con México.

Se trata de un sistema que está vigente desde 1996 mediante el cual el gobierno de Estados Unidos fija un precio mínimo para la importación de tomates mexicanos con el propósito de no inundar el mercado doméstico.

Sin embargo, dado la creciente productividad del sector mexicano, donde se han invertido fuertes cantidades en viveros, los productores de Estados Unidos no han podido competir y hoy piden ayuda a su gobierno.

Lo curioso del caso es que se produce en plenas elecciones presidenciales y por atender una demanda de productores en Florida, uno de los estados clave en la contienda.

Por la peculiar manera en la cual están hechas las leyes electorales en Estados Unidos, este estado tiene proporcionalmente más peso que otros cuando se trata de elecciones.

De ahí la insistencia de muchos en que la revisión al acuerdo por parte del Departamento de Comercio se trata más de política que economía.

Si bien la decisión se tomaría hasta finales de mayo de 2013, después de un periodo de consulta pública, común en este tipo de casos, el anuncio de la revisión al acuerdo ya tiene a los bandos movilizando sus defensas.

Armas mexicanas

Si bien los productores estadounidenses cuentan con las condiciones políticas de su lado, los mexicanos tienen dos importantes armas para disuadir a los burócratas en 
Washington.

La más importante es el uso de represalias comerciales, que son impuestos a las importaciones en México de productos de Estados Unidos.

En el 2009, tras una disputa por camiones, México usó esta arma, lo que le costó millones a productores estadounidenses de puerco, papas y papel sanitario.

El problema se originó cuando el gobierno de EU prohibió el tránsito de los vehículos de carga mexicanos en su territorio, a pesar de que su ingreso estaba estipulado en el Tratado de Libre Comercio.

Sus exportaciones de papa cayeron 35 por ciento y pérdidas millonarias fueron absorbidas por los productores. La otra arma consiste de unos aliados poco comunes: las empresas multinacionales de artículos diversos, como Wal-Mart, que temen que una guerra comercial con México afecte sus costos en miles de productos que dependen del tomate o que podrían verse incluidos en una lista negra mexicana.

Ahora comienza un nuevo episodio de negociación en Washington, queda ver si el libre mercado y el comercio prevalecen sobre la política.

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