Tras diez años de espera y un desastroso juego móvil, por fin llega Diablo IV y nos recuerda por qué es un referente en los RPGs

Diez años es mucho tiempo, en especial en el mundo de los videojuegos. En medio de tiempos tan turbulentos para Blizzard llega Diablo IV, un titulo que promete regresar a los looks oscuros y cambia un poco la dinámica base a la que ya nos tenía acostumbrados esta franquicia ¿Valió la pena esperar una década para un nuevo juego de esta serie?

OSCURIDAD Y DESGRACIA

Diablo es una franquicia tan legendaria que no necesita presentación. El titulo ha marcado generaciones, escandalizado a otras tantas y se ha convertido en un referente de los RPGs, tanto en PC como consolas. Gracias a su jugabilidad y aspecto gráfico, estos títulos se han vuelto inconfundibles y al parecer esta cuarta entrega no es la excepción.

El equipo de desarrollo puso atención a las críticas que recibió su anterior entrega sobre el aspecto gráfico y regresa a los ambientes menos coloridos. El único color que destaca entere los pasillos oscuros es el rojo de la sangre o fuego de antorchas. Santuario es un mundo compuesto por pueblos en total decadencia y azotado por los demonios y entes que habitan los calabozos y bosques. El trabajo de ambientación está tan bien logrado que nos sumerge en la tensión de recorrer las veredas que conectan a los pueblos, ya que moverse entre estos caminos no será fácil. El mapa está repleto de enemigos de alto nivel o eventos aleatorios que convierten en un verdadero reto el desplazarse. Estos enfrentamientos o misiones secundarias tendrán recompensas que valen mucho la pena e invitan al jugador a seguir buscando actividades o peleas.

Además de darle esa vibra de decadencia y desesperanza con sus diálogos, los NPCs de estos pueblos nos llenarán de tareas paralelas que, si bien la mayoría son cortas, se sienten emocionantes y recomendamos realizar todas las que nos encontremos para seguir sumando equipamiento que será de mucha ayuda en los enfrentamientos con enemigos de nivel más alto.

TU PERSONAJE, TU HISTORIA

En esta ocasión, Diablo IV nos da la posibilidad de elegir entre cinco clases. Bárbaro, Hechicero, Nigromante, Druida y Renegado. Estas clases parecieran no alejarse de lo tradicional, pero cada una tendrá sus particularidades no solo en set de habilidades, sino que muchas zonas o retos del juego solo serán accesibles con una clase es específico, dándole mucho factor de rejugabilidad al título.

  • El personaje del bárbaro se trata de un tanque. Hecho para recibir y repartir grandes cantidades de daño.
  • El hechicero tiene más ataques a distancia y hace mucho más daño cuando los enemigos se reúnen en grupos.
  • El siempre confiable nigromante trae de regreso a los cadáveres de enemigos derrotados y se hace de un pequeño ejercito que pueden llegar a ser de mucha ayuda en batallas numerosas.
  • El druida se trata de un guerrero que usa la naturaleza para invocar ataques devastadores y además puede transformarse en bestias.
  • El renegado es un personaje rápido y sigiloso que se enfoca más en hacer ataques discretos pero letales desde las sombras y a distancia.

Si bien estas clases son más conservadoras en el aspecto de jugabilidad, usarlas es muy divertido. Un detalle que si vale la pena rescatar es el árbol de habilidades de nuestro personaje. El jugador debe ser extremadamente cuidadoso en cómo evoluciona a su personaje y va subiendo de nivel; si bien para los veteranos de Diablo esto ya es una norma, para personas que ya está acostumbrada a sistemas más modernos esto puede representar un retroceso. Es muy sencillo cometer un error a la hora de progresar y ponerse a uno mismo en desventaja ante enemigos, lo cual llega a ser muy frustrante, especialmente si ya llevas bastantes horas invertidas en tu partida.

Sabemos que este sistema se trata del “clásico Diablo” pero un poco de flexibilidad no le hubiera sentado mal, en especial en un género tan peleado.

INNOVACIÓN NO ES SINÓNIMO DE BUENO

Una evolución que se siente obvia pero no por eso es desalentadora es la de convertir a Diablo en un juego de servicio. Al momento contamos con pase de batalla y tiendas de cosméticos. Los desarrolladores se han esforzado en explicar que esto se mantendrá solo en cuestiones cosméticas, pero conociendo las prácticas de Blizzard y su no muy popular juego de móviles, esto tiene un alto potencial de salir mal.

Los personajes de Diablo IV tiene un sistema bastante amplio de personalización, por lo que sería ingenuo no pensar que van a explotar este factor para meter un amplio catálogo de microtransacciones y ayudas para subir fácilmente de nivel; es imposible no hacer la comparación con esquemas de juegos móviles. Incluso la narrativa del juego se ve afectada, pues si bien esta entrega cuenta con un endgame, la dirección a convertirlo en un juego de servicio es bastante obvia. En contraste, tenemos una buena ambientación y mapa que, aunque conservador, invita a explorarlo y enfrentarnos con cuanta criatura se nos atraviese. Esperemos que las expansiones sean lo suficientemente jugosas para que le sigan ganando a la mancha que representa ser un juego de precio completo con micro transacciones.

¿RENDIMIENTO DECENTE?

Si bien el apartado gráfico de Diablo nunca se ha esforzado por ser hiper realista, siempre ha contado con una dirección de arte inconfundible y en esta entrega no es la excepción. El único gran “pero” es el diseño de niveles que peca de ser muy conservador y que en ocasiones puede llegar a sentirse repetitivo, en especial si llevas muchas horas jugando. A momentos me confundí y tenía que detenerme a ver con detalle si ese calabozo no había sido el mismo que recorrí un par de horas atrás.

A nivel sonoro, el juego cumple muy bien. El diseño de audio es cruento, siniestro. Recomiendo jugar con audífonos para una inmersión completa.

Diablo IV es un título que requiere de estar conectado a internet para poder jugarlo y en ese rubro Blizzard si debe poner particular atención. Los servidores podían ser tan cambiantes que en algunas sesiones entramos sin mayor problema, pero en otras tantas la fila de acceso era larga e incluso llegó a sacarnos de la partida. Esto último sucedió muy poco, pero no deja de ser molesto.

Calificación: 8.0

Diablo IV se esfuerza por mantenerse fiel a sus orígenes y a los fans, lo cual no es precisamente malo. La magia de las entregas anteriores sigue aquí y endereza los tropiezos de su antecesor. Lilith es una de las mejores villanas de la saga y en general el juego puede extenderse a miles de horas sin aburrir. Su modelo de juego de servicio tiene el potencial de salir mal, pero por ahora, no es algo que importe tanto. Diablo ha regresado y recorrer Santuario nunca había sido tan atrapante… Salve Lilith. 

Diablo IV es un título desarrollado y distribuido por Blizzard Entertainment para PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox ONE, Xbox Series X/S y PC. Para esta reseña se jugó la versión para PC, la cual fue proporcionada por el distribuidor.

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