Odiarse está ‘in’ en el tenis

Desde el torneo de Wimbledon en este 2013, la moda en el tenis femenino dio un giro dramático. 

La pelea entre Serena Williams y Maria Sharapova por sus respectivos novios, impuso una tendencia de rivalidad fuera de la cancha que sorpresivamente ha cobrado fuerza en los medios de comunicación.

En vísperas del US Open, la fijación de la prensa fue la fricción entre la promesa del tenis, Sloane Stephens y la menor de las Williams, quienes actualmente sostienen un conflicto mediático por hablar de más ante la prensa.

Indigo Staff Indigo Staff Publicado el
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"Si te fijas, todos los hombres en la red charlan y se abrazan. Las mujeres salen molestas y heridas. Se dan la mano pero casi no se ven una a la otra”
Chris EvertExtenista profesional

Desde el torneo de Wimbledon en este 2013, la moda en el tenis femenino dio un giro dramático. 

La pelea entre Serena Williams y Maria Sharapova por sus respectivos novios, impuso una tendencia de rivalidad fuera de la cancha que sorpresivamente ha cobrado fuerza en los medios de comunicación.

En vísperas del US Open, la fijación de la prensa fue la fricción entre la promesa del tenis, Sloane Stephens y la menor de las Williams, quienes actualmente sostienen un conflicto mediático por hablar de más ante la prensa.

Admiración mutua entre campeona y retadora o simple táctica ante una situación incómoda, lo cierto es que la amistad o falta de ella se ha convertido en un terreno peligroso en el tenis femenil, donde la elección de amigos parece cuestión táctica.

Su caso no es el único. Chris Evert , con 18 títulos de Grand Slam, se hizo amiga de Martina Navratilova. De pronto, surgió una rivalidad deportiva y se distanciaron temiendo que su ventaja competitiva se pusiera en riesgo si estaban muy cerca.

Algo parecido ocurrió con Agnieszka Radwanska, quien se negó a mirar a Sabine Lisicki después de perder en tres sets la semifinal de Wimbledon en julio pasado. Extendió su mano en la red y salió de la cancha. El momento provocó comentarios sobre Radwanska, calificándola de grosera.

Pero la dinámica es un poco diferente en el juego de los hombres, donde las rivalidades no son menos intensas, pero las muestras de emoción por lo general tienden a fluir libremente segundos después del triunfo de uno y la derrota del otro .

Rafael Nadal abrazó a Roger Federer como consuelo luego de ganar su primer título de Wimbledon en 2008. También, en el Abierto de Estados Unidos, Juan Martín del Potro y Lleyton Hewitt se abrazaron calurosamente tras una pelea de cinco sets que duró cuatro horas.

“Los hombres pueden ser enemigos en la batalla y luego darse la mano y ser amigos, tener un cálido momento en público”, dijo Pam Shriver, extenista de 51 años.

No es que los jugadores no tengan hostilidades  arraigadas. John McEnroe y Jimmy Connors realmente no se agradaban. 

Pero entre mujeres, si una de las jugadoras top le agrada a la otra o es considerada “amigable”, es analizada con mayor intensidad.

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