Voces del Futuro Energético
En México uno de los pasos esenciales para mejorar la eficiencia energética del transporte es la actualización de cuatro normas clave
Columnista InvitadaPor: Isabel Studer
presidenta de Sostenibilidad Global
La electrificación y la eficiencia energética: el eslabón perdido
La transición energética global enfrenta a México con enormes retos y oportunidades, particularmente en el sector del transporte. La electromovilidad, no solo en autos, sino en vehículos de todo tipo, surge como una solución crítica para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y mejorar la eficiencia energética. Este enfoque ofrece una oportunidad única para transformar un sector intensivo en el uso de energía, en un contexto donde la inseguridad energética, las dificultades financieras de Pemex y la crisis climática demandan respuestas inmediatas.
En el ámbito internacional, la adopción de tecnologías limpias en el transporte ha sido impulsada por normativas que promueven vehículos más eficientes y con menores emisiones. En México, es imprescindible revisar las Normas Oficiales Mexicanas (NOM) que regulan tanto las emisiones de los automotores como la calidad de los combustibles. Estas normas podrían ser el catalizador de una modernización de la flota vehicular, haciéndola más limpia y eficiente, pero requieren un compromiso decidido por parte de las autoridades y la industria.
Uno de los pasos esenciales para mejorar la eficiencia energética del transporte es la actualización de cuatro normas clave. La NOM-163-SEMARNAT-SCFI-2023, publicada en 2024, regula el rendimiento de combustible y las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) de vehículos ligeros. Para 2030, se estima que esta norma permitirá ahorrar 3786 millones de litros de gasolina y evitar la emisión de 8.9 millones de toneladas de CO₂. No obstante, la falta de regulación específica sobre eficiencia energética limita su verdadero impacto. Los créditos excesivos otorgados a fabricantes que producen vehículos híbridos (parcialmente eléctricos) reducen, según el Instituto de Transporte Limpio (ICCT), el potencial de mitigación es esta norma en un 50%. Esto no solo frena la reducción del consumo de gasolina, sino que también desincentiva la introducción de tecnologías más limpias.
Otra norma crucial es la NOM-042-SEMARNAT-2003, que regula los límites de gases y partículas para vehículos ligeros, pero no ha sido actualizada en más de 20 años. Su revisión enfrenta actualmente resistencia por parte de la industria automotriz. Si se alineara con los estándares europeos, México podría introducir vehículos más limpios, reduciendo significativamente la contaminación por ozono en sus principales ciudades.
La NOM-044-SEMARNAT-2017, que regula las emisiones de vehículos pesados, ha sido pospuesta varias veces debido a la distribución limitada de diésel de ultra bajo azufre (DUBA). Aunque este ya se distribuye en gran parte del país, es fundamental garantizar su disponibilidad total y adoptar un etiquetado claro para cumplir con los estándares Euro VI para 2025, lo que mejoraría la calidad del aire.
Por último, la NOM-016-CRE-2016 establece los requisitos de calidad de los combustibles, pero Pemex ha recibido numerosas extensiones para cumplir con estos estándares, retrasando la entrada de tecnologías más limpias. Es imperativo imponer impuestos a los combustibles fósiles y diseñarlos de manera que no perjudiquen a los sectores sociales que dependen de ellos, incentivando la inversión en combustibles más limpios.
Además, de actualizar estas normas, existen otras medidas que podrían impulsar la electromovilidad sin generar costos adicionales al gobierno. Un ejemplo es la creación de incentivos fiscales para renovar la flota vehicular, especialmente para reemplazar los vehículos más antiguos, menos eficientes y más contaminantes. También es crucial mejorar la transparencia con un etiquetado claro sobre la eficiencia energética, permitiendo a los consumidores tomar decisiones mejor informadas. Las recientes declaraciones del futuro director general de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, sobre la necesidad de centrarse en el consumo, y no solo en la producción de combustibles fósiles, parecen abrir una puerta a medidas que fomenten la eficiencia energética desde la demanda, sin requerir grandes gastos gubernamentales.