Aunque luchó como gato boca arriba, finalmente renunció el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre.
Y es que aunque al exgobernador no se le pueda imputar una responsabilidad directa respecto de los desaparecidos de Iguala, si se le puede imputar la falta de capacidad para mantener la confianza de la población.
Si antes de la desgracia de Iguala la administración de Ángel Aguirre dejaba mucho que desear, después de lo acontecido, la renuncia se convirtió en una exigencia generalizada de la gente de Guerrero.
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