Indira Kempis
INDIRAKEMPIS Alcaldes grafiteros

Cuando leí eso en la nota de un periódico me quedé pensando sí eso era positivo o negativo. 

No debía dudar mi respuesta, pero en una ciudad que resulta repetir un nada honroso primer lugar en casos de discriminación, según la CONAPRED, la leyenda bien podría leerse casi como “Alcaldes delincuentes”… Claro que podría significar la misma cosa, pero no precisamente por tener pruebas, sino por el puro hecho de mencionar esa palabra casi “del diablo”: grafitero. 

INDIRAKEMPIS Decir adiós

Suena melodramático el título, pero estoy segura que más de uno de nosotros lo hemos dicho con acciones o con palabras. 

Aprendemos a decir adiós, nos guste o no. 

Porque quizá la sabiduría de la vida estribe en aprender que cuando te vas, cuando “cierras” o hasta cuando mandas a la China a alguien, sabes que se acaba porque también buscaste que así sucediera. 

INDIRAKEMPIS Espacios: ¿para quiénes?

Hace algunos meses escribía en esta misma columna sobre la importancia de los espacios públicos como punto de encuentro para la convivencia de la diversidad.

Me llegó un correo. Era una señora que afirmaba positivamente a lo planteado: Necesitamos más espacios públicos. Sí. Deberían ser de calidad. También. Tendríamos que reinventar los existentes a las nuevas demandas sociales. Por supuesto. 

INDIRAKEMPIS Y los niños, ¿qué?

Si algo ha desatado la polémica en estos últimos días es el caso del albergue La Gran Familia y su fundadora Rosa Verduzco. 

El que me parece es una exhibición clara de los errores a la mexicana, no sólo de la ausencia del Estado,  de las administraciones públicas que no hacen su trabajo o del sistema de justicia que sigue la costumbre del sexenio pasado de no respetar la presunción de inocencia. 

Sino de una sociedad que también ha “brillado por su ausencia” en temas trascendentales como la infancia.

INDIRAKEMPIS ‘El bullying no es un juego’

La primera vez que leí esa frase fue con una artista mexicana que sostenía un cartel. 

Como no tengo cercanía a las escuelas de los primeros grados, me imaginé que era una buena forma de hacer visible algo que, como escribía en la columna anterior a ésta, está sobrepasando la delgada línea entre lo privado y lo público. 

Pero al ser personalmente víctima de acoso cibernético y acercarme a otros casos en peores situaciones, entendí mejor el sentido de ésta.



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