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¿Puede o no Trump cancelar el TLCAN?

El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, tendrá que sortear un vacío legal que existe en la Constitución norteamericana si decide cancelar unilateralmente el Tratado de Libre Comercio que tiene con México y Canadá.

 

El peso mexicano es la divisa emergente con el peor desempeño en lo que va del año. Gran parte de este fenómeno responde a la condición de alta liquidez del mercado cambiario, una supuesta fortaleza del andamiaje monetario que ha dado pie a una depreciación exacerbada 

El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, tendrá que sortear un vacío legal que existe en la Constitución norteamericana si decide cancelar unilateralmente el Tratado de Libre Comercio que tiene con México y Canadá.

 

En campaña, Trump prometió a sus votantes renegociar las condiciones de este acuerdo comercial o darlo por concluido porque ha resultado perjudicial en su opinión para los trabajadores de los Estados Unidos.

 

Según CNN, el 20 de enero que tome protesta Trump como presidente de los Estados Unidos comunicará a Mexico y a Canadá su intención de renegociar el TLCAN. 

 

Si sus socios comerciales no aceptan, el magnate ordenaría la salida de EU de la región comercial más grande del mundo.

 

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado por Estados Unidos, Canadá y México y que entró en vigor en 1994, incluye una cláusula que permite a cualquiera de los tres países salirse del TLCAN.

 

“Una Parte podrá denunciar este Tratado seis meses después de notificar por escrito a las otras Partes su intención de hacerlo. Cuando una Parte lo haya denunciado, el Tratado permanecerá en vigor para las otras Partes”, dice el artículo 2205 de esta legislación.

 

La cuestión es el siguiente: ¿Está facultado Trump una vez que tome protesta como presidente de los Estados Unidos para cancelar el TLCAN de manera unilateral invocando el artículo 2205?

 

Para algunos analistas la Constitución nortemaricana no es clara: establece facultades para celebrar tratados, pero no para cancelarlos, lo que provocará una situación de incertidumbre sobre el futuro del TLCAN.

 

Para la legislación de Estados Unidos, el TLCAN es un acuerdo ejecutivo (executive agreements) que exigió en 1993 la ratificación -además del Ejecutivo- de ambas cámaras del Congreso norteamericano.

 

Para algunos expertos sólo se requiere la decisión del presidente de los Estados Unidos para dar por terminado el TLCAN.

 

Sin embargo, hay opiniones que aseguran que para que Estados Unidos dé por terminada su participación en el acuerdo comercial se requiere la aprobación del Capitolio norteamericano, que si bien es cierto tendrá mayoría republicana, no todos los congresistas apoyan a Trump y algunos se han declarado pro TLCAN.

 

Una nueva recesión

 

Un estudio del Instituto Peterson de Economía Internacional (PIIE) advierte que Estados Unidos podría caer en una recesión económica si Donald Trump cumple sus promesas de abandonar acuerdos como el TLCAN o imponer aranceles punitivos a importaciones de China y México.

 

“Si son implementadas, estas propuestas provocarían represalias de los socios comerciales de Estados Unidos, desencadenando una guerra comercial que enviaría a los Estados Unidos a una recesión y costaría el empleo a millones de estadunidenses”, aseguró el PIIE.

 

El estudio de los economistas Marcus Noland, Gary Hufbauer, Sherman Robinson y Tyler Moran reconoce que Trump goza de amplias facultades ejecutivas para cambiar el curso de la política comercial de Estados Unidos, en muchos aspectos sin requerir autorización legislativa.

 

Hufbauer, sostiene en el estudio que el presidente estadunidense tiene la prerrogativa de regresar las importaciones de Canadá y México al estatus de Nación Más Favorecida (MFN) si Estados Unidos abandona el TLCAN.

 

Los aranceles bajo el estatuto MFN corresponden a 3.5 por ciento aunque pueden ser más altos para ropa o calzado. Además Trump podría proclamar la imposición de aranceles adicionales previa consulta con el Congreso, de acuerdo con el experto estadunidense.

 

Con información de Notimex.

 

Futuro incierto

 

Dado este contexto de incertidumbre, en el que aún hay pocas señales que confirmen cuál será el camino de política económica que tomará la administración de Trump, se espera que el Banco de México subraye la postura de política monetaria restrictiva que ha seguido en el último año.

 

En cuestión de meses, el banco central ha elevado la tasa de interés de referencia en 150 puntos base. Esto con la finalidad de evitar que una depreciación exacerbada se traslade al nivel de precios de la economía real.

 

Por ello, economistas como Lozano argumentan que las medidas de reacción del Banco de México deberán extenderse más allá de la herramienta tradicional del cambio en la tasa de interés de referencia. JP Morgan considera que el balance de riesgos de la inflación se ha deteriorado significativamente ya que las expectativas de inflación se han desanclado gradualmente.

 

Aunque la depreciación del peso frente al dólar se ha vuelto evidente con el “fenómeno Trump”, el tipo de cambio no está respondiendo únicamente a la coyuntura política.

 

El deterioro reciente de los fundamentos fiscales, patentes en la reducción de la perspectiva de calificación de deuda soberana de México por parte de Moody’s y S&P, también ha ejercido una presión depreciatoria sobre el peso.

 

Asimismo, en el periodo posterior a la crisis, la postura monetaria relativa entre México y Estados Unidos ha sido uno de los mayores determinantes en la cotización del peso.  La expectativa de un alza en la tasa de interés de referencia por parte de la Reserva Federal ha generado salidas significativas de capitales en activos emergentes. El peso mexicano no ha sido la excepción.

 

De acuerdo al mercado de futuros de la tasa de fondos federales, la probabilidad implícita de que la Reserva Federal eleve los tipos de interés en su reunión de política monetaria de diciembre es de 90 por ciento.

 

Víctima de su propio éxito

 

Después de la crisis económica de 1995, las autoridades económicas de México redefinieron el marco de política fiscal, monetaria y cambiara. Se siguieron preceptos paralelos al consenso de Washington: prudencia y estabilidad fiscal, control de inflación como objetivo prioritario, apertura comercial, tipo de cambio flexible y laxitud en el control de capitales.

 

En teoría, el país hizo casi todo lo que “tuvo que haberse hecho”. A veces, incluso, a costa de los objetivos de crecimiento económico.

 

Sin embargo, la cotización del peso frente al dólar muestra una historia completamente diferente a lo que habrían esperado los arquitectos del modelo económico que rige al país, el cual ha sobrevivido a la alternancia política.

 

En los últimos dos años, el peso se ha depreciado 49.31 por ciento frente al dólar. Por ello, la pregunta recurrente es: ¿qué salió mal?

 

En una frase tan repetida que se ha convertido en adagio, el consenso de analistas refiere: “el peso se ha convertido en víctima de su propio éxito”.

 

La desventaja de la liquidez

 

La política económica privilegió un mercado cambiario con niveles adecuados de liquidez. El peso es la octava divisa más operada del mundo y la única moneda latinoamericana que puede intercambiarse en las 24 horas de los 365 días del año.

 

La liquidez que pretendía ser una fortaleza de la estructura financiera del país, terminó por ser su mayor debilidad. Esta condición hizo del peso mexicano el instrumento de cobertura por excelencia.

 

Ante la irrupción de un sentimiento de aversión al riesgo en el mercado, los inversionistas venden activos denominados en pesos para cubrir sus posiciones en activos denominados en otras divisas que son menos líquidas. 

 

En ese sentido, cualquier evento global que dé lugar a episodios de volatilidad en el mercado provocará una depreciación exacerbada en la cotización del peso frente al dólar.

 

“El peso sólo era utilizado como un instrumento de cobertura para los mercados emergentes”, dijo a la agencia Bloomberg Eduardo Suárez, estratega de inversión en Bank of Nova Scotia. “Ahora, es utilizado como instrumento de cobertura para todo”, agregó.

 

Depreciación exacerbada

 

Cuando inició la trayectoria de depreciación del peso en el 2014, la cotización del tipo de cambio y el movimiento del precio del petróleo estaban fuertemente correlacionados.

 

Posteriormente, conforme este riesgo pasó a segundo plano, la trayectoria del peso mexicano mostró una correlación relevante con el cambio en las preferencias electorales de Donald Trump en el proceso electoral de Estados Unidos.

 

La sincronización de la divisa mexicana con estos indicadores pone de relieve los efectos que tiene la condición de liquidez del mercado cambiario mexicano en el valor del tipo de cambio.

 

La salida de Reino Unido de la Unión Europea (Brexit) fue el preludio de lo que pasaría con el tipo de cambio ante la victoria electoral de Donald Trump. Ante el Brexit, el peso se depreció 6 por ciento frente al dólar en una sola jornada.

 

Si el peso reaccionó de esa manera ante un evento que no tiene implicaciones directas significativas sobre la economía mexicana, la respuesta frente al triunfo de Trump no podía ser menor. En efecto, entre la noche del 8 de noviembre y la madrugada del 9 de noviembre, el peso perdió el 13 por ciento de su valor frente al dólar de golpe, alcanzando mínimos históricos.

 

Bajo ninguna medida, la economía mexicana se encuentra en peores condiciones que otros países emergentes como Rusia o Brasil. No obstante, en término simplistas, podría argumentarse que la liquidez extrema del peso ha hecho de la divisa mexicana la moneda emergente con el peor 

desempeño en lo que va del año.