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Negociación Álgida

Mientras se realiza el nombramiento del nuevo gobernador del Banco de México, el subgobernador con mayor antigüedad asumirá el cargo de forma interina; organismos especializados piden que sea alguien con un perfil técnico y no político

La negociación del nombramiento del nuevo gobernador del Banco de México llegará al Senado en el momento políticamente más complicado del sexenio.

El rompimiento del PRI con el PAN y el PRD por la conformación del Frente Ciudadano por México y el proceso electoral para la sucesión presidencial complicará la negociación de la propuesta que sea enviada por el presidente Enrique Peña Nieto y que, para ser aprobada, debe alcanzar las dos terceras partes de los votos en el Senado.

La Ley del Banco de México establece en su artículo 41 que en caso de que esté vacante el cargo de Gobernador del Banco de México, el Ejecutivo puede nombrar a un subgobernador en funciones para que asuma el puesto; o designar a un nuevo miembro de la Junta de Gobierno y, una vez que sea integrada ésta, se nombra de entre sus miembros al nuevo Gobernador.

Mientras se realiza este nombramiento, el subgobernador con mayor antigüedad asumirá el cargo de gobernador interino de Banxico.

Desde los organismos especializados, la petición es que el nuevo gobernador del banco central tenga un perfil técnico y no político.

La ley de Banxico en su artículo 41 establece que el Ejecutivo puede designar a un nuevo miembro de la Junta de Gobierno

La esquina política

El caso del gobernador del Banco de México, por su alto nivel técnico, requiere que se elija a una persona con un perfil especializado, más que alguien cercano a un grupo político

El nombramiento del nuevo gobernador del Banco de México pasará necesariamente por la arena política.

Los desencuentros en el Congreso de la Unión por las diferencias entre los principales partidos políticos podrían manchar la negociación para la votación del nuevo gobernador.

El PRI podría tener problemas para conseguir la mayoría de los votos en la ratificación de una eventual propuesta del presidente Enrique Peña Nieto.

Para tener el visto bueno del Senado, la propuesta presidencial deberá obtener dos terceras partes de los votos; es decir, 85 de los 128 posibles, que el PRI con su –todavía- aliado, el PVEM, no reúnen; entre ambas bancadas sólo tienen 62 votos, por lo que les faltaría conseguir 23 apoyos más.

Incluso, ni con los votos de los autodenominados “rebeldes del PAN” alcanza para la nominación; el PRI tendría que conseguir apoyos en el ala panista fiel a Ricardo Anaya; en el PRD que forma parte del Frente; o en la bancada más cercana a Andrés Manuel López Obrador, la del PT.

Los tres escenarios se ven complicados en momentos en que cada fuerza política se posiciona rumbo al 2018.

Además de eso, el Senado deberá luchar contra su propia inercia de politizar cada nombramiento, como ha ocurrido en las recientes legislaturas.

Sea para nombrar consejeros del INE, magistrados del Tribunal Electoral, ministros de la Suprema Corte o hasta comisionados del INAI, los legisladores federales han decidido utilizar un método de cuotas partidistas para repartirse el número de cargos a nombrar.

El caso del gobernador del Banco de México es distinto; su alto nivel técnico requiere que se elija a una persona con un perfil especializado, más que alguien cercano a un grupo político; aunque una cosa no está peleada con  la otra.

En 2009, el entonces presidente Felipe Calderón eligió a Agustín Carstens, uno de sus hombres de confianza, como gobernador del banco central.

Carstens había sido subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional entre el 2003 y el 2006; en ese año se convirtió en el asesor en materia económica y financiera de la campaña de Calderón cuando éste era candidato presidencial.

Una vez que ganó la elección, Carstens se convirtió en secretario de Hacienda y luego fue nombrado gobernador del Banco de México.

Ahora, uno de los perfiles que está en la mesa para convertirse en su sucesor es el de José Antonio Meade, quien también es considerado como posible candidato a la Presidencia de la República.

A la hora de elegir el perfil del nuevo gobernador del banco central y asegurarnos que pueda cumplir con sus funciones, es mucho mejor optar por un técnico que le entienda a la política y no buscar a un político al que luego tengamos que tecnificar

Perfil técnico, prioridad

El nuevo gobernador del banco central se enfrentará a complicaciones como una alta inflación que puede durar hasta 24 meses y el endurecimiento de la regulación de la política monetaria que está por ocurrir en Estados Unidos y Europa

Las condiciones adversas que enfrenta la economía mexicana, las nuevas tendencias y productos financieros y el complicado entorno internacional obligan a que tanto el Ejecutivo como el Legislativo prioricen el nombramiento de una persona con amplios conocimientos técnicos en el campo financiero por sobre un perfil político.

Para Héctor Villarreal, director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), tanto el presidente de la República como el Senado tienen sobre sus hombros la enorme responsabilidad de nombrar a alguien capaz de sortear estas complicaciones.

“A mí me gustaría que el próximo gobernador sea alguien con un perfil muy técnico, muy anclado al sector financiero porque de alguna manera existe una percepción –y esto a mí me preocupa, se lo he escuchado a varios senadores- de decir: ‘Es que puede ser un político que venga del sector financiero, que haga finanzas públicas y no habría mayor problema en que dirigiera el Banco’.

“Y yo creo que aquí sí hay una confusión. Tener un doctorado en Economía no es suficiente para dirigir el banco central; no es necesario, pero tampoco es suficiente para dirigir el banco central. Yo creo que necesitamos a alguien con mucha más experiencia en el sector financiero, con mucha experiencia en términos de regulación y que además entienda todas estas nuevas tendencias que vienen”, afirmó Villarreal en entrevista.

El experto comentó que entre las complicaciones que se presentarán al nuevo gobernador del banco central están, por ejemplo, que después de muchos años de estabilidad ahora hay una inflación alta para los estándares que se habían manejado tiempo atrás y que todavía puede durar hasta 24 meses.

A esto se suman fenómenos financieros que están ocurriendo en otras partes del mundo, como el endurecimiento de la regulación de la política monetaria que está por ocurrir en Estados Unidos y Europa.

Y además, la entrada de nuevos productos financieros, como las criptomonedas o las hipotecas inversas, que modificarán la forma en que se mueve el dinero en el país.

“Necesitamos ahí financieros de carrera, gente que esté pensando en el sector y en la política monetaria y no en una carrera política (…) necesitamos un banco central que esté a la altura.

“Es enorme la responsabilidad que tienen (la Presidencia de la República y el Senado). Y yo creo que sería muy sano para el país que los senadores votaran por un perfil técnico impecable, que no se vea esto como un acomodo político –aunque hay que entender que es uno de los puestos más importantes de la Administración pública y no se está exento de cierta lente política-, pero ojalá no sea alguien que podamos pensar que en 3 o 4 años va a dejar el Banco y se va a ir a competir por una gubernatura”, comentó Villarreal.

El experto sostuvo que, sin embargo, es de dudarse que tanto el Ejecutivo como el Legislativo resistan la tentación de dejar a alguien más político en la Junta de Gobierno del Banco.

“Queremos una Junta del banco central técnica; yo puedo entender, no quieres a alguien negado a tratar a la clase política –que es uno de los grandes atributos de Carstens, que es un gran técnico que le entiende a la política-.

“Y yo creo que es mucho mejor eso, un técnico que le entienda a la política y no buscar a un político al que luego queramos tecnificar”, sentenció Villarreal.

En el caso de ese nombramiento, sostuvo el especialista, en el Poder Legislativo debe prevalecer el interés de que al cargo llegue una persona que sea capaz de sortear las dificultades y poner por encima de todo la estabilidad, lo que va más allá de las banderas políticas de cada bancada.

En el Poder Legislativo debe prevalecer el interés de que al cargo llegue una persona capaz poner por encima de todo la estabilidad

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