Ambiciones provocan quiebre de neocúpula

La neocúpula panista, el grupo que controla el PAN de Nuevo León, vive momentos complicados y de alta tensión que podrían desencadenar un eventual rompimiento entre sus líderes.

Todo esto, cuando el 2015 está a la  vuelta de la esquina.

Hoy la histórica cohesión que lograron los dirigentes de la llamada Santísima Trinidad, Fernando Larrazabal, Raúl Gracia y Zeferino Salgado, está en riesgo de perderse por las pugnas internas y confrontaciones entre los tres.

Los triunfos sorpresivos de algunos candidatos del PAN, panistas que no son considerados afines a la neocúpula, quitarán fuerza al poder que Raúl Gracia tendrá con Juan Carlos Ruiz en el Congreso

La neocúpula panista, el grupo que controla el PAN de Nuevo León, vive momentos complicados y de alta tensión que podrían desencadenar un eventual rompimiento entre sus líderes.

Todo esto, cuando el 2015 está a la  vuelta de la esquina.

Hoy la histórica cohesión que lograron los dirigentes de la llamada Santísima Trinidad, Fernando Larrazabal, Raúl Gracia y Zeferino Salgado, está en riesgo de perderse por las pugnas internas y confrontaciones entre los tres.

La crisis que se desató en torno a la designación del coordinador de la próxima bancada del PAN en el Congreso del Estado sólo agudizó las diferencias que existen actualmente entre los líderes de la neocúpula albiazul.

Los desacuerdos entre Larrazabal, Salgado y Gracia son habituales, pero rara vez son tan evidentes y tan públicos como ocurrió hace una semana en el proceso de designación de Juan Carlos Ruiz como líder de la bancada legislativa.

Este conflictivo capítulo se está cerrando, con fuertes repercusiones para el partido, sin embargo, la proximidad de la elección del nuevo presidente del Comité Directivo Estatal del PAN seguramente reavivará esta confrontación cupular.

El hoy senador electo, Raúl Gracia, impulsó a Juan Carlos Ruiz, ex secretario del Ayuntamiento de Monterrey e incondicional suyo, para que guiara a los 19 legisladores panistas que integrarán la próxima mayoría en el Congreso.

Como líder de la bancada, Ruiz ahora podrá decidir sobre posiciones y cargos del Congreso de Nuevo León, además de manejar la poderosa Comisión de Coordinación y Régimen Interno, la Cocri.

Pero quizá lo más rentable de esta posición es el papel protagónico que tendrá  en la mesa de negociación con el gobernador priista Rodrigo Medina de la Cruz.

La designación de Ruiz como coordinador era un viejo acuerdo de la Santísima Trinidad, que implica también que Zeferino Salgado asumiera el control del PAN y que Larrazabal continuara manejando el Municipio de Monterrey.

Era parte del plan en torno al proyecto por la gubernatura en el 2015, que encabezaba el hoy diputado federal electo Fernando Larrazabal.

Pero el escándalo de corrupción en el que se involucró al el ex edil regio por el casino Red, la decisión del CEN de designar todos los cargos en Nuevo León y los resultados del 1 de julio, cambiaron el escenario político, el reparto de poder y el pacto de no agresión.

Salgado, ex alcalde nicolaíta y actual director del Centro SCT, quiso incidir más en el nombramiento del coordinador panista en el Congreso, que le correspondía a la actual dirigente Sandra Pámanes.

Lo que ocurre es que entre los planes de Salgado está el buscar la presidencia del PAN y controlar así el Congreso del Estado y mantener el poder de negociación con el mandatario estatal, privilegio que tuvo hasta ahora en la SCT.

En octubre próximo concluye el periodo de tres años para el cual fue elegida presidenta del PAN, Sandra Pámanes, y el Consejo Estatal albiazul tendrá que elegir nuevo líder del Partido.

En el mes previo a su designación, Ruiz, candidato de Gracia, fue involucrado en un caso de extorsiones a vendedores ambulantes ventilado en medios locales.

Entre los panistas identificados con el senador electo Raúl Gracia, existe la sospecha de que este golpeteo fue orquestado por albiazules afines al director del centro SCT de Nuevo León.

O también del ex alcalde de Monterrey, Fernando Larrazabal.

Finalmente, la información con la que se acusó a Juan Carlos Ruiz estuvo fluyendo desde la Secretaría del Ayuntamiento de Monterrey.

La aparición de Enrique Barrios, ex director jurídico de Larrazabal y cercano a Zeferino Salgado, complicó más la crisis interna entre la neocúpula panista.

Barrios encontró apoyo entre los legisladores panistas que no son afines a la neocúpula y encabezó, junto con Luis David Ortiz, cuñado del senador Fernando Elizondo, un movimiento en contra de la designación de Ruiz como coordinador panista.

La disputa interna por la coordinación de la bancada panista dejó un aparente resultado: Gracia continuará controlando el Congreso y Salgado se enfilará a la dirigencia del PAN una vez que concluya su paso por la SCT.

En cambio, Larrazabal tendrá prácticamente que refugiarse en la Ciudad de México, desde donde buscará reposicionar su proyecto político y sus aspiraciones por ser candidato del PAN a la gubernatura en el 2015.

Desde el proceso de designaciones, el CEN de Gustavo Madero marginó a los panistas afines a Gracia, quien logró en cambio ser nombrado candidato en primera posición de la fórmula panista al Senado.

Hoy Gracia es senador, pero perdió posiciones dentro del PAN, lo que está siendo aprovechado por sus contrapartes albiazules y viejos aliados.

Los triunfos sorpresivos de algunos candidatos del PAN, panistas que no son considerados afines a la neocúpula, quitarán fuerza al poder que Gracia tendrá con Ruiz como coordinador de la bancada albiazul.

La mitad de los legisladores panistas que conforman la próxima mayoría albiazul aparentemente no recibirá órdenes ni de Gracia, ni de Larrazabal, ni de Salgado.

Hay un factor adicional en contra de la neocúpula: el surgimiento de nuevos liderazgos dentro del PAN como Margarita Arellanes, alcaldesa electa de Monterrey, y del diputado federal electo Arturo Salinas, quien encabezó la negociación de varias candidaturas locales.

Actualmente los líderes de la Santísima Trinidad están visiblemente confrontados y el riesgo de una fractura está latente hoy más que nunca.

Cada uno de ellos parece moverse por sus propios objetivos: Larrazabal buscará su reposicionamiento en la Ciudad de México y Raúl Gracia se refugiará en el Senado.

Esta coyuntura será aprovechada por Salgado para ganar más poder dentro del PAN y ser quien mueva los hilos en ese partido, donde las divisiones han sido la marca de la casa en los últimos años.