Por amor al objeto

Javier Carral conecta su iPad a un amplificador de bulbos. En pocos segundos, la música se escucha con nitidez. Recorre su galería mostrando sus objetos favoritos. 

Tiene una colección de bolas de billar de pasta amarillas, un escritorio diseñado por el mismo hombre que hizo los primeros muebles de la ONU, una serie de antiguos lentes fotográficos.

Hay piezas aún menos comunes. Sobre una pared están colgados dos trozos de madera con forma de piernas.

“Fueron diseñadas durante la guerra, servían para entablillar a los heridos”, relata.

"Yo reciclo, recupero un mueble que fue hecho con materiales de primera calidad y tiene todo el derecho a seguir existiendo"
Javier CarralGalerista
"A los objetos los adoptas,los vuelves partes tuyas con la gente que te rodea. Es algo mágico, a veces traen carga, traen energía las piezas"
El lugar favorito de Javier Carral para comprar las piezas que vende en Trouvé son las casas de personas que quieren deshacerse de sus objetos
El negocio que ahora se ha convertido en Trouvé y su galería hermana, Retrouvé, inició a finales de los 90

Javier Carral conecta su iPad a un amplificador de bulbos. En pocos segundos, la música se escucha con nitidez. Recorre su galería mostrando sus objetos favoritos. 

Tiene una colección de bolas de billar de pasta amarillas, un escritorio diseñado por el mismo hombre que hizo los primeros muebles de la ONU, una serie de antiguos lentes fotográficos.

Hay piezas aún menos comunes. Sobre una pared están colgados dos trozos de madera con forma de piernas.

“Fueron diseñadas durante la guerra, servían para entablillar a los heridos”, relata.

Se sienta en un sofá negro de finales de los cincuenta. En la esquina, bajo una lámpara de metal, descansa un objeto que no es una mesa, pero Carral adaptó como tal colocándole un vidrio encima. 

“Es un generador de señales, marca Hewlett Packard. La verdad es que lo compré sin tener idea para qué sirve. Pero me gustó, le vi potencial”, confiesa sin culpa.

Lo encontró en el mercado de La Lagunilla. No sabía que era un equipo de laboratorio diseñado en California en 1957, que se vendió entonces en mil dólares en Estados Unidos.

A Carral le preocupa más que el objeto “tenga carga, algo especial” a saber en principio para qué sirve. 

Su galería es un collage de “antigüedades modernas”, como las define. 

Aunque está ubicada en el corazón hipster de México, la colonia Roma, defiende que lo suyo no se trata de modas. 

El galerista dejó hace quince años su profesión como abogado financiero, se dedicó a lo que más le apasiona en la vida: comprar y vender objetos.

Su galería adquirió más fama después de que Carral protagonizó la serie Locos del Remate en la cadena estadounidense National Geographic.

La serie estaba pensada para mil 500 millones de televidentes de América Latina, pero tuvo tal éxito que fue transmitida también en Estados Unidos y Brasil, con subtítulos. 

En sus capítulos Javier recorría mercados de antigüedades y casas de venta junto a su compañero, Dirk Kinet, un decorador belga asentado en México. 

“Dirk es un amigo que se dedica más a la decoración, para efectos del programa fue como un socio. Me gustó hacerlo, el programa está basado en mi auténtica actividad día a día. Me apapachó mucho de la gente, legitimó mi trabajo”, dice. 

El gusto de lo ‘encontrado’

En los últimos ocho años la galería ha cambiado tres veces de ubicación entre la colonia Roma y la Condesa. Siempre ha conservado su nombre: Trouvé, que significa encontrado, en francés. Este oficio de encontrar objetos define para Carral su ocupación diaria. 

La ciudad va y viene con malas noticias, mientras los ayudantes de Trouvé muestran mesas y sillas de los sesenta, acomodan dos nuevas lámparas de murano que Carral recién compró el domingo en un mercado de pulgas, se preparan para su participación en la muestra Zona Maco -México Arte Contemporáneo- que sucederá en febrero en esta capital. 

El coleccionista encuentra en la profesión de arquitecto de su padre el inicio de su propia inspiración.

“Siempre estaba rodeado en la casa de objetos bonitos, interesantes”, recuerda. 

El negocio que ahora se ha convertido en Trouvé y su galería hermana, Retrouvé, inició a finales de los 90. 

Carral vendía piezas por Internet en Mercado Libre y en eBay. 

“Las subastas por internet fueron muy divertidas. Yo compraba alguna cháchara, algún objeto interesante en el mercado de pulgas y después de analizarlo, estudiarlo, limpiarlo y catalogarlo podía hacer la venta”, comenta.

Nunca ha dejado de vender por Internet. Al mismo tiempo que atiende a los clientes de su galería, está pendiente de cómo van las subastas de lo que tiene ofertado en línea.

Intercambio más puro

El lugar favorito de Carral para comprar las piezas que vende en Trouvé son las casas de personas que quieren deshacerse de sus objetos. 

Si alguien fallece, necesita más espacio o se va a mudar y quiere vender sus cosas, él se apresta a mirar si algo de lo que tiene le enamora para incluirlo en su colección. 

Este intercambio, asegura, “es el más puro, es mano a mano”.

Su otra fuente principal de mercancía son los mercados de pulgas. Carral los defiende sobre los mercados modernos, porque allí “vas a encontrar piezas especiales, únicas, conservadas con materiales que quizá ya no existan u objetos que han sido fabricados en época y con tecnología que ya es distinta.

“Sobre todo lo manufacturado adquiere valor especial, porque hay intervención directa del hombre con sus manos”.

Cuando se le pide que defina qué es para él un objeto, lo piensa en momento y sonríe: “hay unos más utilitarios que otros, pero traen siempre recuerdos. Su valor además del monetario puede estar en su recuerdo, en su forma, en su especialidad, en su rareza. 

“A los objetos los adoptas, los vuelves partes tuyas con la gente que te rodea. Es algo mágico, a veces traen carga, traen energía las piezas”.

Entrenar el ojo como a un músculo

Para llegar a conformar su colección, que define como “ecléctica”, Javier Carral debió primero entrenar su ojo. 

Dice que esto se hace como se entrenan los músculos cuando uno va al gimnasio. 

“Vas a una galería, un mercado de pulgas, y te enfocas a buscar un objeto que tenga características que a ti te convienen por los materiales que ves, por la estética. 

“El objeto te jala en su todo, es sano verlo sin prejuicios. Yo voy al mercado a buscar todo lo que me atrae”, asegura.

De esta forma espera también que lleguen sus clientes. Dice que los tiene de todo tipo, aunque por lo regular es gente que está buscando un mueble para su casa, o un objeto para hacer un regalo. 

 “Yo reciclo, recupero un mueble que fue hecho con materiales de primera calidad y tiene todo el derecho a seguir existiendo. La cosa es buscar tu originalidad, identificarte con los objetos”, sentencia.