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Nuevas reglas en el vecindario

El escenario para la visita del presidente Barack Obama a México está bajo la lupa.

Y es quizá la seguridad el tema que tiene atentas a todas las instancias gubernamentales en los dos lados de la frontera. 

Y es que los jaloneos de poder entre las agencias de seguridad de ambos países han despertado temores. 

La nueva retórica del gobierno mexicano sobre la cooperación bilateral en seguridad, está cambiando radicalmente y esto al parecer no ha sido bien visto por Estados Unidos. 

Los cambios no son muchos pero sí significativos.

Brennan era asesor de Obama en antiterrorismo, y fue recientemente designado director de la agencia (CIA)
La administración de Peña Nieto tiene toda la intención de entablar una relación bilateral fructífera
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El escenario para la visita del presidente Barack Obama a México está bajo la lupa.

Y es quizá la seguridad el tema que tiene atentas a todas las instancias gubernamentales en los dos lados de la frontera. 

Y es que los jaloneos de poder entre las agencias de seguridad de ambos países han despertado temores. 

La nueva retórica del gobierno mexicano sobre la cooperación bilateral en seguridad, está cambiando radicalmente y esto al parecer no ha sido bien visto por Estados Unidos. 

Los cambios no son muchos pero sí significativos.

En primer lugar en los últimos días se ha podido ver que la nueva cara de la seguridad ante el vecino del norte, será el secretario de gobernación Miguel Osorio Chong, quien a su vez ha anticipado que algunas cosas tendrán que transformarse. 

Todo parece indicar que esta tensión ha puesto de nervios al equipo económico de Obama, e incluso a algunos inversionistas norteamericanos. 

Algunos empresarios temen que la nueva estrategia energética de EU, y los planes de México, que en teoría deberían empatarse, podrían verse comprometidos si en la colaboración en seguridad surgen fricciones.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llega hoy a México para reunirse con el presidente Enrique Peña Nieto. 

La visita se da en un momento álgido en ambas administraciones. 

La agitación social en Guerrero y Michoacán, y la insaciable violencia que permea gran parte del territorio nacional son tan solo algunos de los temas que probablemente no dejan dormir al presidente Peña Nieto. 

Por su parte, el titular de la Casa Blanca viene de lidiar con un nuevo atentado terrorista en Boston, con un congreso que le bloquea toda iniciativa, y con la guerra en Afganistán que parece no tener fin. 

Se trata de la primera visita de Estado por parte Obama a México en lo que va de su segundo período.

Es por eso que los temas en la agenda han causado revuelo en ambos lados de la frontera: seguridad, energía y migración son los más importantes. 

Cambio de planes

Desde la última visita del secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong a Estados Unidos, comenzaron a circular diferentes versiones de lo que acontece en la relación bilateral. 

Acostumbrados a cierto trato y formato en la relación diplomática, comenzó a circular la versión de que Estados Unidos ve con cierto nerviosismo la nueva línea de trabajo que la administración priista implementará con uno de los gobiernos estadounidenses más liberales. 

En muchos sentidos la visita del mandatario, cuyo arribo esta programado a las 14:30 horas, es para “resetear” el esquema de trabajo y actualizar la agenda. 

Misma, que durante al menos seis años, se basó prácticamente en su totalidad, en materia de seguridad.

A decir de las versiones extraoficiales, tanto de personal adscrito a la embajada de Estados Unidos en México, como funcionarios mexicanos de alto nivel, los términos en cuanto a la cooperación en materia de seguridad, inteligencia y defensa, serán replanteados por el gobierno mexicano. 

No cabe duda que esa será una conversación ríspida. 

El replanteamiento de la nueva estrategia de seguridad por parte del gobierno mexicano, ha conducido a los actores clave a realizar una evaluación de lo acontecido durante el sexenio de Calderón, y a planear un ajuste multidimensional.

Ante ello, la cooperación México-Estados Unidos se encuentra dentro de la lista de los pendientes. Y más aún, el grado de participación de nuestros vecinos del norte en la autodenominada lucha contra las drogas. 

Un funcionario del gobierno federal, que solicitó hablar en el anonimato, afirmó que en administraciones pasadas era el gobierno mexicano quien rendía cuentas a Estados Unidos. 

Y que si bien la administración de Peña Nieto tiene toda la intención de entablar una relación bilateral fructífera, también el gobierno estadounidense tendrá que dar cuenta de sus acciones, logros y grado de participación.

Se trata, se dice, de poner las nuevas reglas, emanadas del nuevo gobierno mexicano, sobre la mesa. 

Términos y condiciones de la cooperación estadounidense en la lucha contra el crimen organizado, que dicho por funcionarios como Tom Donilon el asesor de seguridad nacional de Obama y James Clapper director nacional de inteligencia, es ya un problema que no tiene fronteras. El escepticismo estadounidense radica en que todo puede cambiar. Las primeras señales se han dado en los encuentros entre la secretaria de Seguridad Interior, Janet Napolitano, y Miguel Osorio Chong.

Cerrado, hasta nuevo aviso

Uno de los supuestos cambios que generó mucho ruido fue la inminente desaparición de los centros operativos binacionales. 

Se trata, especialmente, de la oficina ubicada en la avenida Reforma, en donde la información de inteligencia tanto mexicana como estadounidense convergía. 

También del centro de mando en Monterrey, en donde al menos una docena de agentes de la DEA, y elementos de seguridad federales, estatales y hasta municipales planeaban, supervisaban y llevaban a cabo operaciones de todo tipo.

La preocupación del vecino norteamericano también se basa en que durante el sexenio de Calderón, el gobierno federal le abrió las puertas indiscriminadamente a por lo menos media docena de agencias estadounidenses. 

El gobierno norteamericano no encontró oposición al interior del equipo de seguridad de Calderón. 

Y es que aunque para algunos fue incómodo, existió una fuerte sinergia con el uso de aviones espía, el entrenamiento de fuerzas mexicanas, tecnología, sensores, instrumentos para reconocer voces, localizadores de señales de celular, además de la autorización de vehículos aéreos no tripulados para vigilar la zona fronteriza.

Chong, el interlocutor

Un claro aspecto del trasfondo de las nuevas reglas, está en que habrá una única cara que se encargará de lidiar, regular y consensuar la cooperación bilateral en materia de seguridad. 

Esa cara lleva por nombre Miguel Osorio Chong, actual secretario de Gobernación. 

El funcionario hidalguense ha decidido también regenerar el aparato de inteligencia mexicano. Devolverle al Cisen de entrada, la capacidad táctica, logística y operativa para coordinar y regular los esfuerzos tanto con otras dependencias federales, como con las agencias estadounidenses como CIA, DEA, ICE, FBI y ATF. 

Además de articular en el largo plazo toda la información en un Centro Nacional de Inteligencia.

La desarticulación del Cisen, se dio en gran medida por iniciativa del célebre secretario Genaro García Luna, quien se esmeró porque la Policía Federal absorbiera todas las capacidades, presupuesto y mando del aparato de inteligencia. 

Eso está por cambiar. 

Osorio ha dejado claro que a pesar de la inminente cooperación y colaboración entre ambos países en materia de seguridad, habrá límites y serán conservadores, en cuanto a la presencia de agentes de inteligencia en territorio mexicano. 

Las famosas unidades selectas de inteligencia que llevaban a cabo operaciones encubiertas, infiltraciones, tácticas contrainteligencia entre otras, habrán de estar bajo la estricta vigilancia del Estado mexicano. 

Y es que cabe recordar que el nuevo director de la CIA, John Brennan, fue el encargado de encabezar los esfuerzos y el equipo de unidades de información de inteligencia entre los dos países durante este tiempo. 

Brennan era entonces asesor de Obama en antiterrorismo, y fue recientemente designado director de la agencia.

En este sentido, también la relación entre la CIA y el Cisen, dará un giro. Parece ser que en materia de seguridad México y Estados Unidos estarán juntos, pero no revueltos.

Con la ‘energía’ baja

Por Sandra de Miguel

El tema de la energía es uno de los que se está configurando como uno de los ejes principales de la relación entre estos países vecinos.

El pasado 24 de abril, Tom Donilon, asesor de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama en el lanzamiento del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Colombia, dijo en un discurso que aunque parezca raro que un asesor de seguridad hiciera frente a un tema como ese, no era tan extraño si se tenía en cuenta que “la energía concierne profundamente a la seguridad nacional de EU y a la política exterior”. 

En lo que atañe a México, Donilon recordó que, dentro del programa de Estados Unidos para ayudar a que más países aceleren su producción de petróleo de manera responsable, el año pasado Estados Unidos firmó un importante acuerdo de hidrocarburos transfronterizo con México.

Lo anterior para desarrollar el petróleo y el gas de forma compartida en el Golfo de México de una manera ambientalmente segura y responsable.

Ese, aunque no haya sido quizás de los temas más comentados, será sin duda un tema clave en la visita de hoy, pues es fundamental para EU seguir profundizando en esa dirección.

Sobre todo si se toma en cuenta la aspiración que muchos analistas han mencionado y que no es otra que tratar de obtener el petróleo de países más estables, en lugar de irse a Medio Oriente o tener que librar guerras para conseguir sus fines.

Fabio Barbosa, economista y maestro en historia de México, especialista en industria energética e investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, recordó en un artículo difundido a través de Contralínea el pasado 17 de marzo que el Acuerdo sobre Yacimientos Transfronterizos firmado entre Estados Unidos y el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa aún debe ser aprobado por el Senado estadounidense.

Además, explica que el equipo del senador Richard Green Lugar, en su calidad de presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, ordenó en 2012 una evaluación de la situación actual y de las perspectivas de la producción petrolera de México.

Sobre dicha revisión se redactó un documento que empezó a circular en enero de 2013 y en el que se decía, literalmente, que “la seguridad energética de Estados Unidos requiere una evaluación permanente de la situación de México”.

Según señala Barbosa, el senador Green Lugar señala que México ha sido un proveedor importante, cercano y confiable pero que ahora lleva casi 10 años con su producción y sus exportaciones en caída y que, por esto, si México no reforma su situación, Estados Unidos no puede confiar en que los actuales niveles de exportación se sostengan.

Migración: el ‘patito feo’

Por Jorge Mireles

La reforma migratoria pasa de nuevo a segundo plano en las prioridades de EU. Las pugnas en el Congreso y hasta el atentado de Boston, han retrasado  el debate.

El tema de la reforma migratoria tomó un segundo aire en el capítulo número 2 de la presidencia de Barack Obama.

Sin embargo, el debate ha entrado en un terreno pantanoso sobre todo en el Congreso de Estados Unidos, lo que el mismo mandatario ha aceptado.

“Si (la propuesta del Senado) no cumple con los criterios, entonces no apoyaré ese proyecto de ley. De ser así, tendremos que ‘esperar y ver’”, dijo Obama en conferencia de prensa cuando se le preguntó sobre el trabajo de los representantes de la Cámara Alta con respecto a la Reforma Migratoria.

La legislación, que se viene cocinando desde el primer período del demócrata, está plagada de críticas por parte de activistas y miembros de la comunidad de indocumentados estadounidense.

Entre los “peros” que tiene el proyecto legislativo bipartidista está el hecho de que no es completamente integral, ya que excluye del camino a conseguir la ciudadanía a personas que llegaron después de 2011, además de descalificar a los que tengan algún delito en su historial.

Ambos reservas dejan fuera de toda posibilidad a millones de ilegales en EU.

“Estamos muy preocupados de que el proyecto castigue a la gente más pobre”, expresó a la agencia AP Kevin Appleby, director de migración y política de refugiados de la Conferencia de Obispos Católicos.

Sin embargo, los puntos discrepantes no vienen precisamente de las propuestas de Obama, quien afirmó que la oferta de los senadores “no cumple con todos los criterios que debería”.

“Hay ciertos elementos que yo cambiaría (…) Debemos de hacer que el sistema de inmigración legal trabaje de manera efectiva para que la espera no sea una pérdida, y la burocracia no sea tan complicada”, dijo el presidente norteamericano.

Después del atentado en el Maratón de Boston, que dejó tres muertos y más de dos centenares de heridos, se puso en tela de juicio dos puntos básicos del proyecto de ley: la seguridad fronteriza y el camino a la ciudadanía.

Lo anterior debido a que no faltaron legisladores conservadores que trataron de conectar el ataque terrorista –perpetrado supuestamente por los hermanos de origen checheno, Dzhokhar y Tamerlan Tsarnaev–, con el debate migratorio.

“Que nadie sea tan cruel como para tratar de utilizar los actos atroces de estos dos jóvenes para hacer fracasar los sueños y el futuro de millones de personas que trabajan duro”, comentó Patrick J. Leahy, senador demócrata por el estado de Vermont, durante una sesión del Comité Judiciario de la Cámara Alta.

Al igual que en los pasados debates presidenciales entre Obama y su rival republicano Mitt Romney, parece ser que el tema de migración se quedará como una mera anécdota en esta nueva visita del político estadounidense a México.

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