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No hagas cosas buenas…

Enrique Peña Nieto puede ser tildado de muchos adjetivos, pero hay uno del que no ha sido ni será calificado: gris. No es un personaje inadvertido en la historia de nuestro país.

Las reformas que su Gobierno planteó desde campaña, y que la mayoría se han concretado a menos de dos años de gestión, son tan impactantes para la vida social y política de México como lo fue en su momento la expropiación petrolera de 1938.

Enrique Peña Nieto puede ser tildado de muchos adjetivos, pero hay uno del que no ha sido ni será calificado: gris. No es un personaje inadvertido en la historia de nuestro país.

Las reformas que su Gobierno planteó desde campaña, y que la mayoría se han concretado a menos de dos años de gestión, son tan impactantes para la vida social y política de México como lo fue en su momento la expropiación petrolera de 1938.

Por eso resulta al menos “curioso” que el presidente y su equipo de comunicación social elijan al programa “Hoy” para exponer los logros de dichas enmiendas a la Constitución.

Porque, de acuerdo a desplegados de partidos de izquierda, existen cerca de dos millones de mexicanos que han firmado un documento en contra de la reforma energética.

Quizá haya otros millones que se encuentren a favor, y otros tantos que no les importe un cacahuate que Pemex desaparezca como empresa única, capaz de explorar, extraer, transportar, refinar, distribuir y comercializar hidrocarburos en México.

El punto es que un cambio tan significativo en la vida nacional de México haya sido revisado, valorado y evaluado en una emisión televisiva dedicada a otra clase de contenidos. Más aún cuando el presidente tiene como interlocutores a un par de presentadores que no se especializan en temas tan importantes y delicados como las reformas estructurales logradas por el peñanietismo.

Me explico. Enrique Peña Nieto logró en 18 meses lo que ni Carlos Salinas de Gortari  –con todo el poder que el expresidente acumuló a lo largo de su sexenio– ni Ernesto Zedillo –con la mismísima salvación de la economía nacional como estandarte de su administración– ni el panista Vicente Fox  –con toda la confianza de los mexicanos puesta en sus manos– ni tampoco Felipe Calderón –“haiga sido como haiga sido”– pudieron concretar.

¿Cuál son esos logros?

 Reformar la Constitución, liberar licitaciones para dos nuevas cadenas de televisión abierta, de este modo poner en competencia y negociación a los gigantes de telecomunicaciones en México: Televisa y Telmex/Telcel. Abrir los cimientos de los paradigmas revolucionarios de México y romper con uno de los mitos de nuestro país: privatizar la industria petrolera.

Por eso es que llama fuertemente la atención que una plataforma “light” como la revista matutina “Hoy” sea el escaparate para que el presidente presuma sus logros.

Por si fuera poco, llevar a los actores al Palacio Nacional para que conversen “agudamente” con el mandatario resulta un exceso.

La charla se siente forzada y sosa; como si estuvieran tratando del nuevo sencillo que Justin Bieber lanzó al mercado y los beneficios que obtendremos después de escucharlo. Nada, paisaje… aire.

Si las reformas estructurales logradas por la administración peñaniestista son, como aseguran sus promotores, un instrumento vital para la transformación de México, y la intención de Los Pinos era resolver las dudas sobre las enmiendas, hubiéramos esperado una serie de programas especiales, antes y durante el tiempo de votación, transmitidos en cadena nacional, con periodistas de distintas corrientes ideológicas, especialistas en los temas a tratar y con participación interactiva del televidente vía redes sociales.

Pero en Los Pinos escogieron “Hoy”, con razón se ganan la incredulidad del pueblo, como dice mi abuela Esperanza… “No hagas cosas buenas que parezcan malas”.

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