Los elegidos

Luis Echeverría fue su artífice, lo creó como un mecanismo para incentivar el empleo y la economía en 1973. Pero lejos de lograr ese objetivo, se convirtió en un gran hueco para las finanzas públicas.

No solo eso, desde hace cuatro décadas ha servido para que un pequeño grupo de empresarios haga de la consolidación fiscal su mejor aliado para evadir el pago de impuestos.

El régimen de consolidación fiscal consiste en que el corporativo de un grupo de empresas pueda descontar de las ganancias que obtienen algunas, las pérdidas que tienen otras del mismo grupo.

El régimen de consolidación fiscal permite que el corporativo de un grupo de empresas pueda descontar de las ganancias que obtienen algunas, las pérdidas que tienen otras del mismo grupo

Luis Echeverría fue su artífice, lo creó como un mecanismo para incentivar el empleo y la economía en 1973. Pero lejos de lograr ese objetivo, se convirtió en un gran hueco para las finanzas públicas.

No solo eso, desde hace cuatro décadas ha servido para que un pequeño grupo de empresarios haga de la consolidación fiscal su mejor aliado para evadir el pago de impuestos.

El régimen de consolidación fiscal consiste en que el corporativo de un grupo de empresas pueda descontar de las ganancias que obtienen algunas, las pérdidas que tienen otras del mismo grupo.

De esta manera, los impuestos que deben pagar las empresas que obtienen ganancias se reducen o, en el mejor de los casos, se difieren y se pueden pagar en cinco años.

Lo cierto es que desde hace cuatro décadas este régimen de privilegios se mantiene y el país no se ha desarrollado, lo cual era una de las premisas de su creación.

Pero eso sí, los grandes grupos empresariales se han beneficiado a lo largo de esos años.

En los hechos, estos corporativos pagan impuestos 10 por ciento menores a sus ingresos, no así el resto de los mexicanos que llegan a erogar hasta el 30 por ciento.

Hoy, 40 años después de se creación, se pretende modificar este régimen que se integró a la Ley del ISR en 1982 con la reforma, sin embargo, solo será para dar paso a otro, no para eliminarlo.

En la propuesta se permite amortizar pérdidas contra ganancias, pero el impuesto que se difiere se tiene que pagar en tres años. En el régimen actual el lapso es de cinco años.

Si antes los grupos requerían solo el 50 por ciento del control de sus empresas para poder consolidarlas, ahora deberán tener un porcentaje más alto para hacerlo, explica el especialista Luis Pérez de Acha.

Lo mismo, pero diferente

Para la vicecoordinadora del PRD en el Senado, Dolores Padierna, la iniciativa no propone eliminar el régimen de consolidación fiscal, sino transformarlo en otro denominado “Régimen Fiscal Opcional para Grupos de Sociedades”.

Esto quiere decir, explica, que con el esquema propuesto se permitirá un mayor control de los impuestos causados por cada una de las empresas del grupo.

Sin embargo, advierte que se seguirá permitiendo el diferimiento solo que a tres años, en vez de los cinco años actuales.

Pero habrá, admite, mayores elementos de control que limiten la planeación fiscal de los grupos empresariales y sus abusos.

Pero lo que no contiene la iniciativa, a su juicio, es una justificación convincente para mantener el régimen de consolidación, solo se expone que es necesaria para mantener la competitividad de las empresas con respecto a los inversionistas extranjeros.

Para que se justifique el establecimiento de trato fiscal preferencial para un sector de la población, sostiene la legisladora, es indispensable que “se expongan argumentos sólidos y convincentes que demuestren los beneficios que reportará al país y no a las empresas”.

Según los expertos, este aspecto cobra mayor relevancia cuando se trata de otorgar beneficios a los grupos empresariales más poderosos del país.

Aquellos que tienen mayor capacidad contributiva y mayores posibilidades de evadir el cumplimiento de sus obligaciones.

“La iniciativa trata de justificar su propuesta a partir de que se tendría mayor control sobre las empresas, pero en ningún momento justifica el por qué deba mantenerse este privilegio”, insiste Padierna.

Rechaza que se pretenda engañar a los legisladores y la opinión pública con la “artimaña” de solo cambiarle el nombre y no desaparecer dicho régimen.

Lo importante, a su juicio, es dar las explicaciones contundentes al Poder Legislativo sobre la conveniencia para el país de mantener este esquema pero con otro nombre.

Los beneficios

> Diferir el pago de impuestos de la controladora y de las subsidiarias hasta por 5 años.

> Lograr un menor pago de impuestos en el año a declarar, si reporta las pérdidas fiscales del grupo o alguna subsidiaria.

> Considerar al grupo de empresas como una sola compañía, con lo cual se ahorra costos y trámites a la hora de pagar impuestos.

El problema recaudatorio

Aunque es difícil determinar todavía el efecto recaudatorio que tendrá este nuevo régimen, la consolidación fiscal se tornará más difícil, asegura Pérez de Acha.

De acuerdo con la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en 2010 el SAT recaudó un billón 123 mil 394 millones de pesos de grandes contribuyentes.

Pero 411 grupos integrados por 3 mil 480 empresas se consolidaron fiscalmente y solo aportaron 176 mil 796 millones, mientras que el resto -que no consolidó- tuvo que pagar 726 mil 85 millones de pesos.

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