No hay imagen disponible

La disputa del Golfo

El 29 de agosto pasado, el presidente Felipe Calderón anunció que Pemex había descubierto el primer gran yacimiento de crudo ligero en aguas profundas del Golfo de México.

Esta es la buena noticia.

La mala es que se encuentra a una profundidad que nunca antes ha sido explotada por el ser humano, entre 2 mil 500 y 3 mil metros, y que en el mejor de los casos podría empezar a producir crudo hasta la próxima década.

La inexistencia de la Isla Bermeja, como también se le conoce, inspiró diversas teorías de conspiración
Solo si el ritmo de explotación preserva la riqueza petrolera por más tiempo y permite tener la reposición de reservas, el país no llegará a ser un importador neto
Lograr acuerdos en la Cámara de Diputados para abrir la inversión en Pemex y evitar que la producción siga en picada es el reto del próximo gobierno
La paraestatal mexicana lo máximo que ha llegado a explorar en aguas profundas no alcanza ni los mil metros. El nuevo yacimiento anunciado por el Presidente Felipe Calderón está entre 2 mil 500 y 3 mil metros de profundidad.

El 29 de agosto pasado, el presidente Felipe Calderón anunció que Pemex había descubierto el primer gran yacimiento de crudo ligero en aguas profundas del Golfo de México.

Esta es la buena noticia.

La mala es que se encuentra a una profundidad que nunca antes ha sido explotada por el ser humano, entre 2 mil 500 y 3 mil metros, y que en el mejor de los casos podría empezar a producir crudo hasta la próxima década.

En contraste las empresas estadounidenses y europeas han perforado miles de pozos muy cerca de la zona donde se hizo este descubrimiento, y México apenas inicia este proceso.

Cerca del Hoyo de Dona

El yacimiento se localiza en la zona conocida como Cinturón Plegado de Perdido, en una área conocida como Salida de Bravo, cerca de la frontera con Estados Unidos, a 180 kilómetros de las costas de Tamaulipas.

Es el primer yacimiento cercano a uno de los dos Hoyos de Dona, como se les denomina coloquialmente a dos polígonos que están en el Golfo de México, justo en medio de la línea de la frontera marítima del norte.

Se trata de dos zonas de aguas profundas localizadas a cientos de kilómetros de las costas mexicanas, y su soberanía ha sido objeto de disputa entre los gobiernos de México y Estados Unidos.

El polígono occidental mide 17 mil kilómetros cuadrados; el oriental, 20 mil kilómetros cuadrados.

La importancia de estos famosos hoyos radica en su riqueza de hidrocarburos, ya que la alta probabilidad de descubrir grandes yacimientos de gas y petróleo beneficiaría a México significativamente.

Hace 30 años inició la disputa bilateral por este territorio marítimo. Terminó 15 años después con un acuerdo firmado por las cancilleres Madeleine Albright, de Estados Unidos, y Rosario Green, de México. 

Sí, concluyó la disputa, pero no el debate. Y la polémica se prolongó hasta principios de 2012. 

Fue en febrero pasado cuando Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, y la canciller mexicana Patricia Espinosa firmaron el Acuerdo para la Exploración y Explotación de los Yacimientos Transfronterizos.

El sector energético será el eje central de las políticas económicas de la próxima administración porque la explotación del petróleo representa 30 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

México logró librar –de panzazo– la recesión económica de 2008 gracias a las reservas petroleras, pero Pemex requiere una renovación estratégica urgente para maximizar su producción y eficiencia.

Aunque los yacimientos están produciendo menos, la paraestatal tiene planes para expandir las actividades de refinación con la apertura de nuevas plantas. 

Por eso está construyendo la Refinería Bicentenario Miguel Hidalgo en el municipio de Tula.

Para cuadrar los costos de la construcción de refinerías y satisfacer la demanda de crudo, Pemex ha incursionado en la exploración en aguas profundas.

Con esta nueva misión, resurge la controversia de los Hoyos de Dona. Principalmente por el polígono occidental, que es el más cercano a las costas mexicanas.

El tratado de 1998 sobre el Hoyo de Dona Oriental estipula que de los 17 mil kilómetros cuadrados del polígono, México tiene derechos sobre 61.7 por ciento del área. El 38.3 por ciento restante le corresponde a Estados Unidos.

Un logro cuestionable

Lo que en ese entonces fue considerado un logro, hoy es visto desde una perspectiva más realista.

A pesar de contar con la mayor parte del polígono oriental, México tiene dos obstáculos: la profundidad del yacimiento y la geografía marítima.

Una buena parte del polígono mexicano se encuentra en aguas ultra profundas, y muy pocas empresas privadas cuentan tecnología apropiada para perforar en ese tipo de terrenos submarinos. 

Algunas zonas sobrepasan los 2 mil 500 metros de profundidad, y nadie ha perforado a esa distancia.

El segundo obstáculo es la geografía marítima. Aunque a Estados Unidos le corresponde un área menor del hoyo oriental, la plataforma marítima es plana y ofrece mejores condiciones para la perforación.

En cambio, la parte que le corresponde a México se encuentra sobre una llanura abisal, que es un terreno muy deteriorado, accidentado y difícil de perforar.

La planeación estratégica del sector energético, especialmente de Pemex, estará en el ojo del huracán en los próximos años.

También es una realidad que revitalizar el prestigio e influencia de México en el mundo es un imperativo de seguridad nacional.

Por una variedad de razones, que van desde la pérdida de eficiencia del sector energético hasta la inseguridad provocada por el crimen organizado, México ya no aparece en la foto del panorama global.

Las aguas se empiezan a mover porque son varios los que aspiran a ocupar los puestos clave en esta misión de reposicionamiento internacional.

Incluso hay quienes ya levantaron la mano, como la ex canciller Rosario Green.

En cuanto a Pemex y las secretarías de Energía y Hacienda, suenan varios nombres, algunos muy conocidos, pero habrá que esperar al primero de diciembre para que se aclaren –y aquieten– las aguas.

Robo de crudo

La paraestatal pierde un promedio de 25 mil barriles de crudo al día por robos, lo que equivale a casi uno por ciento de la producción promedio total, reconoce Carlos Morales, director de Pemex Exploración y Producción.

“Lo de las sustracciones ilícitas era un tema muy recurrente en gasolina, pero ahora se nos está dando en el crudo”, advierte.

Lo más grave es que Petróleos Mexicanos ignora hacia dónde se puede estar yendo el crudo. Lo que está claro es que la merma genera pérdidas diarias de casi 2.5 millones de dólares.

Según Pemex, este fenómeno comenzó a percibirse apenas en el segundo semestre del año pasado debido al alza del diferencial entre lo que se produce y lo que se distribuye.

Este diferencial se ubicó en cerca de 3 por ciento durante 2012, mientras que en 2011 llegó a 1.1 por ciento, y se mantuvo estable por debajo de uno por ciento entre 2000 y 2010, revelan cifras de la paraestatal.

Por lo pronto, Pemex le apuesta a Chicontepec y a las aguas profundas para alcanzar la meta de producir 3 millones de barriles al día en 2017.

Al final de este año, el objetivo es llegar a 90 mil barriles, hoy se producen 70 mil. 

La meta, adelanta Carlos Morales, es seguir creciendo hasta llegar a 200 mil barriles en el año 2017 y 300 mil en 2018. 

Para cumplir esos objetivos, Pemex prepara actualmente seis licitaciones de contratos incentivados para Chicontepec y uno más para un proyecto en aguas profundas.

DE PRODUCTOR A IMPORTADOR

México enfrenta el envejecimiento de sus yacimientos, lo que ha ocasionado una rápida caída en su producción de crudo, advierte la Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA)

Por Georgina Howard

La Administración de Información de Energía de Estados Unidos (EIA) advierte que México, uno de sus principales proveedores, ha registrado una rápida caída en su producción de petróleo.

Hace cuatro años, la producción mexicana alcanzó un máximo de 3.2 millones de barriles diarios. En 2011, ni siquiera llegó a tres millones de barriles por día.

La razón es el envejecimiento de los yacimientos petrolíferos y la baja inversión que arrastra este sector desde hace años, alerta la EIA.

A menos que se modifiquen las reglas y fluya más capital de empresas del ramo, México pasará de ser productor a importador de petróleo en 2020, anticipa el organismo.

Solo si el ritmo de explotación del yacimiento descubierto en el Golfo de México preserva la riqueza petrolera por más tiempo y permite reponer las reservas, el país no llegará a ser un importador neto, opina Leticia Armenta Fraire, directora del Centro de Análisis Económico del TEC de Monterrey, Campus Ciudad de México.

Un escenario de este tipo significaría que de ser el mayor proveedor de Estados Unidos (EU), podría ser sustituido por Canadá y Arabia Saudita.

Sin embargo, Pemex, que contribuye con 32 por ciento de los ingresos presupuestarios del gobierno federal, asegura que para 2018 la producción volverá a ubicarse en 3 millones de barriles diarios.

Hoy, de acuerdo a datos de la propia paraestatal, el descenso de las exportaciones mexicanas de crudo es de un millón de barriles diarios, cifra que podría aumentar si no se modifican las políticas en materia de inversión.

Desde la nacionalización del sector petrolero en 1938, empresas como Exxon Mobil, Royal Dutch Shell y BP tienen prohibido participar de manera significativa en las operaciones petroleras de México.

Inversión de 128 mmdp

Las autoridades mexicanas afirman que el yacimiento de Cinturón Plegado de Perdido tiene potencial para producir de 250 a 400 millones de barriles de crudo para las reservas 3P del país, que son las de menor probabilidad de extracción.

Aunque se estima que la cuenca puede formar parte de una reserva potencial que genere entre 4 mil y 10 mil millones de barriles de crudo, Petróleos Mexicanos no podrá explotarla por sí solo.

Y es que la inversión y la tecnología para hacer rentable este descubrimiento superan la capacidad actual de Pemex, señala Luis Miguel Labardini, especialista de la firma consultora Marcos y Asociados.

Más aún, la producción se cristalizaría hasta 2020, y sería en el año 2026 cuando se convirtiera en una zona de explotación relevante con capacidad para enfrentar el declive de campos como Cantarell y Ku Maloob Zaap.

Si bien en los últimos años México ha liberalizado ciertos sectores de la industria petrolera para que los extranjeros participen en la licitación de contratos, todavía falta mucho.

Sobre todo porque este yacimiento del Golfo de México requerirá, tan solo para la perforación de más pozos que ayuden a delimitar el área, una inversión inicial de 750 millones de dólares.

Ya con la instalación de plantas de almacenamiento, la cifra superará los 128 mil millones de pesos, de acuerdo a la estimación que le hizo llegar Pemex la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH).

De ahí que el gobierno entrante tenga el reto de abrir la inversión privada, a lo que se han negado los legisladores de manera sistemática.

En opinión de los expertos, la reforma energética debe incluir una mayor participación de la iniciativa privada para explotar esos yacimientos e impedir que siga cayendo la producción de crudo.

Pero no es tan sencillo, porque para reformar la Constitución, se requiere el voto de las dos terceras partes de las cámaras de Diputados y Senadores.

Las alianzas partidistas y conciliadoras entre los legisladores de las distintas bancadas será fundamental para que pase una reforma de este tipo.

Y habrá que delinear muy bien la propuesta, ya que una reforma tan radical encontrará fuerte oposición por parte del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.

A la lista se agregarían los organismos gubernamentales cuyos ingresos dependen de Pemex y los consumidores mexicanos que resultan beneficiados por los subsidios que se aplican a la gasolina.

Con la apertura a la inversión privada, se lograría que las empresas internacionales pudieran adquirir participaciones de propiedad en los campos petroleros, explica Labardini.

No hay duda, agrega, que la cuenca encontrada en el Golfo de México pudiera convertirse en una de las más grandes del país, equiparable al yacimiento de Ku Maloob Zaap, del cual ha dependido la producción del país en los últimos años ante la declinación natural de Cantarell.

Y es que no se trata de un pozo compartido con Estados Unidos, pues la perforación se realizó con la recién inaugurada Plataforma Bicentenario, en el campo Trión 1, a 180 kilómetros de la costa de Tamaulipas, casi 40 kilómetros al sur de la frontera con Estados Unidos.

Pero se requiere algo más que contratos incentivados, modelo que ha sugerido Pemex para la explotación de esta zona, porque carece de capacidad tecnológica y financiera para hacerlo por sí sola, dice Labardini.

Lo primero que se debe hacer, explica la académica Armenta, es detectar los yacimientos para iniciar la certificación e identificar si los recursos hallados son posibles, probables y probados.

Una vez concluida esa fase, se podrá sumar el conjunto de reservas encontradas a las de los tres niveles establecidos.

Con base en ello, se podría pensar en la explotación de los recursos.

Armenta señala que en el pasado, los gobiernos podían declarar de manera arbitraria que tenían más o menos reservas de petróleo.

Para los tres niveles (posibles, probados y probables), hoy existen procesos que permiten certificar la existencia de dichos recursos, y así pueden ser agregados a las reservas según su categoría.

La administración de Felipe Calderón destaca porque es la que más ha invertido en exploración, por eso es posible conocer esa nueva riqueza que puede ser explotada, dice Leticia Armenta.

Pero se requiere mayor inversión privada para explotarla y mantenerla, y no están dadas las condiciones para dicha apertura, reconoce.

Juan Carlos Zepeda, titular de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, órgano regulador de Petróleos Mexicanos, admite que la paraestatal requiere la participación de terceros para explorar los recursos prospectivos que se encuentran en las aguas profundas del Golfo de México.

“No le podemos pedir a Pemex que desarrolle por sí solo este potencial, que comprende una extensión de 567 kilómetros cuadrados que supone el área de aguas profundas en el Golfo”, aclara.

ISLA BERMEJA ¿REALIDAD O MITO? 

Por Rodrigo Villegas

La disputa por las porciones de los polígonos conocidos como Hoyos de Dona se dio a través de intensas negociaciones entre los gobiernos de México y Estados Unidos.

Para ello, se pusieron diversos acuerdos sobre la mesa. De entrada, se determinó que el método para establecer los lindes marítimos sería la equidistancia.

Es decir, se tomaría el último punto territorial –en este caso, un arrecife de grandes proporciones– y se avanzaría 200 millas náuticas hacia el norte antes de marcar la línea fronteriza.

Después se delimitaría el polígono de 17 kilómetros cuadrados ubicado en el Golfo de México. Y, posteriormente, ambos gobiernos marcarían una franja fronteriza de 2.6 kilómetros de longitud.

Y fue en esta parte donde surgieron los desacuerdos.

El polígono, de acuerdo a las divisiones territoriales, abarca estrechos de la franja fronteriza, por lo que el gobierno mexicano, a través de Rosario Green, José Ángel Gurría y Luis Téllez, negoció con su contraparte estadounidense un acuerdo para dividir el polígono.

Este convenio se firmó en 1998, entre la entonces canciller Green y la secretaria de estado norteamericana Albright. 

En ese acuerdo se fijó un plazo de espera de 10 años para poner en marcha proyectos de exploración y extracción de hidrocarburos.

En 1996, durante el debate legislativo sobre el acuerdo que estaba siendo negociado con Estados Unidos, el senador José Ángel Conchello exigió a la Secretaría de Relaciones Exteriores, entonces encabezada por Gurría, que informara sobre la perforación de un pozo ubicado en esa zona del Golfo de México. 

El legislador panista señaló que tenía conocimiento de que cuatro compañías extranjeras iniciarían proyectos de exploración y que podrían explotar recursos del patrimonio mexicano. Entre ellas estaba Reading & Bates Corp.

Fue entonces cuando se dio a conocer, durante una explicación técnica sobre el método de equidistancia, que el Islote o Isla Bermejo no existía.

Esta revelación contradecía lo que aparecía en los mapas, que ubicaban el islote 100 millas náuticas al norte de Yucatán, en las coordenadas Latitud: 22º 33´0 N y Longitud 91º 22´0 W. 

Algunos investigadores e historiadores afirman que hay docenas de pruebas sobre la existencia del islote. Desde mapas de la Colonia, hasta mapas geográficos del gobierno de Estados Unidos, entre otros. 

Sin embargo, hoy en día los satélites no encuentran este registro. Las coordenadas corresponden a mar abierto.

La inexistencia de isla, como también se le conoce, inspiró diversas teorías de conspiración. 

Una de ellas señala que entre 1940 y 1979, el gobierno de Estados Unidos realizó ejercicios militares para desaparecer o desintegrar el islote porque tenía conocimiento de la riqueza de hidrocarburos que albergaba el Golfo de México en esa zona.

22 PERFORACIONES

El promedio de éxito para este tipo de proyectos es de 15 por ciento

Pemex ha perforado 22 pozos en aguas profundas con una inversión de 3 mil millones de dólares, pero solo ha tenido éxito en dos descubrimientos: el que se hizo en Trión y uno anterior en la zona de Lakash.

El promedio de éxito para este tipo de proyectos es de 15 por ciento, y eso cuando se supera la barrera de 100 perforaciones.

Carlos Morales Gil, director de Pemex Producción y Exportación (PEP), adelanta que la paraestatal perforará en otras zonas ubicadas dentro del Cinturón Plegado de Perdido.

“Ahora viene Supremos, y terminando vendría Maximino. Es muy probable que el siguiente movimiento sería o delimitar Trión, o ir a otro yacimiento que se llama PEP”, detalla.

En el caso de Trión, aún faltan años de trabajo y una fuerte inversión para construir un sistema de producción en la zona.

El presidente Felipe Calderón ha dicho que el descubrimiento hecho en el Golfo de México fortalece las reservas de hidrocarburos y permitirá mantener e incrementar la producción de petróleo a mediano y largo plazos.

Lo cierto es que el número de pozos perforados en la parte estadounidense del Golfo de México y en la formación del Esquisto Eagle Ford, en Texas, supera con mucho a lo que se ha hecho en el lado mexicano.

Te puede interesar