Entre el dumping y las elecciones

La decisión aún no está tomada, pero el tomate mexicano se encuentra en la punta del iceberg.

Mas que un castigo por supuestas prácticas de dumping, que no las tiene, los tomateros mexicanos son presa, por parte de Barack Obama, de la contienda electoral en puerta en Estados Unidos.

La lectura es muy clara, “es un asunto político” porque Florida representa alrededor de 19 votos electorales. 

Por eso la decisión es interpretada como una medida electoral de Obama, opina Manuel Valencia, Bachelor in International Business del TEC de Monterrey, Campus Santa Fe.

México no desea romper el contrato que tiene con el vecino del norte para la exportación del tomate porque la afectación económica sería muy elevada

La decisión aún no está tomada, pero el tomate mexicano se encuentra en la punta del iceberg.

Mas que un castigo por supuestas prácticas de dumping, que no las tiene, los tomateros mexicanos son presa, por parte de Barack Obama, de la contienda electoral en puerta en Estados Unidos.

La lectura es muy clara, “es un asunto político” porque Florida representa alrededor de 19 votos electorales. 

Por eso la decisión es interpretada como una medida electoral de Obama, opina Manuel Valencia, Bachelor in International Business del TEC de Monterrey, Campus Santa Fe.

“Tiene que ganarse a todos los votantes de Florida y por eso le pide al Departamento de Comercio de su país que le ayude para que se vea que defiende al campo norteamericano”, expone.

Desde junio de este año  productores de tomate en Florida han presionado al gobierno de Obama para concluir el acuerdo vigente con México desde 1996.

El argumento: que no ha logrado protegerlos de la venta de los tomates mexicanos por debajo de los costos de producción en suelo norteamericano.

A esa práctica se le conoce en el argot commercial como dumping, cuando un producto que se vende en el país importador a un precio inferior al que se comercia en el país exportador.

De acuerdo con la Secretaría de Economía, el 50 por ciento  del tomate que se consume en Estados Unidos es mexicano.

Por esa razón, la semana pasada Estados Unidos decidió, de manera preliminar, ponerle fin al pacto aunque estará vigente hasta que se tome una decisión final en un plazo no mayor a 270 días.

Conociendo el trasfondo político y para evitar que el asunto llegue a los tribunales, lo que tardaría mucho tiempo en resolverse, la respuesta del gobierno mexicano no se hizo esperar, comenta Valencia.

“Si de eso se trata, nosotros también vamos a ayudar y estamos cediendo”

Lo cierto, aclara el también director de los Programas Academicos en Negocios Internacionales, es que la decisión todavía no está tomada, es apenas una amenaza.

En el acuerdo firmado hace 16 años y que forma parte del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, se fijó un piso base al tomate mexicano para que entrara a Estados Unidos de manera competitiva y no extremadamente barato.

“Pero ya tenemos la experiencia de que no todo lo que está escrito en el TLCAN  se respeta, ya nos sucedió con los camioneros mexicanos y el atún, ya tenemos experiencia en ese tema”.

México, como lo ha manifestado la SE, no quiere que se rompa el acuerdo que se tiene para la exportación del tomate.

 El gobierno mexicano ya propuso, en principio, incrementar en 20 por ciento el piso del tomate que se vende y que está en 17 centavos de dólar por libra en el verano y 23 centavos por libra en invierno.

Ahora sólo queda esperar a que el Departamento de Comercio de EU acepta la propuesta. 

Lo cierto es que se requiere que el Departamento de Comercio cuente con el apoyo del 85 por ciento de la industria del tomate estadounidense para hacer efectiva la terminación del acuerdo. 

“Si se rompe el acuerdo los tomateros de aquel país nos pueden demandar por dumping y nos vamos a tardar mucho tiempo en comprobar ante los tribunales no hay dumping en el tomate mexicano”. 

Hoy, uno de cada dos tomates producidos en México, se vende en Estados Unidos, un negocio que representa alrededor de mil 800 millones de dólares al año y genera más de 200 mil empleos.

Si Estados Unidos impone aranceles muy altos al tomate mexicano, afectará entre el 50 y 60 por ciento las exportaciones nacionales, advierte la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). 

Con un escenario así habría un impacto importante para la economía nacional y, sobre todo, para los tomateros de Sinaloa y Sonora, advierte Manuel Valencia. 

Los tomateros mexicanos confían en que tienen un producto muy competitivo y bueno con alta tecnología. 

En Florida, por ejemplo, no se producen los tomates en invernadero “porque no se animan a invertir en esa tecnología y nuestra capacidad en esa rama es mayor”, menciona el académico del TEC.

El tema del tomate le interesa mucho a Wal-Mart y los productores mexicanos pueden aliarse para que no se abra el acuerdo.

Si lo hacen, anticipa, estas empresas de autoservicio van a querer vender el producto más caro a los tomateros de Estados Unidos.

“La única manera para que esa  firma comercial ofrezca  precios tan bajos, es mantener las cosas como están”. 

Para evitar situaciones de este tipo en el futuro y no depender de un solo mercado, la Sagarpa trabaja en diversificar mercados. A la fecha se promocionan  productos mexicanos en Japón, China, Corea, Singapur, Europa”, afirmó.

Riesgoso abrir el TLCAN

La apertura del TLCAN es algo que piden muchos sectores mexicanos. Sin embargo, para el Manuel Valencia “no es algo que nos convenga como país.

Sobre todo, dice, porque la relación con Estados Unidos no es sólo comercial, implica seguridad, migración logística, transporte. 

“Es difícil aislarnos cuando tenemos un tratado comercial y hablar de Business Only, hay muchos temas detrás y no es tan simple”.

Hay muchos industriales interesados en abrir el tratado para analizar la situación de los autos usados, de la industria automotriz, la papa, el algodón o el papel higiénico, pero no es recomendable.

“Desgraciadamente cualquier tema con EU nunca lo vamos a poder tratar aislado, siempre hay una sombrilla mucho más grande que implica intereses de otro tipo y que ni siquiera tiene que ver con posnegocios”.

Admite que sí se pueden abrir puertas, pero corremos el riesgo de terminar discutiendo otros asuntos y no centrarnos solo lo que trate el TLCAN.

Lo aconsejable, dice, es irnos tema por tema, industria por industria y no abrir el capítulo de agricultura porque en algunos tenemos ventajas y en otros desventajas: “no nos queda de otra”.