‘En el infierno ya no estamos’

“Cualquier crisis humana se resuelve con un encuentro. No se resuelve aislándote, no se resuelve a lamentos, no se resuelve yéndose, huyendo a otras regiones. Se resuelve buscando el encuentro entre personas de bien y tratando de fortalecer las instituciones. De esa manera es como nos ha funcionado en Juárez”.

Con estas palabras inicia su charla Arturo Valenzuela Zorrilla, quien transmite un mensaje optimista que pareciera fuera de lugar frente a los torbellinos de violencia que azotan varias regiones del país.

El integrante de la mesa de seguridad insiste en lo decisivo que resulta romper el muro que separa a la sociedad del gobierno

“Cualquier crisis humana se resuelve con un encuentro. No se resuelve aislándote, no se resuelve a lamentos, no se resuelve yéndose, huyendo a otras regiones. Se resuelve buscando el encuentro entre personas de bien y tratando de fortalecer las instituciones. De esa manera es como nos ha funcionado en Juárez”.

Con estas palabras inicia su charla Arturo Valenzuela Zorrilla, quien transmite un mensaje optimista que pareciera fuera de lugar frente a los torbellinos de violencia que azotan varias regiones del país.

Al referirse al lugar donde vive y labora muchas veces lo hace en tiempo pasado. Ahí, dice el presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Ciudad Juárez, “vivimos un infierno muy difícil de poder describir y transmitir”. Sin embargo –acota– varios juarenses buscan ser portadores de esperanza para el resto de la República. Dar a conocer que “sí se puede; nosotros estuvimos en las peores circunstancias y salimos adelante: cualquier ciudad de México puede salir”.

Al escucharlo pareciera que esa ciudad del norte de la República no es la misma de la que siguen llegando reportes negros y ensangrentados. Que para quienes estamos allende el Río Bravo, Ciudad Juárez pasó del infierno al paraíso.

Aún estamos “lejos del paraíso –reconoce– pero vamos a estar en el paraíso… No estamos bien, todavía hay homicidios del crimen organizado, existe mucha extorsión, cobro de piso…”

– Y las muertas de Juárez, se agrega.

“Es otro caso que es importantísimo resolver. Tenemos cosas muy graves, pero en el infierno ya no estamos”.

El integrante de la mesa de seguridad “Todos somos Juárez” insiste en lo decisivo que resulta romper el muro que separa a la sociedad del gobierno: “si formas un equipo los resultados también son culpa tuya como ciudadano”.

Criticar es una postura cómoda, según el cirujano, pero es mejor ponerse “los tenis y darle entre todos”. Así es como él puede asegurar: “falta mucho, pero hemos avanzado bastante”. 

Logros y avances

Al cuestionarle a Arturo Valenzuela qué ha cambiado en Juárez y qué índices se ha logrado revertir, refiere que la mesa que ha coordinado se ha concentrado en medir delitos de alto impacto en la sociedad.Evaluando las estrategias para aminorar homicidios, secuestros, cobro de piso, robo de autos con violencia y robo a comercios descubrieron que “hemos bajado en todos los indicadores a niveles bastante buenos”. 

La taza de homicidios en esta ciudad fronteriza llegó a ser de 312 por mes. 

“Era más probable sobrevivir dentro del penal de Ciudad Juárez que en (sus) calles”, asegura el medico cirujano. 

Esta cifra infernal, indica, bajó a 37 homicidios, y de acuerdo con el último censo del Inegi “arroja una tasa de 32 homicios por cada 100 mil habitantes”.

Con respecto a las acciones implementadas en el “Programa de cobro de piso” reconoce, de entrada, que es un fenómeno difícil de erradicar. 

Valenzuela cuenta que el circuito turístico Pronaf pasó de ser un sitio popular y concurrido a quedar, en 2008, despoblado.

“La mayoría de los negocios cerró; ya nadie salía en las noches”, recuerda.

Instalando patrullas federales a la entrada del circuito, trabajaban por turnos y cuidaban la relación con el ciudadano. Así, los comerciantes se animaron y acordaron no pagar más la cuota de piso. 

Pensaron se propiciaría “una reacción del crimen organizado, cosa que no ocurrió. Lo que hicieron es que migraron a otras áreas de Ciudad Juárez, pero ese sector el Pronaf quedó libre de extorsión”.

– El problema solo se movió de lugar –se comenta.

– Con esa estrategia sí, pero no es la única que hemos utilizado para extorsión. 

En opinion del entrevistado, por cada extorsionador que se atrapa se liberan 50 negocios, y en fechas recientes “con la ayuda coordinada de todas las fuerzas públicas y con la inteligencia ciudadana” le han pegado a este flagelo.

– ¿Qué fue lo que cambió?, se le pregunta.

“El encuentro… empieza la mesa de seguridad y se sienta la Policía Federal, la municipal, la PGR y la representación ciudadana”. 

Dicho centro de confianza, en su parecer, permite a la sociedad fiscalizar y observar la conducta de las fuerzas pública. Hay otro caso, el de “los parqueros”, que muchas veces fungían como “halcones”: informantes del crimen organizado.

José Murguía, un ciudadano que dirige ese comité, organizó a los comerciantes de los corredores comerciales importantes, en coordinación con la Policía Federal. 

Hoy se cuenta con corredores seguros cuyos problemas son evaluados periódicamente por sociedad y autoridad.

En el mismo sentido ha operado el programa Taxi Seguro, que ha propiciado ambientes de seguridad y convivencia.

Más allá de iniciativas y programas, Arturo Valenzuela Zorrilla, a título personal, opina que en el centro de esta problemática de salud pública está la legalización o taxación de las substancias que moderan la conciencia humana. 

Él está a favor de la legalización de los estupefacientes porque piensa que si todos los millones de pesos invertidos en patrullas, balas, ametralladoras se invertieran en educación, prevención y rehabilitación se haría un cambio cualitativo.

“Las drogas no se combaten a balazos”, sentencia.

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