Don “Toño” arregla bicicletas en la calle; su negocio está a punto de venirse abajo tras sismo de 7.1

Don Toño: “Voy a buscar aquí cerca un localito, ojalá lo encuentre, porque este es mi rumbo, por lo pronto vamos a rezar por los que perdieron la vida. Pero como dicen por ahí la vida sigue y no tengo otra que trabajar...”

Después de 25 años de reparar bicicletas en un taller ubicado en la calle de Guillermo Prieto número 27, colonia San Rafael, delegación Cuauhtémoc, el señor José Antonio Pérez Ramírez mira desolado cómo su accesoria está a punto de venirse abajo.

“El temblor fue fuertísimo, alcance a oír la alarma sísmica y me salí, pero la casa de atrás se derrumbó, pero ahí desde hace muchos años no vive nadie y por eso la cosa no pasó a mayores”, relata.

Sin embargo, esta mañana se presentó a ese lugar y en plena vía pública continúa reparando bicicletas, “porque no le puedo fallar a mis clientes. Ellos son los que pagan para que pueda llevar el gasto a mi casa”.

Este hombre, de 60 años de edad, comenta que “yo aquí rentaba, pero ahora voy a tener que buscar otro local para seguir trabajando. Arreglar bicis es lo que se hacer y voy a seguir en esto hasta que el cuerpo aguante”.

Después de encender un cigarro, menciona que vive en Naucalpan, Estado de México, y desde hace 25 años abría su accesoria para ganarse la vida honestamente, por lo que los vecinos que pasan lo saludan de manera cordial.

“Son muchos años aquí, todos me conocen y después del temblor vinieron para saber cómo estaba. Algunos hasta me han traído una torta o un refresco, lo cual les agradezco. Todos son buenas personas”, afirma con voz firme.

Don Toño, como muchos le dicen, asevera que “Dios quiso que no me pasara nada. Ya vi que muchas personas murieron y lo que más siento es que varios son niños, eso es triste, son inocentes que tenían muchos años por delante”.

Mirando a su alrededor, dice que en la colonia San Rafael, a diferencia de otras zonas de la Ciudad de México, casi no hubo casas afectadas, pese a que algunos inmuebles tienen más de 80 años de construcción.

“Aquí se sintió fuerte el temblor, muchos condominios se movían de un lado para otro, pero resistieron. Mi taller quedó mal y ya no voy a poder seguir ahí”, lamenta, al tiempo que suelta el humo del cigarro.

Pese a esta situación hace planes, “voy a buscar aquí cerca un localito, ojalá lo encuentre, porque este es mi rumbo, por lo pronto vamos a rezar por los que perdieron la vida. Pero como dicen por ahí la vida sigue y no tengo otra que trabajar”.

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