Crónica de un edificio a punto de colapsar en la Roma

Las autoridades de Protección Civil solo observaron por fuera la estructura y le dieron prioridad a otras

“Todos los años de trabajo”, lamenta Álvaro, habitante del edificio 200 sobre la calle Jalapa en la Roma Norte. El vecino del cuarto piso desalojó cuanto pudo y como pudo, a pesar del riesgo inminente que representaba subir nuevamente esas escaleras estrechas y ahora llenas de escombros.

Ya son las 19:00 horas del 19 de septiembre, casi seis horas después del temblor que nuevamente provocó muertes, derrumbes y caos en la Ciudad de México, Morelos y Puebla. La noche comienza a caer y Álvaro bebe una cerveza que el vecino de un hogar frente a Jalapa 200 le dio.

Los residentes del edificio construido en 1956 no han partido. Están esperando que por algún milagro alguien les diga que pueden regresar al lugar que horas antes fungió como el mejor resguardo al temblor de hace 32 años y al de hace 12 días.

Pero este no lo resistió. Las fracturas son evidentes, el agua corre por el edificio, hay vecinos con prisa por sacar lo más que puedan de sus pertenencias. Sus años de trabajo.

El vecino de origen argentino de en frente ofrece comida, saca pasta fría para los hambrientos desalojados a quienes también les ha gritado instantes antes que no entren, por favor, que los edificios están colapsando pasado el temblor.

“Villa Jalapa”

Así también entró Jair de 26 años, a pesar de que especialistas de Protección Civil y elementos del Ejército les prohibieran ingresar nuevamente al edificio.

“Entré a sacar mi pasaporte entre los escombros y cuando cerré la puerta noté una luz prendida, intenté volver a entrar y mi llave ya no abrió la chapa, en ese momento me cayó el veinte de que Villa Jalapa había cerrado sus puertas”, relata Jair.

Ambos fueron constantes en el 201 y los terceros “roomies” que llegaba y se iban, añoraban vivir ahí por las fiestas y reuniones que ambos sostenían constantemente.

“Échate un tequila”

Los propietarios del departamento 101 no cabían en su dolor de ver que debían abandonar su vivienda y sus pertenencias.

Uno de los dueños de ese departamento ya lleva media botella de tequila, una pertenencia que logró rescatar, pero regresa insistente a su casa.

“Pues ya, si nos vamos a morir, mejor me muero aquí. Dicen que viene la réplica”, grita desde su balcón a quienes esperan afuera del edificio como si se tratara de algún espectáculo a punto de comenzar, pero que solo genera expectativas.

Aún sin que lo inevitable suceda, la gente se detiene a ver el edificio ladeado. Le toma fotos y sigue su camino.

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Elementos de Protección Civil de la Ciudad de México pasaron a observar por fuera el edificio y emitieron su primer dictamen: inhabitable.

Ellos continuaron su camino en el área para observar más edificios y por la urgencia de otros cuyo derrumbe se avecinaba antes que el de Jalapa 200.

Pero desde el pasado 7 de septiembre cuando el temblor de 8.2 con epicentro en Pijijiapan, Chiapas, las autoridades no aparecieron para evaluar la infraestructura.

El edificio, junto a un hogar y a la vecindad que se encuentran a los costados de Jalapa 200  fueron evacuados por completo, más no abandonados.

Los vecinos regresaron al otro día de la catástrofe. Sacaron nuevamente una mesa, sillas y se pusieron a convivir en la calle como si de un picnic se tratara.

 

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