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Carstens: la otra sucesión

El relevo de Agustín Carstens en el Banco de México, que deberá de concretarse el próximo mes, se realizará en un contexto adverso y de alta presión para la estabilidad económica del país por la posible cancelación del TLCAN, la aprobación del presupuesto y en medio de la efervescencia política por las próximas elecciones presidenciales del 2018

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El relevo de Agustín Carstens en el Banco de México, que deberá de concretarse el próximo mes, se realizará en un contexto adverso y de alta presión para la estabilidad económica del país por la posible cancelación del TLCAN, la aprobación del presupuesto y en medio de la efervescencia política por las próximas elecciones presidenciales del 2018.

La designación del relevo de Carstens, quien ha comenzado su gira del adiós como gobernador del Banco de México, exigirá al Ejecutivo federal una negociación con el Senado en un momento ríspido por las confrontaciones legislativas por la Ley de Seguridad Interior, la Fiscalía General de la República y otros pendientes legislativos.

Carstens asumirá en diciembre como director del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés), con sede en Suiza.

Entre los posibles sucesores de Carstens se ha mencionado al actual secretario de Hacienda, José Antonio Meade, en caso de que no sea designado candidato del PRI a la presidencia. Al Subsecretario de Hacienda, Miguel Messmacher, además de los miembros de la Junta de Gobierno del banco central como Alejandro Díaz de León y Manuel Ramos Francia.

La Ley de Banxico establece que en caso de que no se nombre al gobernador del Banco de México, señala que el subgobernador con mayor antigüedad en el cargo asumirá el puesto como gobernador interino hasta que el Ejecutivo nombre a su candidato.

El relevo: estabilidad en riesgo

Agustín Carstens es, individualmente, la figura más importante de la política económica mexicana de la última década. Su trabajo en la Secretaría de Hacienda, pero sobre todo en el Banco de México, ha sido la fiel implementación de un modelo que apostó por la estabilidad macroeconómica, la apertura comercial y la liberalización financiera.

El legado del gobernador del Banco de México es la preservación de un marco de política económica cuyos primeros cimientos fueron colocados hace 30 años, durante el sexenio de Miguel de la Madrid.

Curiosamente, el retiro de Carstens del servicio público mexicano podría significar también el retiro del modelo económico neoliberal. Las elecciones presidenciales del 2018 prometen altas dosis de polarización política: Andrés Manuel López Obrador, el candidato antisistema por excelencia, es referido como la mayor amenaza para un régimen económico que ha privilegiado la ortodoxia macroeconómica por encima de cualquier esfuerzo significativo de redistribución del ingreso.

El consenso de analistas sugiere que la volatilidad inherente al proceso electoral de 2018 es inevitable dado que López Obrador, el candidato puntero en prácticamente todas las encuestas, propone un viraje de política económica, una irrupción del status quo,  que no se ha visto desde la década de los 80.

En ese sentido, la salida de Carstens, quien ocupará la presidencia del BIS a partir del 1 de diciembre, coincide con el que es probablemente el escenario económico más complicado desde la crisis financiera global de 2008. Aunado a la incertidumbre política, la creciente probabilidad de que Estados Unidos se retire del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) obliga a contemplar la posibilidad de que el país entre en recesión en el último año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

Por eso, la sucesión del Banco de México representa un tema fundamental en un momento en el que la confianza y el sentimiento de los mercados respecto a las perspectivas económicas del país pudiera cambiar drásticamente.

Cuando se le ha preguntado a Agustín Carstens si su salida podría interpretarse como la de un capitán abandonando el barco, su respuesta es la misma: nadie es indispensable en el Banco de México, donde las decisiones de política monetaria se toman de manera colegiada por la Junta de Gobierno.

Carstens es un voto más, pero su nombre tiene más peso que el de otros miembros de la Junta de Gobierno. La figura de Agustín Carstens garantiza una sensación de respaldo, dentro y fuera de México. El papel que ha jugado en organizaciones multilaterales como el FMI, e incluso su nombramiento como presidente del BIS avalan esta percepción.

Banxico goza de fortaleza; sin embargo, la figura de Agustín Carstens garantiza una sensación de respaldo dentro y fuera de México

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