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Capital de luto

Los primeros dos meses del gobierno de Miguel Ángel Mancera, que hoy se cumplen, fueron marcados por el luto que provocó la tragedia en la Torre Ejecutiva de Pemex, en pleno corazón del Distrito Federal.

Hoy las oficinas de Pemex abren de nueva cuenta sus puertas a los empleados para reanudar actividades luego de que éstas fueran suspendidas desde el pasado jueves, día fatal.

Todos tienen miedo de regresar. Nadie ha dejado claro si las estructuras son o no seguras, o qué tan vulnerables son o quedaron después del estallido.

Compañeros, deudos y amigos de los 37 fallecidos en el incidente en la Torre de Pemex montaron un altar con mensajes, fotografías, flores y veladoras
Hoy las oficinas de Pemex abren de nueva cuenta sus puertas a los empleados para reanudar actividades luego de que éstas fueran suspendidas

Los primeros dos meses del gobierno de Miguel Ángel Mancera, que hoy se cumplen, fueron marcados por el luto que provocó la tragedia en la Torre Ejecutiva de Pemex, en pleno corazón del Distrito Federal.

Hoy las oficinas de Pemex abren de nueva cuenta sus puertas a los empleados para reanudar actividades luego de que éstas fueran suspendidas desde el pasado jueves, día fatal.

Todos tienen miedo de regresar. Nadie ha dejado claro si las estructuras son o no seguras, o qué tan vulnerables son o quedaron después del estallido.

Al cierre de esta edición y a cinco días de los hechos que arrojan 37 muertos de manera oficial, ni la Secretaría de Gobernación ni la Procuraduría General de la República (PGR), encargadas de la investigación por designación del presidente Enrique Peña Nieto, habían podido explicar lo que ocurrió.

En la calle Bahía de San Hipólito, una de las que componen la gran manzana donde se asienta el corporativo de Pemex en la colonia Verónica Anzures, perímetro de la delegación Miguel Hidalgo, se repite el escenario que sigue a una gran tragedia.

Compañeros, deudos y amigos de los fallecidos montaron un altar con mensajes, fotografías, flores y veladoras.

Sobre los barrotes de metal que componen la reja han colocado fotografías y cartulinas con mensajes de respeto y cariño; sobre la banqueta permanecen encendidas aún en el día más de cien veladoras.

Entre las imágenes y textos que adornan ahora el lugar destaca la foto de una mujer, con su vestido rojo, rostro sonriente y cabello ensortijado. Es María de la Cruz Canales, reportada como desaparecida desde el día del estallido.

Su cuerpo aún no aparece, sus hijos y esposo la reclaman, mientras que en el Forense de la PGR se encuentra el cuerpo de una mujer aún sin identificar. Pero no es el de María, según han manifestado los familiares, quienes ya acudieron a observar el cuerpo que no ha podido ser entregado.

Su foto está por todas partes. Su esposo e hijos la quieren de vuelta. Como no aparece en la lista de heridos ni cadáveres, la esperanza de que pudiera estar viva se mantiene.

La escena que se observa en la calle Bahía de San Hipólito no hace más que recordar que el Distrito Federal no es inmune, que no está blindado, que todo puede pasar.

Recuerda también episodios de otras tragedias, la guardería ABC, el casino Royal, la discoteca News Divine. Pero en el caso de Pemex aún no hay respuestas, mucho menos se puede hablar de justicia, de si hay que perseguir o condenar a alguien porque las autoridades no han explicado si fue accidente, atentado, si fue una bomba, una venganza, un ataque certero u otras múltiples razones que inevitablemente se han especulado.

En la zona, algunos empleados, que se distinguen por caminar en esas calles ataviados con su uniforme caqui, con el águila en rojo y la leyenda Pemex en verde, se reúnen en los negocios aledaños y cuentan anécdotas personales de dónde se encontraban en el momento del estallido. Dan gracias, algunos se persignan por estar vivos.

Los empleados coinciden en un punto: al interior de las oficinas de Marina Nacional hay cámaras de video que registran los movimientos en cada uno de los edificios, mismos que se interconectan.

“Ahí debe estar todo, qué esperan para explicar qué fue”, se cuestionan entre sí.

Otros más recuerdan a algunas de las víctimas que perdieron la vida en el B2, el edificio aledaño a la Torre Ejecutiva donde se registró el estallido.

“Muchos ahí hacían fila en espera de poder checar, entonces, ahí los agarró a todos”, reflexiona otro.

Los detalles siguen fluyendo. Uno cuenta que antes de ser desalojados y ante la gran cantidad de heridos y gritos de ayuda que provenían del B2, tuvieron que improvisar algunas escaleras como camillas para poder alejar de la zona del desastre a los compañeros.

Hoy se reanudan actividades

Después de la tragedia que movilizó al gobierno federal y al capitalino, ambas administraciones decretaron tres días de luto. Por un lado Miguel Ángel Mancera anunció que suspenderían las celebraciones previstas por el día de la Candelaria en la Ciudad de México.

Y así ocurrió, todas las dependencias locales cancelaron su agenda pública.

Aunque algunos servidores públicos de las áreas de Protección Civil del gobierno capitalino estuvieron involucrados el primer día de los hechos con la revisión de instalaciones, los especialistas de PGR y Sedena acapararon la investigación.

Hoy martes se tiene previsto que se reanuden las actividades en el complejo, pese a que dentro y fuera del lugar se observan decenas de elementos de la Policía Federal, Policía Ministerial y del Ejército Mexicano.

La Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) mantiene un operativo para evitar parcialmente la circulación sobre Marina Nacional, que se encuentra acordonada.

Mientras, el vacío de información oficial se suple con historias de dolor de aquellos que perdieron a sus esposos, madres e hijos; otro tanto, con reportes de la corrupción que por estos días envolvía a Pemex, unos más hablan de qué ha hecho el sindicato para proteger a los trabajadores, quienes pagaron los costos de la tragedia.

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