Viaje al centro de la Tierra

¿Cuántos kilómetros hay que excavar para llegar al centro de la tierra? En línea recta, unos 6 mil 370 kilómetros. Pero gracias a Swarm, un programa que forma parte de la Agencia Espacial Europea (ESA), alcanzarlo será más fácil a través del espacio. 

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satélites
"Construir un satélite no es algo que todo mundo pueda hacer. Fue particularmente difícil construir satélites limpios de magnetismo".
Albert ZaglauerDirector del proyecto de construcción Swarm

¿Cuántos kilómetros hay que excavar para llegar al centro de la tierra? En línea recta, unos 6 mil 370 kilómetros. Pero gracias a Swarm, un programa que forma parte de la Agencia Espacial Europea (ESA), alcanzarlo será más fácil a través del espacio. 

El próximo 16 de julio se pondrán en órbita tres diferentes satélites que identificarán y medirán las señales magnéticas que se derivan del núcleo de la Tierra, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera, elementos que en conjunto crean el campo magnético que protege a nuestro planeta. 

El viaje al centro de la Tierra no necesitará excavaciones profundas: durante cuatro años, los tres satélites estarán en órbita para modelar con alta precisión el campo geomagnético de la tierra. Menos palas, más satélites.

El objetivo de Swarm es comprender el dinamismo de los procesos que suceden bajo la corteza terrestre. Con mediciones de alta precisión, los satélites brindarán una nueva perspectiva sobre la repercusión que tiene el núcleo de la Tierra en la variación del clima o en fenómenos como los movimientos marinos, así como el impacto que tiene el viento solar en nuestro planeta. 

Uno de los retos más difíciles que enfrentan los científicos del espacio es el estudio del campo geomagnético, el escudo protector que permite que haya vida en nuestro planeta. Actualmente no se tiene claro cómo es que se genera y qué cambios presenta con el paso del tiempo, así que el proyecto de Swarm ayudará a tener una mejor comprensión sobre este proceso natural. 

El lanzamiento de los satélites se hará desde el Cosmódromo Plesetsk, al norte de Rusia, con un costo de operación que asciende a 300 millones de dólares. La misión operará con teledetección satelital desde unas órbitas de entre 400 y 550 kilómetros de altitud, con un total de mil 500 kilogramos de equipo que incluye desde magnetómetros hasta retro reflectores láser. 

Con poco más de 7 años de planeación, más de 50 personas involucradas y 35 socios industriales, el viaje al centro de la Tierra está casi listo para operar, como nos explica Albert Zaglauer, director del proyecto de construcción de los satélites Swarm.  

“El plan que armamos a finales de 2005 para la Agencia Espacial Europea fue muy ambicioso y resultó que llevó un poco más de tiempo (de lo previsto), pero un viejo principio en la industria espacial (dice) que hay que hacer las cosas con calidad y en caso de problemas tomarse el tiempo necesario”, dice Zaglauer desde el campo de pruebas de Astrium en Friedrichshafen, Alemania.

El mayor reto para el equipo de Swarm fue crear satélites libres de magnetismo, lo que permitirá que sea posible obtener mediciones sin alterar el campo electromagnético terrestre. 

“La mayor lección es que teníamos que construir máquinas que supuestamente fueran magnéticamente limpias, pero aún así mostraron perturbaciones magnéticas (…) así que nos aseguramos de usar sólo plásticos a base de fibras de carbono, pegamentos y materiales de cerámica para estar seguros ‘magnéticamente’. Sin embargo, resultó que ciertos tipos de cerámicas y pegamentos emiten señales magnéticas, algo que no era bueno para nosotros”. 

Esto generó un retraso inesperado al proyecto, que originalmente tenía una fecha de lanzamiento planeada para el 2010. 

“Tuvimos que tirar cosas que ya habíamos armado con el primer plan y cambiar a otro material para reconstruir y volver a probar”.

EL CENTRO DE TODO

No todas las misiones espaciales buscan entender el infinito espacio que nos rodea, programas como Swarm pretenden explorar desde afuera el interior de nuestro planeta. 

El éxito de esta misión radica en comprobar si los procesos atmosféricos y los patrones de circulación de los océanos están íntimamente relacionados con lo que sucede al interior de la Tierra. 

Otra de las interrogantes que este “enjambre” de satélites busca responder tiene que ver con el misterio que rodea al campo geomagnético terrestre.

Este campo se encuentra en el núcleo exterior, sirve de escudo de protección planetario ante las partículas de los vientos solares y es generado en un mar de hierro líquido en constante flujo.

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