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Sin fumar… por arte de magia

¿La mejor alternativa para dejar adicciones o malos hábitos como fumar? No la hay. Existen diversos tratamientos, y entre los más innovadores está el utilizar drogas.

Suena irónico que se utilicen drogas para combatir adicciones, pero lo cierto es que la psilocibina (un alucinógeno), puede ser incluso más eficaz que los chicles o la hipnosis para dejar la nicotina.

La psilocibina se prohibió en los 60, pero es una sustancia alucinógena eficaz para tratar la adicción al tabaco
"El tabaquismo es la causa principal de muchas de las enfermedades más mortíferas en el mundo, en particular las cardiovasculares (...)"
OMS

¿La mejor alternativa para dejar adicciones o malos hábitos como fumar? No la hay. Existen diversos tratamientos, y entre los más innovadores está el utilizar drogas.

Suena irónico que se utilicen drogas para combatir adicciones, pero lo cierto es que la psilocibina (un alucinógeno), puede ser incluso más eficaz que los chicles o la hipnosis para dejar la nicotina.

Esta sustancia –que se conoce como un “hongo mágico”–, al igual que el LSD, fue prohibida en los 60, a pesar de su eficacia como tratamiento, ya que se salió de contrabando de los laboratorios y se propagó entre las sociedades de contra cultura. 

Y es que bien vale la pena optar por las distintas –y controversiales– alternativas, pues según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2012 murieron 56 millones de personas en el mundo a causa del tabaco.

 Y el 68 por ciento de esas muertes fue causado por enfermedades cardiovasculares. Sí, estas enfermedades causaron casi 17.5 millones de muertes en 2012; es decir, que si eres  fumador, tú también puedes ser una de las tres de cada 10 personas que desarrolle una enfermedad cardiovascular.

 El tabaco mata cada año a casi 6 millones de personas, y a menos que se tomen medidas urgentes, la cifra anual de muertes podría ascender a más de 8 millones para 2030

Alucinógenos como solución

Matthew Johnson, farmacólogo de la Johns Hopkins’ Behavioural Pharmacology Research Unit de Baltimore, ha investigado la relación entre las drogas, el cerebro y el comportamiento humano durante más de 20 años.

En 2008 Johnson fue co-autor de un estudio titulado “Human hallucinogen research: guidelines for safety”, que describe cómo llevar a cabo responsablemente ensayos médicos con psilocibina y otros alucinógenos. 

Incluía recomendaciones sobre cómo detectar posibles voluntarios, prepararlos para la experiencia, y cómo llevar a cabo las sesiones de toma de medicamentos de forma segura. 

El documento indicaba que la percepción positiva hacia la investigación de este tipo de compuestos, se reflejaba en el hecho de que más de 460 sesiones de psilocibina ya se están llevado a cabo en la Universidad Johns Hopkins. Investigaciones que van desde el uso por los pacientes de cáncer hasta sus efectos a través de la meditación y el uso de mantras. 

Un experimento piscotrópico

Un grupo de 15 voluntarios, todos fumadores de largo tiempo que han intentado dejar de fumar varias veces, comenzaron con un curso de terapia cognitivo-conductual (CBT) y que es el enfoque psicológico estándar para dejar de fumar, con ello se busca alentar a las personas a reflexionar sobre sus patrones de pensamiento. 

Una parte vital del enfoque CBT del programa Hopkins es la escritura y la recitación de un mantra personal: una frase simple que cada voluntario considere que encapsula por qué quieren dejar de fumar. 

“Esto es realmente nuestra misión. Tener una frase que te indique el camino para dejar fumar. Hemos tenido algunas personas para que lo relacionan con la familia ‘Quiero estar ahí para mi nieta’; para otras personas, es una cuestión más filosófica: ‘El aire que respiro, quiero que sea libre’”.

Una vez que el mantra se vuelve la idea central del día se suministra la primera dosis de psilocibina. Después de cuatro sesiones de CBT, los voluntarios fuman lo que está destinado a ser su último cigarro. Entonces, es el momento para el medicamento. 

Albert García-Romeu , becario post-doctoral en la Universidad Johns Hopkins, es el “guía”, un trabajo que ayuda a los voluntarios a través de la CBT y las sesiones de psilocibina, el cual según The Atlantic, él describe cómo “primero se vigila la autoadministración de la cápsula. Después tomamos sus teléfonos celulares, sus zapatos, les damos unas zapatillas y buscamos que se relajan y que se sientan como en un spa, si que luego tengas que ir a trabajar, ni hacer sus cosas normales del día a día”.

“Practicamos antes. Les damos nuestra mano para que tengan el apoyo si lo necesitan “, explica María Cosimano, otra de los guías que ha estado trabajando en el campo durante más de 15 años. “Les decimos, ‘Estamos aquí para usted, para todo lo que necesites'”.

“Una vez que el efecto de la droga comienza a surtir efecto, los acostamos”, continúa García-Romeu . “Les ponemos unos auriculares y les cubrimos los ojos . Y ahora simplemente queda ver y esperar”.

“A partir de este punto lo que hacemos es la terapia psicodélica”, dice García-Romeu. “Pero esto no es una terapia de hablar. Por lo general, los convencemos no de entrar en demasiadas conversaciones, ya que puede ser muy fácil distraerse distracción con las cosas que se pueden sentir. Nosotros tratamos de guiarlos a que indaguen hacia adentro, que es donde sucede la labor importante. Nosotros funcionamos únicamente como monitores de seguridad”.

Tratamiento con psilocibina 

La psilocibina es una sustancia natural y el ingrediente activo responsable de los efectos psicodélicos que producen los “hongos mágicos”, un componente que desde los años 60 es ilegal en gran parte de Europa y Norteamérica. 

En la última década, Johnson y su equipo se han centrado en la psilocibina, ya que afirma que “si se da a los fumadores un par de veces y de una manera cuidadosamente controlada, puede ser una ayuda muy eficaz para ayudarles a dejar el habito”.

“La mayoría de la gente, asume que estamos aplicando una terapia de sustitución como se hace con la metadona para la adicción a la heroína o el parche de nicotina o chicles de nicotina para reemplazar el habito de fumar. Pero no estamos hablando de poner a alguien en ‘hongos mágicos’ todos los días. No se trata de la transacción de una adicción por otra” señala Johnson a The Atlantic.

De acuerdo a Johnson, esta nueva investigación ha sido inspirada por el trabajo realizado en la década de 1950 y 1960 en que se usaron la psilocibina y el LSD como tratamientos para la adicción. 

Después de prohibieron estas sustancias y, desde entonces, estas drogas fueron criminalizadas, por lo que la investigación clínica se hizo imposible de llevar a cabo.

“Ha estado prohibida para las razones equivocadas”, explica Johnson. “Sabemos que (estas sustancias) se siguen utilizando, y debido a que no quieren fomentar el uso recreativo, las leyes han sido tan restrictiva que no hemos podido continuar con la investigación. Lo que estamos haciendo mi equipo y yo, debió haber sido estudiado a mediados de los años 70, cuando toda la agenda de investigación se congeló por casi tres décadas”, dice el farmacólogo.

Experiencia mística

El objetivo según el equipo es dar a los voluntarios una experiencia “profunda” o  “mística”, que les lleve a reevaluar su relación con el tabaquismo. 

Esto puede sonar justo como el tipo de plática sobre drogas que ha hecho a la gente tomar este tipo de investigación menos serio en el pasado, pero García-Romeu lo explica de una manera que suena mucho más viable:

“Las investigaciones muestran que hay un 71 por ciento de éxito para las personas que dejan de fumar justo después de que tuvieron un ataque al corazón”. 

Un ataque al corazón, sin duda se califica como una experiencia profunda, pero no es algo que se puede ir por ahí provocando en las personas con el fin de que dejen de fumar. En cambio, el objetivo es utilizar un potente viaje psicodélico para desencadenar un efecto similar… una experiencia intensa, extracto que cambia la perspectiva del paciente. Es esto a lo que el equipo se refiere con una ‘experiencia mística’”.

Esta experiencia podría extenderse de imágenes de Dios, a poderosos recuerdos personales sobre la propia vida o infancia, agrega.

“Les pedimos que traigan fotos de ellos mismos durante los años, la familia, personas, lugares y cosas. Hemos tenido personas que han llenado la habitación con imágenes “, explica Cosimano. Llevan “animales de peluche o una manta. Las cosas que pueden hacer que se sientan cómodos, seguros, de manera acogedora y significativa”.

Para aumentar la sensación de ritual, los expertos ponen la cápsula en una copa de madera con incienso, y piden a los participantes que repitan el mantra que desarrollaron durante la terapia cognitivo-conductual.

Resultados del tratamiento

Según los expertos de los 15 voluntarios, 12 se mantuvieron libres de humo por seis meses después de los ensayos. Pero, ¿la psilocibina es solo un efecto puramente psicológico, o la droga en sí está afectando la química del cerebro? 

“La mejor forma de entenderlo en este punto desde una perspectiva psicológica”, responde Cosimano. “Esto no es un fármaco que controla a los receptores de nicotina del cerebro”. 

Matthew Johnson no es la única persona mirando terapias psicodélicas. También Anthony Bossis de la Universidad de Nueva York ha realizado ensayos similares en el uso de la psilocibina para combatir la ansiedad en pacientes con cáncer. Él está impresionado por los resultados preliminares de Johnson. “Estos enfoques terapéuticos sin duda merecen estudio científico adicional y cuidadoso”.

El estudio de Johnson y su equipo se ha ampliado a 80 personas, y los voluntarios serán sometidos a escáneres cerebrales de resonancia magnética antes y después de las sesiones, por lo que el equipo puede tener una mejor idea de qué efecto neurológico está teniendo la psilocibina sobre el cerebro. 

Es evidente que hay todavía años de trabajo por hacer, pero Johnson es positivo, y cree que podría ser utilizado para tratar una variedad de trastornos psicológicos y de comportamiento, no solo a las adicciones.

Pero quedan mucho obstáculos que superar antes de que el tratamiento se generalice. El principal problema es el comercio de estos compuestos, dice Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental del gobierno estadounidense. La industria farmacéutica por lo general toma la iniciativa en ese tipo de trabajo, dice, pero por lo general tienen menos interés en el desarrollo de medicamentos para los trastornos cerebrales. 

“Dicho esto, una versión de la ketamina –que también era una droga de abuso– está siendo desarrollado por Johnson y Johnson como un antidepresivo”.

Cuestiones legales

“Estos medicamentos están siendo utilizados en el contexto de la psicoterapia, y no tenemos un marco normativo claro para esto todavía”, dice Thomas Insel.

Claramente, estos medicamentos están muy lejos de estar disponibles, “pero eso no es una razón para evitar el desarrollo de las terapias”, dice.

En última instancia, el éxito de estos ensayos pequeños no podrían repetirse a mayor escala. Sin embargo, después de décadas donde la terapia psicodélica nunca fue investigada en absoluto, científicos como Johnson y su equipo están ahora al menos tratando de profundizar en los efectos inesperados de esta droga.

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