Pinzas, bisturí, ¿smartphone?

Existen campañas que previenen acerca de los riesgos de manejar y enviar mensajes de texto al mismo tiempo. También se habla de la distracción entre padres e hijos que están absortos en las pantallas de sus dispositivos móviles.

 Pero no se está prestando la suficiente atención a otro escenario donde el uso de dispositivos móviles puede comprometer la salud y poner en riesgo la vida de terceros: el quirófano. 

El 55 por ciento de los enfermeros perfusionistas encuestados reveló que usaba su celular durante cirugías cardiacas
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Existen campañas que previenen acerca de los riesgos de manejar y enviar mensajes de texto al mismo tiempo. También se habla de la distracción entre padres e hijos que están absortos en las pantallas de sus dispositivos móviles.

 Pero no se está prestando la suficiente atención a otro escenario donde el uso de dispositivos móviles puede comprometer la salud y poner en riesgo la vida de terceros: el quirófano. 

“Caminas alrededor del hospital y lo que ves no es gracioso”, dijo a The New York Times el Dr. Peter J. Papadakos, anestesiólogo del Centro Médico de la Universidad de Rochester, quien ha estudiado ampliamente el fenómeno conocido como “distracted doctoring” (o “doctor distraído”). 

El experto agregó que es justificable que los doctores carguen con dispositivos en el hospital para llevar registros médicos. “Pero puedes navegar el Internet, usar Facebook y, a veces, por cualquier razón, Facebook es más tentador. Mi instinto me dice que las vidas están en peligro. No estamos educando a las personas sobre el problema y se está haciendo peor”, subrayó. 

Algunos médicos utilizan sus smartphones para documentar en tiempo real lo que sucede en la sala de operaciones y, de paso, burlarse de sus pacientes anestesiados, como fue el caso de la anestesióloga mexicana Mayté Rosas Gómez, en el 2012. 

Ella no solo publicaba en Facebook imágenes en las que posaba con colegas y que titulaba “diske chambeando”, sino que también subía fotos de tono humillante, como las piernas amputadas de una anciana con comentarios del tipo “Y para desayunar unas patitas”.

Otros están tan absortos en su iPad durante una operación que pierden noción del tiempo. Tiempo que cobra la vida de sus pacientes, como sucedió con Mary Roseann Milne, una mujer de 61 años que murió en el 2011, horas después de ser sometida a un procedimiento cardiaco de rutina realizado en Medical City, en Dallas, Texas. 

El anestesiólogo Christopher Spillers, quien navegaba en su iPad o su smartphone mientras se le aplicaba la anestesia a la paciente, no se percató de una peligrosa baja de oxígeno en la sangre de Milne hasta “15 o 20 minutos” después de que ella se “puso azul”, testificó el Dr. Robert Rinkenberger, cirujano que participó en la operación. 

Cuando importa más contestar un chat

Y por muy conscientes que tanto médicos como enfermeras estén respecto a las implicaciones de su decisión de revisar el Newsfeed de Facebook durante una cirugía, así como de la posibilidad de que ocurran estos casos de negligencia médica por uso de aparatos electrónicos, la realidad es que no se abstienen de usarlos. 

Una encuesta realizada a poco más de 400 enfermeros perfusionistas –técnicos especialistas en flujo sanguíneo que operan las máquinas de circulación extracorpórea durante una cirugía de bypass–,  cuyos resultados fueron publicados en el 2011 en Perfusion, reveló que 55 por ciento de los técnicos aceptaron que utilizaban sus celulares durante una cirugía cardiaca. 

Solo alrededor de 40 por ciento de los encuestados estuvo de acuerdo en que hablar por celular durante una cirugía “siempre es una práctica insegura”. 

Y 52 por ciento aceptó que enviar mensajes de texto durante una cirugía no era seguro. Esto, pese a que cerca del 80 por ciento de los perfusionistas reportaron que el uso del celular pone en riesgo a los pacientes. 

“Esta encuesta sugiere que la mayoría de los perfusionistas creen que los celulares plantean importantes problemas de seguridad mientras operan la máquina corazón-pulmón”, concluyeron los autores del estudio. 

“Sin embargo, la mayoría también ha usado un celular mientras lleva a cabo esta actividad. Este tipo de distracciones tienen el potencial de ser desastrosas”, añadieron.

En una editorial publicada en el 2011 en Anesthesiology News, el Dr. Papadakos aludió a un estudio que fue presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Anestesiólogos en el mismo año, el cual “encontró que las enfermeras de anestesia y los residentes estaban distraídos por algo más que el cuidado del paciente en 54 por ciento de los casos, ¡incluso cuando sabían que estaban siendo observados!”. 

¿En qué invertían la mayor parte de su tiempo? En ver opciones de cruceros de placer en la Web. 

De la ‘Nintendinitis’ a la ‘WhatsAppitis’

Todos nos hemos quedado picados en una conversación de WhatsApp por horas, pero por muy inocente que parezca, esta práctica puede ser contraproducente para la salud del usuario. 

Incluso el término “WhatsAppitis” ha sido acuñado en la revista científica The Lancet, para describir el caso de una mujer que sufrió una lesión en ambas muñecas.

Algo muy parecido a la “Nintendinitis”, término que se utilizó en los años 90 para describir lesiones causadas por pasar horas tratando de pasar los diferentes niveles de los videojuegos.

La mujer, médico especialista en medicina de emergencia de 34 años y con 27 semanas de embarazo, “no tenía antecedentes de trauma y no había participado en ninguna actividad física excesiva en los días anteriores” a la mañana en la que amaneció con el dolor en sus muñecas, reportó Inés Fernández-Guerrero, especialista del Hospital General Universitario Virgen de las Nieves de Granada, en España.

Cuando la especialista realizó a la paciente una exploración física de las manos –las radiografías fueron descartadas dada la gestación de la mujer–, dio el diagnóstico de una tendinitis del pulgar.

De acuerdo a Fernández-Guerrero, la doctora había “realizado movimientos continuos con ambos pulgares para enviar mensajes” de texto por WhatsApp, sosteniendo su celular, con peso de 130 gramos, “durante al menos seis horas”. 

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