Música para tu cerebro

Las actividades recreativas y de ocio nos ayudan a desarrollar habilidades y talentos para diferentes propósitos; ya sea para distraernos del rush diario en el trabajo o la escuela, o bien, simplemente para ocupar el tiempo libre que nos queda.

Las actividades recreativas y de ocio nos ayudan a desarrollar habilidades y talentos para diferentes propósitos; ya sea para distraernos del rush diario en el trabajo o la escuela, o bien, simplemente para ocupar el tiempo libre que nos queda.

La noción de que ciertas actividades nos hacen un bien –ya sea físico o mental– ha sido transmitida por generaciones, sobre todo cuando son actividades inculcadas desde la niñez; jugar ajedrez o armar un rompecabezas –o ciertos juegos de video– ayuda a la destreza mental y el hábito de correr o practicar un deporte mejora la condición física.

Las conclusiones que tenemos de los beneficios de realizar cierto tipo de actividades, tradicionalmente son en base a conocimientos generales o sabiduría materna. Pero en los últimos años, la ciencia  ha confirmado, ampliado, rechazado o advertido de riesgos puntuales asociados a tal o cual ejercicio o hobby.

Y gracias a un par de estudios, podemos redefinir una frase que podría servir como una guía básica para tener una vejez más lúcida: Mente sana en cuerpo sano… y con habilidades musicales desarrolladas.

En octubre de 2011 publicamos “Corre, Cerebro, Corre”, en base al estudio “Aumentando la cognición cerebral mediante ejercicio aeróbico”, conducido por el doctor Kirk Erickson del Brain Aging & Cognitive Lab (BACH), de la Universidad de Pittsburgh.

En esencia, correr nos “ayuda a incrementar el número de neuronas producidas en el giro dentado del hipocampo e incrementa las conexiones sinápticas entre las neuronas que mejoran el aprendizaje y la memoria”. Según este estudio, el ejercicio aeróbico ayuda a la producción y secreción de la molécula conocida como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF en inglés), “involucrada de forma crítica en la formación de la memoria de largo plazo, en la creación de nueva memoria y en la producción de nuevas neuronas”.

Música en tu vida

El entrenamiento musical, en comparación con otras actividades recreativas o de ocio, puede reducir los efectos de declive en la memoria y el envejecimiento cognitivo, según un estudio publicado el 19 de julio en Frontiers on Human Neuroscience por Brenda Hanna–Pladdy, del Departamento de Neurología de Escuela de Medicina de la Universidad de Emory. 

El kilométrico nombre oficial de la investigación da pistas sobre los descubrimientos: “La actividad musical reciente y pasada predice la variabilidad cognitiva del envejecimiento: comparación directa con actividades generales de estilo de vida”.

¿A qué se refiere con “actividad musical reciente y pasada”? El estudio confirmó que entre personas de 60 y 80 años que habían tocado instrumentos musicales por lo menos durante 10 años en su vida, manifestaron una “gama de beneficios cognitivos, incluyendo memoria”. Esto quiere decir que no importa si la actividad musical duró solo en la infancia o en otra década de la vida, los beneficios cognitivos no se “pierden” por haber dejado de tocar un instrumento (aunque la constancia es un factor importante en la obtención de mejores resultados).

El trabajo de la neurocientífica Brenda Hanna-Pladdy logró incluso distinguir qué áreas se mejoraban dependiendo de la etapa –temprana o “tardía” en que se adopte el hábito de tocar un instrumento. Si se comienza antes de los nueve años con las clases de piano, guitarra, violín o el instrumento de su preferencia, se  mejoran las funciones de la memoria relacionadas con recordar y reorganizar dígitos en la memoria (de impacto en los primeros períodos sensibles en el desarrollo del cerebro).

Al empezar “tarde” con el hábito musical –es decir, en una etapa mayor a los nueve años o en una adulta– el estudio observó el desarrollo de habilidades relacionadas al “juicio visoespacial”, que tiene que ver con lo bien que se retiene y se conserva lo que se ve.

La explicación neurológica de estas mejoras están sustentadas por “grandes activaciones en el hemisferio izquierdo –evidentes para los músicos– en las áreas prefrontales, giro supramarginal y zonas temporales que varían dependiendo de los requerimientos de los procesamientos cognitivo musicales”.

La importancia de este estudio radica en la evidencia para sustentar que los cambios cerebrales bajo el entrenamiento y experiencias musicales, “se pueden transferir a habilidades cognitivas no–musicales e influir en la función cognitiva durante toda la vida hasta la edad avanzada”.

Alzheimer y Educación

“Esto es un descubrimiento excitante a la luz de evidencia reciente que sugiere que los altos niveles de educación tienden a redituar en una reserva cognitiva que potencialmente puede retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer o de deterioro cognitivo”, dice Hanna-Pladdy en un comunicado de la Universidad de Emory.

“También resalta el promisorio rol de la actividad musical como una forma de enriquecimiento cognitivo durante la vida de una persona, y plantea si eventualmente la formación musical debe ser considerada como una forma alternativa de la formación educativa”.

El estudio también sugiere que “la actividad musical constante” podría compensar “niveles de educación más bajos”. Es decir, la “formación musical podría ser considerada una oportunidad educativa que sirva como estimulación cognitiva adicional fuera del dominio académico tradicional”.

Por nota

Constancia musical

El estudio dice que por lo menos se necesitan 10 años de constante actividad musical para obtener beneficios cognitivos.

Desde la niñez

Los mejores resultados se obtienen si se empieza antes de los 9 años; sobre todo en las funciones de la memoria.

Nunca es tarde

Lo importante es mantener una actividad musical constante, incluso después de los 60 años de edad.

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