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El ‘efecto’ Robin Williams

La semana pasada, la esposa del actor estadounidense Robin Williams, Susan Schneider, dio a conocer en un comunicado que el fallecido genio de la comedia e improvisación no solo luchaba contra la depresión y la ansiedad, sino también contra los principios de la enfermedad del Parkinson, algo “(...) que él aún no estaba dispuesto a compartir públicamente".

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La semana pasada, la esposa del actor estadounidense Robin Williams, Susan Schneider, dio a conocer en un comunicado que el fallecido genio de la comedia e improvisación no solo luchaba contra la depresión y la ansiedad, sino también contra los principios de la enfermedad del Parkinson, algo “(…) que él aún no estaba dispuesto a compartir públicamente”.

La enfermedad del Parkinson (EP) es una enfermedad crónica neurodegenerativa y progresiva, que provoca la muerte de células en el cerebro que producen dopamina, un neurotransmisor clave en el control del movimiento y la coordinación muscular. 

Por ende, los síntomas de este mal, que es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común, después del Alzheimer, se caracterizan por rigidez en las extremidades, dificultad para arrastrar un pie o para sentarse, por ejemplo, lentitud de movimiento, temblor en reposo, alteraciones en la postura y el equilibrio, entre otros. 

Aunque, de acuerdo a una revisión de estudios de la EP publicada el año pasado en la Revista Salud Mental del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente (INPRF), casi 20 por ciento de los pacientes con dicho padecimiento presentan síntomas iniciales que no son de tipo motor, como fatiga, molestias músculoesqueléticas y depresión.

Y señala que muchos pasan entre cuatro y ocho años con esta sintomatología, antes de que aparezcan los síntomas motores. De hecho, se ha documentado que el Parkinson guarda una estrecha relación con la depresión clínica. 

Aunado a los síntomas de tipo motor, este padecimiento viene acompañado, además, de alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales. 

El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH, en inglés) hace referencia, en su sitio oficial, a un estudio de 2008 realizado por el Centro de Adicciones y Salud Mental de la Universidad de Toronto, que reveló que las personas con Parkinson pueden tener un desequilibrio químico de serotonina –implicada en la regulación del estado de ánimo–, que a su vez puede traer consigo síntomas depresivos. 

“La mayoría de la investigación sugiere que la depresión en la enfermedad del Parkinson es causada por cambios biológicos relacionados con la enfermedad cerebral subyacente, y no solo una reacción a la discapacidad”, informa en su sitio Web el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares estadounidense (NINDS, en inglés). 

Y es que la evidencia apunta a que la depresión en el Parkinson es un factor importante que contribuye a la reducción en la calidad de vida del paciente, incluso más que las mismas funciones motoras. Y que casi la mitad de todos los personas con EP experimentarán depresión en algún momento. 

Una relación complicada

Independientemente de los factores que incidan en el vínculo entre el Parkinson y la depresión, lo que está claro es que, en aquellos que sufren ambos padecimientos, “cada enfermedad puede empeorar los síntomas de la otra”, precisa el NIMH.

“Por ejemplo, las personas que tienen las dos enfermedades tienden a tener más problemas de movimiento y mayores niveles de ansiedad que aquellas que solo padecen depresión o la enfermedad de Parkinson”. 

Y en comparación con las personas que sufren depresión pero que no tienen Parkinson, quienes presentan comorbilidad “pueden presentar niveles más bajos de tristeza y culpa, pero mayores problemas de concentración”. 

Sin embargo, el NINDS asegura que el diagnóstico de la depresión en la EP es complejo, en parte, porque muchos de los síntomas de la depresión, como las alteraciones del sueño y el enlentecimiento motor también se pueden observar en pacientes con Parkinson que no sufren depresión.

El NINDS también advierte que existen algunos aspectos de la EP que deben considerarse al intentar evaluar la depresión en el Parkinson, como el hecho de que muchos pacientes que tienen alteraciones en sus funciones motoras también tienen cambios en el estado de ánimo. “Estas personas pueden verse y comportarse muy diferente dependiendo de su estado motor y de ánimo”. 

Naturaleza como tratamiento

Mientras algunos estudian la enfermedad del Parkinson y buscan una cura para el mismo a través de ensayos clínicos con tecnología o de estudios con ratones de laboratorio y células madre, la investigadora Anahí Chavarría Krauser, de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México (UNAM), trabaja en una alternativa herbolaria para frenar de forma temprana la muerte de neuronas que liberan dopamina en el cerebro, lo que se traduce en complicaciones en las funciones motoras. 

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Tecnología vs. Parkinson

La enfermedad del Parkinson es una de esos padecimientos que, por razones como un origen desconocido y el hecho de que no tiene cura, exige estudios exhaustivos que arrojen tratamientos pioneros que mejoran la calidad de vida de los pacientes y, finalmente, garanticen su recuperación.

Pero quizá se necesite de algo más que una investigación tradicional. ¿Por qué no estudiar el Parkinson a través de la tecnología portable? Esto será posible gracias a un acuerdo entre la compañía de tecnología Intel y la Fundación Michael J. Fox, llamada así por el actor del mismo nombre, quien padece esta enfermedad.

Se pretende, a través de un reloj inteligente, medir los movimientos del paciente las 24 horas del día, los siete días de la semana. 

Ambos ya iniciaron ensayos con pacientes, quienes portan dispositivos que pueden capturar información de hasta 300 puntos del cuerpo por segundo, “por lo que los algoritmos o las fórmulas para interpretar todos los datos y reportar lo que los mismos significan en relación a la enfermedad de alguien que padece Parkinson puede ayudar a las personas y a sus médicos a monitorear la enfermedad”, señala la fundación.

“Esta oportunidad nos permitirá avanzar en el estudio de la enfermedad, entendiendo realmente cómo es la vida cotidiana de las personas que padecen este mal, cómo responden a los medicamentos y cuáles son sus necesidades insatisfechas”, dijo a la BBC Todd Sherer, director de la Fundación Michael J. Fox.

En la siguiente etapa, que comienza este otoño, se capturará información respecto a la ingesta de medicamentos de los pacientes, a la vez que se analizará cómo responden a los mismos. El proyecto aún está en fase de prueba. 

En el sitio de la fundación, Sherer apuntó que “la ciencia de datos y la tecnología portable tienen el potencial de transformar nuestra capacidad de capturar y medir de forma objetiva cómo realmente experimentan los pacientes la enfermedad, con implicaciones sin precedentes para el desarrollo de fármacos para el Parkinson, el diagnóstico y tratamiento”.

Fox, protagonista de la saga de ciencia ficción “Volver al futuro”, fue diagnosticado en 1991, pero no hizo pública su enfermedad hasta después de siete años, reportó Time. 

La semana pasada, tuiteó que estaba “atónito de enterarse de que Robin (Williams) tuvo EP”. 

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