¿Qué piensas, perrito?

Entender la mente del ser humano, sea propia o ajena, es un asunto complejo. Y, aún así, en ocasiones podemos ser testigo de nuestra capacidad para “leer” la mente de la persona con la que estamos conviviendo.

Podemos hacer una lectura veraz de la mente del otro o simplemente “atinarle”, aunque no estamos exentos de equivocarnos. Si esto último fuera el caso, seguramente nos daremos por enterado en voz propia de quien ha sido objeto de nuestro “análisis”.

Entender la mente del ser humano, sea propia o ajena, es un asunto complejo. Y, aún así, en ocasiones podemos ser testigo de nuestra capacidad para “leer” la mente de la persona con la que estamos conviviendo.

Podemos hacer una lectura veraz de la mente del otro o simplemente “atinarle”, aunque no estamos exentos de equivocarnos. Si esto último fuera el caso, seguramente nos daremos por enterado en voz propia de quien ha sido objeto de nuestro “análisis”.

Pero, ¿podemos hacer una lectura confiable de lo que está pensando el can que tenemos como mascota? Más bien, ¿cómo procesa la mente del can a un ser humano? ¿Cómo funciona su proceso cognitivo? ¿Cómo procesa a nivel neurológico nuestro lenguaje?

Estas son solo algunas de las preguntas que investigadores de la Universidad de Emerson, en Atlanta, comenzarán a responder a partir de una primer etapa de un estudio recientemente publicado en el journalPLoS One.

El estudio es el primero en su tipo en observar, a través de imagen por resonancia magnética funcional (IRMf), la activación de las regiones cerebrales de un can ante la anticipación de una recompensa.

Y, por ende, es el primer estudio, también, en entrenar a un par de canes para permanecer en calma dentro de un escáner de IRM por algunos segundos, sin necesidad de ser inmovilizados o sedados.

A lo largo de seis semanas se realizaron tres sesiones de escáner de IRMf , cada una con las medidas recomendadas por la Guía para el Cuidado y Uso de los Animales de Laboratorio del Instituto Nacional de Salud, y con un procedimiento previamente aprobado por el Institutional Animal Care and Use Comittee de la Universidad de Emory.

La primera sesión tuvo como propósito “aclimatar” a uno de los dos canes al ambiente que genera un escáner de IRMf, y asegurar la posibilidad de obtener los datos del mismo.

En la segunda sesión se buscó optimizar los parámetros del escáner y evaluar la calidad de la información generada por el IRMf .

Para cuando llegó la hora de iniciar la secuenciación de imágenes, en la tercera sesión, el par de canes ya había logrado familiarizarse con el entorno y, sobre todo, con el ruido generado por el escáner (para mitigar el ruido, se les tuvo que “vestir” con orejeras y bandas para la cabeza).

Sin duda el trabajo de entrenamiento y puesta en práctica del estudio no fue tarea sencilla, pero para el investigador titular Gregory Berns, significa un paso importante hacia el estudio de la cognición canina y la cognición social de otras especies.

“Si podemos captar las imágenes del cerebro (de los canes) y ver qué partes están siendo activadas cuando hacemos señales de mano, cuando les hablamos o cuando apuntamos a una dirección u otra, ahora podemos realmente empezar a entender lo que el perro está pensando”, comenta Berns, profesor de Neuroeconomía en la Universidad de Emory.

Pero además, señalan investigadores, el estudio de la mente canina “(…) también proporciona un espejo único a la mente humana. Dado a que los humanos, en efecto, se valieron de la domesticación para crear a los canes, la mente canina refleja cómo nos vemos a nosotros mismos a través de los ojos, las orejas y la nariz de otras especies.”

Análisis completo 

El estudio “canino”: http://bit.ly/J843To

Sé testigo de la dinámica: http://bit.ly/IPZcY2

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