Los lugares verdaderos, novela de Gastón García Marinozzi, habla sobre el fin del amor; y, desde la cadencia de las despedidas

Los lugares verdaderos, novela de la travesía del amor

Los lugares verdaderos, novela de Gastón García Marinozzi, habla sobre el fin del amor; y, desde la cadencia de las despedidas, muestra las grietas que se abren en las relaciones que se construyen, ya sea de pareja o bien de amistad

La mañana del 25 de diciembre, Pedro y Ana ya no volverán a estar juntos, han decidido separarse tras 15 años de matrimonio; aquellos rituales que crearon juntos, sus listas de pendientes, sueños, memorias y planes quedarán enterrados, como las ballenas muertas en el fondo del mar.

Los lugares verdaderos (Alfaguara), del escritor Gastón García Marinozzi, indaga en la historia de estos dos personajes desde la visión de Pedro, un maestro de natación que está por cumplir 40 años y, sin explicaciones, revela que se separará de su compañera de vida.

“El origen está en la intención de poder contar una historia, de las que parecen ser muy chiquitas, muy íntimas, que cuenta el último día de convivencia de una pareja, después de muchos años de casados”, platica Marinozzi a Reporte Índigo.

“El amor es como una ballena, la cosa más perfecta creada por Dios, pero es finalmente lo que nos mueve y convierte en los seres que somos”
Gastón García MarinozziEscritor

La idea de intercalar alegorías entre la vida de esta pareja y las ballenas, seres que se meten entre líneas del libro, como: “el amor muere a la manera de las ballenas, en silencio, poco a poco aplastando su propio peso, irreconocible” es por la fascinación y obsesión de Gastón hacia su novela más significativa: Moby Dick.

De esta manera se lanza a una aventura por los mares del amor, y de aquellas promesas que se rompen entre las trampas de la memoria, el cansancio y el olvido. Las crisis, las frustraciones y el paso del tiempo de un matrimonio que no renuncia a salvarse, sin saber cómo luchar. Los amantes van en busca de la verdad en ardua travesía, en una autodestructiva e imposible persecución.

“Es una lectura constante que tengo, es la gran novela de todas las novelas y para mí es la historia de una obsesión, en este caso, aparentemente, con una ballena, y todo lo que está en los lugares verdaderos relacionados con ellas”, relata.

De hecho, el título del libro sale de este clásico de la literatura universal donde dice: “no está en ningún mapa. Los lugares verdaderos nunca lo están”, reflexión que lo motivó para crear este universo que oscila entre la ruptura y el amor.

El autor revela que, para él, los lugares verdaderos habitan en las mismas personas, en el día a día, en los sentimientos.

“Están en los momentos íntimos de la vida y con ellos, finalmente, son con los que nos hacemos la clase de personas que somos. Entonces esta pareja revive estos lugares verdaderos al usar una lista como si fueran mapas de sus propios recuerdos, espacio y tiempo juntos”, relata.

Y como alegoría del amor, invita a pensarlo como “una ballena, de esa gran bestia y cosa salvaje que hay que perseguir, atrapar y entender”, que es tan difícil y nos puede llevar toda la vida”, abunda.

Gastón considera que este libro trata sobre la intimidad y la cotidianidad, sobre lo profundo y a la vez complejo que puede ser el amor, el cual está repleto de sus obsesiones, pasiones y sentimientos.

“Creo que para esta pareja los motiva y sana el recordar eso que han compartido y lo que les permite continuar, seguir queriéndose y amándose de la misma manera, eso pasa en todas las relaciones humanas, amigos, con los que nos podemos relacionar”, platica.

El resultado de la pandemia

Aunque, el también periodista, comparte que el libro lo escribió antes de la pandemia, esta época le sirvió para acabar de editarlo; al releerlo, mucho de lo narrado tomó más sentido en la actualidad.

Incluso pudo profundizar en conceptos como el significado del amor hoy en día, pues en el caso de Pedro y Ana cree que decidieron separarse por amor y así evitar experimentar una ruptura terrible. Fue un acto de compasión por el otro, el vivir una despedida, aparentemente, más tranquila y pasar “el duelo luminoso” ante la partida.

“Para ese día se agarran de la convivencia del amor y es fascinante ver que por momentos el amor persiste, perdura, muta en otras cosas, aunque ellos ya no estén juntos o hayan tomado este camino, es interesante ver cómo comparten el café, el desayuno, la ducha, los besos, ese cariño último”, indica.

Si bien no se aclara en dónde se desarrolla la historia, el escritor echa a volar la imaginación del lector y la lectora para que puedan recrear estas escenas y huecos literarios con sus propias vivencias.

Para él, este es un ejercicio muy importante, pues brinda al lector una experiencia nutritiva y le permite hacer suya esta historia.

“Hasta ahora me da mucha satisfacción ver cómo la gente puede sentirse identificada, cómo se meten en la historia para explicar y conocer su propia historia, se me hace una gran responsabilidad, en sentido literario, pero muy bonito a nivel afectivo, que resuene en los lectores una historia de amor”, comparte.

Los lugares verdaderos desde su propio sentir

Gastón dice que no hay anécdotas autobiográficas en Los lugares verdaderos, pero sí emociones autobiográficas, porque cree que cualquier creador no está libre de dejar un sentir en sus obras.

En ese sentido, Martinozzi considera que actualmente se vive la época de la idealización del amor romántico, y piensa que es un problema que la sociedad tiene en su formación sentimental.

“Estamos acostumbrados a creer que cualquier cambio significa el fin de algo y podemos ver que no, que la vida sigue, claro que duele, es duro, pero puede ser un cambio por la realización de uno”.

“Idealizar a las parejas tiene que ver con la cantidad de obligaciones que se le han impuesto a lo largo del tiempo a las parejas, exigencias, esa obligatoriedad de satisfacer las necesidades, entonces los riesgos son altísimos, llevado de tal manera que, a veces, se vuelven imposibles”.

Al final, el autor expresa que la vida se impone, es una idea que le atrae, porque después de varias situaciones, que pueden ser crisis o excesos, la vida misma te lleva por caminos sabios.

Sin dudar, expone que este es uno de los motores para escribir, pues le permite hacerse preguntas, tratar de responderlas y trasladarlas a los demás para crear un diálogo, en este caso, sobre los caminos variopintos de las relaciones afectuosas y lo bello y normal al narrar lo cotidiano.

“El amor puede tomar muchas formas, cambia de color, cuando es mutuo, y sigue siendo algo por lo que vale la pena luchar, siempre y cuando todo sea positivo, porque también hay un uso negativo, que en el nombre del amor se cometen terribles cosas y no puede ser así”, reflexiona.

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